Dolor

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Harry no dejaba de sorprenderse sobre lo curiosa que era la vida.

Las semanas habían pasado y la situación en Hogwarts no había mejorado mucho que se diga. Poco a poco podía notar una mayor manipulación del Ministerio de Magia en el castillo y Harry no sabía qué hacer, cada paso que daba parecía estar medido por el enemigo.

Lo más triste es que eso no era lo peor, ni siquiera estaba cerca de serlo.

Cada día, Harry tenía pesadillas.

Cedric muriendo ante sus ojos una y otra vez. Sin poder hacer nada. Mientras Voldemort sonreía malévolamente y los mortifagos lo atacaban. Lo mismo sucedía cada noche, sin parar.

Era tan agotador...

Tal vez por eso mismo, Harry había encontrado una especie de ayuda.

Ahora, cada día, se despertaba para ir a la torre de Astronomía y ver a Luna pintar.

Fue un proceso lento y curioso, pero la muchacha parecía ser amable y de fiar. Era alguien que no lo juzgaría por su nombre, sino por su persona. No podía negar que la mayoría de las veces la joven parecía perdida en su mundo, tal vez demasiado perdida en su mundo. No por nada se la pasaba hablando sobre criaturas desconocidas y contando historias extraordinarias como si fuera lo más normal del mundo. Al inicio había sido un poco raro, pero con el paso de los días se terminó acostumbrando.

Sin duda, Luna era una persona que disfrutaba compartir su visión del mundo, y eso estaba bien. Lo que más quería Harry era refugiarse en su mundo también.

Ahora reunirse con Luna en las mañanas era parte de su rutina ahora. Y por eso, ese mismo día, había decidido llegar antes de lo usual, justo con el amanecer.

—Vaya, llegas hoy temprano Harry —comentó Luna al verlo llegar. No era normal que se encontrara con él a esas horas —, ¿te encuentras bien? Te ves un poco raro.

—Sólo... No puedo dormir. ¿Te importa si te acompaño?

—No hay problema —respondió ella sonriendo levemente —. Adelante, voy comenzando.

La joven tenía en sus manos un lienzo prácticamente en blanco. Apenas parecía estar empezando una nueva pintura del amanecer. Era la primera vez que Harry llegaba lo suficientemente temprano para ver una obra de Luna en estado inicial.

Harry parpadeó varias veces. Qué curioso, de no ser por las pesadillas seguramente no lo habría visto jamás. Al final algo bueno había salido de todo esto.

—¿Tuviste pesadillas? —preguntó Luna sacándolo de sus pensamientos.

Oh, por supuesto que Luna lo adivinaría.

Harry quiso reprimirse a sí mismo por sorprenderse tanto.

En las pocas semanas que llevaban conociéndose había descubierto que la joven era extremadamente buena leyendo a las personas. No negaba que era un poco extraño, incluso una parte de él sentía un poco de miedo (quizás Luna fuera una legeremante o algo por el estilo) pero fuese lo que fuese, lo importante era que gracias a eso se le hacía tan fácil hablar con ella.

Él nunca había sido muy bueno con las palabras, y con Luna no tenía que pensar mucho para expresar sus ideas. Se podía decir que era una especie de premio doble, aunque esta vez no aplicaba.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry aún algo sorprendido.

—A veces yo también las tengo —admitió Luna encogiéndose de hombros —, así que puedo reconocer cuando alguien más las tiene. No es algo de lo que debas avergonzarte.

Palabras al Viento [HarryxLuna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora