Un camino que seguir.

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Luego de muchas largas e intensas horas, Arthur había conseguido algunas cosas en su práctica con Myrdoraan y Veldrys, aunque no precisamente las que deseaba o necesitaba. El sudor empapaba toda su ropa y rostro por el constante esfuerzo, el único problema es que no había regenerado ni un milímetro de su brazo cercenado.

Arthur: ¿De verdad debería ser capaz de lograr esto?

Veldrys: Tienes la sangre de un Guardián, así que deberías poder regenerarte.

Arthur: Pero no puedo…

Veldrys: ¿Vas a rendirte tan fácilmente? Creí que querías volverte más fuerte.

Arthur: Sí, pero claramente algo está mal en mí. Volvamos a intentarlo mañana, le diré a Avis que me sane antes de que empiece a cicatrizar.

El pelirrojo recogió la extremidad que yacía en el suelo y volvió rumbo hacia el pueblo tambaleándose con cada paso que daba, las Guardianas lo siguieron de cerca hasta su casa. Ya allí, tomó asiento a la mesa junto a Avis, ella tomó el brazo y lo acercó al hombro de Arthur, estaba a punto de aplicar el conjuro sanador.

Arthur: Espera Avis.

Avis: ¿Sucede algo?

Arthur: Déjame intentar algo primero.

Sujetando el brazo cortado contra el muñón de carne, Arthur cerró sus ojos y volvió a concentrarse. Sorprendido, al abrirlos nuevamente vio como la extremidad se unía a unos pequeños hilillos rojos que salían de la herida hasta quedar fija en su sitio. Abrió y cerró el puño varias veces y giró el brazo para comprobar que funcionaba.

Arthur: Lo logré…

Veldrys: Bien hecho Arthur, aunque como ya te había dicho, solo tendrás la ventaja si puedes regenerarte de cero. Aún así, te felicito.

Avis: Bueno, parece que ya no me necesitarás.

Arthur: Lo dudo, tienes un poder increíble como sanadora, me sentiría más tranquilo teniéndote cerca en la batalla.

Avis: Si tú lo dices…

Arthur: Aún así debo admitir que me frustra no poder regenerarme por completo, me gustaría poder aligerar tu carga en los combates, tal vez no merezco tener este poder.

Myrdoraan: No te desprecies de esa manera, aún eres joven y tu cuerpo no está completamente desarrollado, y tu tiempo aprendiendo a usar tu poder es relativamente corto. En lugar de sentir desprecio deberías estar orgulloso de ti mismo por lo que has logrado hasta ahora.

Arthur: Mmm… Quizá tengas razón. Necesito un respiro, iré a dar una vuelta, avísenle a mi madre que volveré para la cena.

CAPÍTULO 11: Un camino que seguir.

Arthur salió de la casa y caminó a través de los casi oscuros caminos del pueblo. Ahora que su cuerpo se había despertado totalmente de su recuperación, un ligero cosquilleo perduraba en donde una vez estuvo su herida. Fue hasta el viejo pozo y se sentó en el borde, mirando hacia el cielo en pleno ocaso.

¿?: Parece que estás teniendo problemas.

Cuando esa voz resonó a su lado Arthur saltó del susto, y se hubiera caído dentro del pozo si un estuviese sellado. Era un hombre de oscura cabellera, larga hasta la cintura y ojos completamente blancos quien se había sentado junto a él sin pronunciar el más mínimo ruido.

¿?: Hola.

Arthur: ¿Hola? ¿Quién demonios eres?

¿?: Nadie sospechoso, no tienes que preocuparte.

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