𝒏𝒐𝒕 𝒉𝒆𝒓 𝒒𝒖𝒊𝒓𝒌 | midoriya izuku

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claramente, esa noche el pobre peliverde no pegó un ojo, solamente hundió su rostro en su almohada, dejando salir un pequeño grito cada vez que recordaba la sensación de los labios de la castaña contra los suyos.

— Izuku-kun, ¿qué es lo que quieres? — la castaña cuestionó, hace casi diez minutos el peliverde estaba parado en frente de ella en mitad del pasillo, no la dejaba avanzar, pero tampoco quería que se fuera. 

el pecoso suspiró audiblemente, dos de sus dedos dirigiéndose a sus labios para besar los mismos repetidas veces, sus mejillas estaban rojas de la vergüenza que le provocaba haber hecho aquello, por lo que cubrió su rostro con sus manos rápidamente. la castaña rió apenas, acercándose para poner sus manos sobre los fuertes brazos del peliverde. —si te cubres no te puedo besar.

con vergüenza, quitó sus manos de su rostro lentamente, recibiendo repetidos y cortos besos sobre sus labios, tal cómo él había hecho sobre sus dedos unos segundos antes, rió contra los labios de la contraria, contagiándole. 

sí, se estaban besando a mitad del pasillo, pero por suerte para ellos era demasiado temprano cómo para que alguien fuera a verlos. — mmh — se quejó el pecoso — así no...

con rapidez, uno de sus brazos se colocó alrededor de la cintura de la chica mientras su mano iba a parar a una de sus mejillas, chocando sus labios con los de ella de nuevo, recreando el beso que había sucedido unos dos días antes, Midoriya ya no podía resistirse más, ese cosquilleo había regresado y dudaba que fuera a desaparecer tan fácil.

separó sus labios de los de la chica al escuchar unos gritos y risas camufladas, su mano aún sosteniendo la mejilla de la menor cuándo Kaminari, Sero y los demás chicos entraron en su campo visual. su rostro enrojeció por completo, provocando que y/n también volteara para ver qué era lo que había puesto así al pelirrojo.

— ¡Midoriya, Midoriya, Midoriya, Midoriya! — decían todos al unísono, alzando sus puños en el aire mientras se acercaban cómo si fueran un ejército al avergonzado peliverde que mordisqueaba sus labios, dirigiendo su mirada hacia la chica que tenía entre sus brazos, que en lugar de estar enfadada, parecía disfrutar mucho de la situación.

— ¡Midoriya, Midoriya! — ella también se unió, viendo cómo el resto de los chicos lo alzaban en sus brazos y lo llevaban por el pasillo. el pobre peliverde quería que la tierra se lo tragase.