Prólogo: Lazos olvidados

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Prólogo: Lazos olvidados

Sigo sin entenderlo. La que me está apuntando con el arma se supone que es mi mujer ¿No? Viste una camisa blanca, cuyo botón superior permanece desabrochado. Unos pantalones vaqueros bastante ceñidos de color azul marino. Sus zapatos son negros, y tienen unos cordones que están atados. Su pelo es oscuro, y algo largo, le llega hasta algo más que el cuello pero tampoco hasta los hombros. El flequillo me impide ver sus ojos, pero no hace lo mismo con su boca, que indica una expresión de tristeza. Su cuerpo está tenso. Piernas separadas, y las manos se unen en la pistola, que parece que va a dispararme. No lo entiendo ¿Qué pasa?

Estamos en lo que parece una sala de interrogatorios insonorizada. Por mucho que grite, nadie me va a oír. Aún así, no voy a perder la compostura. Debo mantenerme cuerdo, por si decide no disparar, aunque a simple vista, no dé esa sensación. La sala es oscura. Hay una bombilla, que cuelga del techo, pero que no está bien. No para de titilar. Hay una mesa, a la que estoy esposado, y una silla, en la que estoy sentado. Efectivamente, esposado por quien parece ser mi mujer. También estoy herido, pero esto ya no me lo ha causado ella. Me siento cansado. Mi cara debe de tener una expresión triste y fatigada. El silencio se prolonga, hasta que ella decide romperlo

“¿Por qué has vuelto, Javier?” Pregunta.

“Quiero saber quién soy realmente. Mátame si te hace feliz ¿Todos me buscan no? Entonces actúa. Mátame, Ana” le digo, con palabras débiles.

    “¡Cállate!” Grita, manteniendo ella el control de la situación.

    “¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué has decepcionado a tu hijo, y te has unido a los futuristas? Ellos y los antifuturistas son quienes están destruyendo esta sociedad” digo

    “¡Joder, he dicho que te calles de una puta vez!” Grita, perdiendo los nervios.

Está tensa. Pero lo curioso, es que no ha perdido la posición de la pistola. Se oye un disparo. La sangre empieza a teñir el suelo de la estancia de un rojo siniestro.

    “Feliz cumpleaños…” Susurra. No llego a oír sus palabras finales.

Los lazos olvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora