Esperanza

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Harry se preguntaba cuándo algo iba a cambiar.

Básicamente era lo mismo de siempre; problemas con Umbridge, problemas con Snape, y problemas con el Ministerio de Magia. No necesariamente en ese orden, pero sí, no había mucha variedad en su vida, para su desgracia.

La única persona con la que parecía no tener problemas era Luna, y eso era un milagro que no sabía explicar.

Las circunstancias en su vida no habían cambiado mucho, pero lo que sí había cambiado un poco era su actitud. Si algo le había enseñado la joven estos últimos días era que las más pequeñas de sus acciones podían generar un cambio.

Un cambio de mente, y con un poco de suerte; un cambio en como percibía las cosas a su alrededor. El ejército de Dumbledore era prueba de ello.

Ahora, todos juntos, querían generar un cambio: hacerle la vida imposible a Umbridge aprendiendo cómo defenderse.

Por primera vez en semanas, Harry no se sentía tan solo. Había algo en su vida que lo impulsaba a seguir poco a poco hacia adelante.

Aun así, no todo era coser y cantar. El joven seguía sintiéndose bastante excluido, y no se le era del todo sencillo demostrar sus emociones.

O al menos eso pensaba, hasta qué un día sucedió algo inesperado para él:

—¡Luna! Al fin te encuentro.

—¿Harry?

El joven entró corriendo a la torre de Astronomía, donde como ya era usual, se encontraba Luna Lovegood con un pincel en su mano. Era de mañana y ninguno de los dos había desayunado, era demasiado temprano aun.

La joven se levantó rápidamente, nunca antes había visto a Harry llegar de esa forma.

Con cuidado Luna soltó el pincel y se acercó a él. Enseguida pudo distinguir que Harry llevaba en sus brazos un pequeño bulto de sabanas; aunque eso no era lo más resaltante para ella.

No, lo que más le llamaba la atención de todo esto era el rostro de Harry.

Jamás lo había visto tan preocupado...

—¿Harry? ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

—Yo estoy bien —respondió Harry enseguida —, pero pero-

—Harry, tranquilo —dijo Luna tratando de calmarlo —, cuéntame, ¿qué es eso que llevas ahí?

Harry titubeó por un instante, como si de repente el miedo lo detuviera, aunque eso no tenía sentido. Después de todo, había venido aquí por una razón, ¿no?

En el fondo, sabía que sólo Luna sería capaz de ayudarlo.

—Es Hedwig, mi lechuza —respondió Harry con preocupación —. No sé qué pasó. Cada día ella sale a cazar sin problemas pero hoy... Su ala... Ella...

Con cuidado, Harry desplegó el bulto de sabanas, dejando ver una pequeña lechuza blanca con un ala ensangrentada y lastimada.

Más de una vez Harry le había comentado a la joven que tenía una lechuza. Aunque si era honesta, Luna jamás esperó encontrársela de esta forma. Gracias a Merlín Hedwig parecía estar tranquila a pesar del dolor.

Por su parte, Harry se sentía un poco avergonzado por haber llegado de forma tan apresurada, pero simplemente no pudo evitarlo.

Hegwid era importante para él y si algo malo le pasaba...

No, ni siquiera quería pensarlo. Simplemente no soportaba la idea de perder a alguien más.

—Nunca antes le había pasado esto —admitió él —. No sé qué hacer. Pensé que tal vez tú-

Palabras al Viento [HarryxLuna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora