Capítulo XVII

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POV Itachi

Debía estar verdaderamente exhausto como para no haber notado siquiera que me encontraba en un sitio bajo techo y, como si aquello no fuese suficiente, tendido sobre lo que parecía una especie de futón improvisado junto a la chimenea. Estaba despierto, aunque aún sentía los párpados demasiado pesados y me era prácticamente imposible abrir los ojos. Sin embargo, no me hubiera permitido ni perdonado dejar a esa niña en el estado en que se encontraba, aun si para ello debía utilizar hasta la última gota de Chakra con que contara. Escuché pasos débiles acercándose y luego el sonido de algo metálico a mi lado. Solo entonces pude finalmente abrir los ojos lo suficiente como para ver quién era mi acompañante y lo que traía consigo. Sin poder evitarlo, mis ojos se abrieron por completo y en un gesto de sorpresa que me era poco habitual al ver que se trataba de la pequeña de ojos jades y cabello negro. Me sorprendió notar ese último detalle. No recuerdo haber estado lo suficientemente aturdido como para haber olvidado que la madre de esa niña tenía el cabello color café. Por otra parte, también era cierto que no conocía a su padre. Mi propia sobrina era efectivamente un calco exacto de su padre. Comencé a incorporarme lentamente en el futón y giré apenas el rostro hacia la niña, saludándola apenas con una sonrisa. A la que por el contrario me respondió con un gesto digno precisamente de mi propia sobrina y de su esposo. Y, por si fuera poco, del padre de este; el Séptimo Hokage. Una sonrisa aún más amplia, enseñándome en parte su perfectamente blanca dentadura. Y sin poder evitarlo me eché a reír como no recordaba haberlo hecho en estos últimos meses. Cuando ambos regresamos 'a la normalidad', por decirlo de alguna manera, la niña bajo la mirada a la bandeja que dejara previamente en la mesa y finalmente habló. Para mi sorpresa sin embargo, su rostro se tiñó de un casi furioso carmín que una vez más me recordó a alguien de mi pasado. Alguien a quien aún -y por fortuna- podía disfrutar, aunque era ya un hombre adulto, casado y con una hermosa familia.

- Le... he traído el almuerzo... Perdón, no...

- Itachi... -susurré nuevamente sin poder evitar una sonrisa en mi rostro -Mi nombre es Itachi. ¿Kiyomi, verdad?

Ella solo asintió mientras tomaba asiento en la pequeña mesa con su propia ración de comida y un vaso de agua. Giró entonces a verme una vez más y puedo jurar por cada miembro de mi nueva familia, e incluso por la memoria de mis padres que en ese momento su rostro era literalmente del mismo tono rojizo que mi dōjutsu. Sin embargo, comprendí en ese momento que no se trataba de vergüenza esta vez sino en realidad curiosidad, puesto que efectivamente me di cuenta de que estaba viéndome directamente a los ojos. Sonriendo del mismo modo en que lo hiciera anteriormente, señaló que había conocido a alguien más con una mirada similar –o idéntica- a la mía. Excepto que se trataba de una mujer. Hermosa y cuyo cabello era exactamente igual, sino ligeramente más largo que el mío. Asentí una vez que acabó su descripción, señalando que, de hecho, tenía un único hermano; y esa mujer a quien había visto era su única hija. De hecho, agregué, era un hombre prácticamente de 42 años de edad y tenía nietos. Gemelas, de 3 años. Por tercera vez en solo un par de horas la noté abrir enormemente sus jades en un gesto evidente de sorpresa antes de preguntar tímidamente qué edad tenía exactamente. Señalando que recordaba que le había mencionado que era mayor que mí hermano. Sonreí sin poder evitarlo y, antes de responder a su pregunta, le hice la misma pregunta. Me resultaba una niña demasiado astuta para tratarse de alguien que no parecía tener más de 8 años.

- Tengo 9 años... Sé que me veo como una niña de 5...

- Entonces, si ese es tu parecer, te sorprenderá saber que en realidad acabo de cumplir 48 años... Excepto que me veo como alguien de la edad de tu madre...

Tomé asiento finalmente, ignorando al menos temporalmente el ligero mareo que me invadió en ese momento. Ambos comimos en silencio por varios minutos hasta que finalmente Kiyomi alzó sus jades a mis ojos nuevamente escarlatas y preguntó, inclinando la cabeza ligeramente a un lado y con una ceja arqueada porque mis ojos cambiaban de color de ese modo. Sonreí sin poder evitarlo, preguntando si alguna vez había escuchado hablar de los dōjutsu; o Kekkei Genkai. Lo cual, honestamente, me resultaría una charla demasiado compleja para tener con una niña de su edad. Kiyomi rio con ganas; como recordaba que mis sobrinos solían hacerlo a menudo en sus conversaciones con el Séptimo Hokage. Tras unos minutos, finalmente respondió que ella y su familia no pertenecían a un importante clan shinobi. Sin embargo, no por ello ignoraban lo que eran conocimientos básicos referentes a dichos guerreros. La naturaleza del Chakra, los tipos de jutsu, las líneas sanguíneas. Entendiendo que era eso a lo que me refería por Kekkei Genkai; la herencia obtenida del Clan.

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