Nuevos amigos y primer enfrentamiento.

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A primera luz del día, la tropa ya estaba lista para continuar el viaje a la capital. Habiendo recuperado las energías, los soldados ahora estaban mucho más animados, hablando más entre ellos y avanzando a un ritmo decente. El clima también se había vuelto favorable para andar a pie, nublado y con una agradable brisa, señal de que el otoño estaba a la vuelta de la esquina.

CAPÍTULO 2: Nuevos amigos y primer enfrentamiento.

Myriam: Un momento, algo se acerca –la capitana alzó su mano con el puño cerrado– Mantengan posiciones.

Algo andaba mal, la mayoría de soldados desenfundaron sus espadas y permanecieron alertas a cualquier situación desfavorable. Tal y como previó la capitana, un montón de pequeños seres de piel verde salieron de entre la maleza. Iban mal armados, usando herramientas rudimentarias y casi ningún equipo protector.

Myriam: Goblins… ¡Formación defensiva dos!

Los soldados procedieron a ordenarse de tal manera que formaban un círculo en torno a los jóvenes que iban en la carreta y algunos soldados desarmados. El enemigo no esperó ni un segundo y atacó desde varias direcciones, obviamente no consiguieron atravesar la formación con tan estúpido movimiento. Llegados a cierto punto, los goblins se retiraron a toda velocidad, como si sufrieran de pánico.

Soldado: Parece que se están retirando –comentó mirando hacia el bosque en el que desaparecieron los goblins– Tal vez se cansaron.

Myriam: No… Están haciendo espacio.

Varios árboles cayeron a un lado del camino, como si algo los hubiese empujado con una fuerza sobrehumana, otro árbol salió volando y se estrelló contra algunos soldados, rompiendo así la formación.

Myriam: ¡Reagrúpense! ¡Viene uno grande! ¡Formación defensiva uno!

A través de los árboles derribados apareció un gigante ser de piel grisácea como una roca, el cual azotaba con el tronco de un árbol a todo lo que se le cruzara por delante.

Soldado: ¡Un trol de piel gris! ¡Prepárense!

El grito de uno de los soldados alertó a sus compañeros los cuales formaron en varias filas de cinco o más hombres, unos en frente de otros, claro que fue en vano pues el trol los mandaba a volar con su “arma improvisada”. Inevitablemente no quedó nada que se interpusiera entre la carreta y el trol, y este por algún motivo desconocido emprendió una frenética carrera hacia el vehículo.

Myriam: ¡Apártense!

La capitana Ingram advirtió del peligro y corrió con la esperanza de salvar a los nuevos reclutas, sin embargo y a pesar de su tamaño el trol era increíblemente rápido. El destino de los cuatro jóvenes no parecía otro más que una dolorosa muerte, mas todos se helaron cuando el pelirrojo saltó de la carreta y se interpuso en el camino. Muchos creyeron que estaba loco o que buscaba la muerte, pero sus rostros mostraron una expresión de desconcierto cuando el chico colocó la palma de su mano en el suelo y una enorme espiga de piedra emergió desde el punto donde la había colocado. El trol no pudo detenerse a tiempo y terminó con sus entrañas empalmadas por el afilado trozo de roca, muriendo en agonía y un horrible sufrimiento. Ignorando por completo la situación, la capitana se acercó al grupo.

Myriam: ¿Por qué no se apartaron? Acostúmbrense a respetar las ordenes de sus superiores, especialmente tú –dijo señalando a Arthur, quien estaba de espaldas sacudiéndose el polvo de las manos.

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