Isabella
Estoy acostada contra el duro colchón. Puedo sentir la respiración pesada con cada inhalada de aire que doy, y parece como si mi corazón quisiera taladrar mi pequeño pecho hasta salir de mi cuerpo. Me duele todo, y a la misma vez siento que me congelo de frío. No sé si a alguien se le ha olvidado cerrar la ventana que da directo a la cama, o si simplemente me he contagiado una gripe mezclado con temperatura.
Gruño, y trato de abrir los ojos antes de poder pararme para agarrar una cobija para adoptar un poco más de calor, pero no puedo. Me quedo estática. Petrificada. Muerta. Lo único que se mueve es mi pecho al compás de mis respiraciones, pero fuera de ahí ningún otro musculo puede moverse. El pánico empieza a invadirme tan rápido que mentalmente empiezo a gritar por ayuda.
Me siento impotente, porque todo mi cuerpo quiere reaccionar, quiere despertar y correr todo un maratón hasta sentir como todo empieza a arder de dolor, quiere nada todo el océano pacifico y quiere saltar la cuerda más veces de las que podría contar. Pero no puede, y parece como si una parte de mí se burlara de él.
Grito tan fuerte, que siento como la garganta me duele, aunque sé que en realidad no estoy haciendo ningún sonido, y obviamente, a mi garganta no le pasa nada. Todo está en mi imaginación. Después de eso, sollozo en mi interior, y oro con las pocas oraciones que me enseñaron de pequeña y que aún están estancada en lo más profundo de mi mente y las repito tantas veces, que después de un momento parecen más un trabalenguas que una súplica. Me digo a mi misma que soy fuerte, que si ya lo hice una vez, puedo hacerlo dos veces, pero me siento débil, cansada, y sin ganas de luchar. Sé que no estoy muerta, pero tampoco estoy viva.
Y entonces, es como si algo me jalara de mi cuerpo. Primero me siento aturdida y borracha, pero luego me doy cuenta del frío suelo que está pegado en mis rodillas y pecho. Me toma un minuto respirar y levantarme para darme cuenta de que lo he vuelto a hacer, hasta que veo que aún sigo tirada en la cama. Estoy respirando tranquilamente, y mi rostro esta tan relajado que me extraña verme así, como si la paz me inundara.
Pero yo no estoy ahí, estoy aquí, parada frente a mi cuerpo sin alma y sin voz. Esta toda magullada y puedo notar el cansancio en todo su cuerpo. Está harta de vivir así, pero de todos modos no quiere abandonar esta vida.
Me acerco a él, y me arrodillo hasta quedar cerca de su cara. La veo y siento pena por ella, así que doy un beso en su frente y le digo que tiene que despertar. No me hace caso, y hasta parece que me ignora a apropósito. Algo dentro se enciende en mí, algo parecido al enojo y furia, así que le empiezo a gritar que luche, que despierte, y que ha sido bastante de esta mierda. Sigue ignorándome, así que la golpeo en los brazos, en los mismos lados donde tiene moretones e hinchazones.
Lloro con todas mis fuerzas, y mientras la golpeo con menos fuerza que antes, le suplico que despierte, justo como antes se lo suplicaba. Justo como cuando se lo suplique la vez que me tiré del balcón, justo como cuando Meredith murió y me recosté a lado de su cuerpo, justo como cuando mi cuerpo floto por el aire, justo como cuando me sentía débil y derrotada. Le pedía, una vez más, que luchara, que no se rindiera.
Pasa el tiempo, y ella sigue ahí, así que solo me limito a echarme a llorar en una esquina apartada de la habitación. La veo todo el tiempo, y de vez en cuando estiro mi mano para llegar a ella, pero me arrepiento al instante, porque sé que no va a despertar, sé que no va a hacer ninguna diferencia.
Los días pasan, y yo me quedo todo el tiempo en esa esquina viéndola, admirándola. Le cuento sobre cómo hemos sido fuertes, con o sin ayuda, le cuento lo mucho que nos amaba Meredith, y como en una época nuestros padres también nos amaron con todo su corazón, le cuento sobre Cole, sobre lo mucho que la quiero aunque me haya traicionado, y sobre los chicos y mi nueva familia. Le recuerdo los momentos felices, y en ellos rio mientras los cuento, tratando de que ella sienta lo mismo que yo, pero también le cuento los momentos en los que más hemos sufrido, y en ellos me pongo a llorar como si no hubiera un mañana.
ESTÁS LEYENDO
Just can't let you go-Harry Styles 2da temporada
FanficIsabella Smith por fin parecía estar a salvo a lado de las personas que amaba. Finalmente, su pasado no parecía atormentarla. Finalmente, ella era libre. Y entonces todo se echo a perder y nuevamente ella estaba sola en el mundo, pero aun así sigu...