Capítulo IV

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Hospital de Konoha, siete meses después...

(POV Naruto)

Con una calma y seguridad que honestamente no hubiera imaginado a mi mejor amigo capaz de mostrar en una situación semejante considerando su experiencia como shinobi y más aún las situaciones a las que se había visto expuesto en estos últimos 25 años, esa tarde-noche nos encontrábamos ambos en el Hospital de Konoha sentados en la habitación donde ahora descansaba en absoluta calma Sarada tras dar a luz a dos hermosos gemelos. Dos niñas. La mayor por escasos minutos estaba en brazos de su abuelo, mientras que la menor estaba en brazos de su eventual padrino. La única persona ajena a nuestras familias presente en el parto, Shikadai Nara. Su padre era nada menos que mi consejero. Del mismo modo, él lo seria de Sarada cuando llegara el momento de que Shikamaru y yo abandonemos nuestros puestos. Respecto de la menor de las niñas, Boruto y Sarada decidieron que sus padrinos fueran sus respectivos mejores amigos, Mitsuki y Chōchō Akimichi. Finalmente y un dato por supuesto no menos importante, habían decidido llamarles Hikari e Inazuma. Observe por largos minutos a Sasuke acunar a la pequeña con medida fuerza como si en realidad estuviese acostumbrado a ello (considerando que casi no había visto crecer a la propia Sarada) hasta que finalmente alzó la mirada hacia mí y me pidió que la cargara un momento, señalando que iría por algo de beber. Sin embargo, en ese preciso instante el padre de las niñas, mi hijo y discípulo de mi mejor amigo ingreso en la habitación tras una breve conversación con Sakura y Shizune trayendo justamente en sus manos una bandeja plástica con bebida.

- Uno de ustedes debería ir a descansar... -dijo tras saludarnos y entregarnos el envase descartable -Y temo que ese deberías ser tú, papá... Aún falta mucho, pero según entiendo quedan muchas cosas por resolver antes de marcharte...

- Lo sé...

Dije asintiendo mientras volteaba a ver a mi amigo. Honestamente no podría verlo de otro modo aunque ahora éramos verdaderamente familia. Sería mi mejor amigo, mi hermano hasta el final de mis días.

- Ve, Naruto...

Dijo Sasuke con una sonrisa algo cansada. No sé si lo habría notado, pero tenía ambos Sharingan activos cuando en realidad lo que se debería haber manifestado en su ojo izquierdo era su Rinnegan. Por si fuera poco el escarlata en ellos era más brillante de lo normal y un pequeño rastro de lágrimas caían por ambas mejillas. En ese instante comprendí de nueva cuenta cuanto debió de haber sufrido el shinobi frente a mí alejado de la persona a quien amaba. Y de la oportunidad de ver a su única hija convertirse en adolescente. Apoye una mano en su hombro izquierdo antes de que pudiera justamente cubrir su ojo con su mano vendada y murmure que no recordaba que los hombres tuvieran prohibido llorar. Menos cuando la situación realmente ameritaba una liberación de ese tipo. Él había podido llorar a su familia a su debido tiempo. Asimismo yo lo había hecho con el único hombre al que pude llamar familia hasta reencontrarme con mi padre revivido por el Edo Tensei. Es decir, mi último maestro, Jiraiya.

- Realmente lo siento...

Dijo finalmente Sasuke alzando la mirada hacia la mía, ya con sus ojos naturalmente negros. Luego apoyó su mano derecha sobre la que descansaba en su hombro sin intentar siquiera quitarla de allí y me devolvio quizá la sonrisa más genuina que le hubiera visto en los años que llevábamos juntos. Ninguno de nosotros se percató de que la mujer junto a Sasuke había despertado sino hasta que esta pregunto si nos encontrábamos bien. En un tono, como era de esperarse, soñoliento aunque audible. No pude evitar sonreír como solo recordaba haberlo hecho de niño/adolescente antes de responder que sí acompañando mis palabras con un movimiento de cabeza apenas sutil. Sarada sonrió. En ese preciso instante escuchamos un grito de evidente emoción (y sorpresa al mismo tiempo) proveniente del pasillo del hospital y por parte de una mujer quien, a diferencia de su esposo y el propio Sasuke incluso, podía ser extremadamente expresiva. Y en nuestra situación actual y considerando el sitio donde nos encontrábamos honestamente no creemos prudente una reacción de ese estilo. Sasuke se levantó pesadamente dejando entrever su ya más que evidente cansancio pero sin poder evitar al mismo tiempo que su instinto paternal aflore como no recordaba haberle visto desde nuestra batalla con 'Shin Uchiha', donde incluso resultó eventualmente herido por defender a Sarada. Se dirigió a la puerta y antes de abandonar la habitación volvió la mirada hacia nosotros y me pidió mientras esta permanecía fija y con sus Sharingan aun activos en su hija que cuidase de ella y sus hijas.

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