𝐓𝐎𝐏 ┊ ➶ ｡˚ Había una vez, una chica de relucientes ojitos avellanas y sonrisa de ensueño, que transmitía su magia incluso sin la necesidad de utilizar una varita.
Había una vez, un chico de cabellos de plata, con mil y un misterios escondidos en...
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Nunca en su vida había sentido tanto pánico como esa noche. Seguro se tropezaría. Seguro terminaría pisando su vestido y cayendo al suelo aparatosamente atrayendo la atención de todo el mundo y Nott en lugar de ayudarla se reiría un rato.
En realidad, no tenía ni idea de que iba a ocurrir esa noche. Los nervios la carcomían enterita de pies a cabeza, sin saber cómo conseguiría soportar las intensas emociones que le golpeaban fervientes.
Greta se había colocado un hanbok moderno de color negro con bordados de flores dorados y texturas florales en diferentes colores que su familia le había enviado hace un par de semanas. El jeogori de su atuendo era negro con unos flecos multicolores que se movían con deleite al bailar. La chima estaba construída a base de una especie de tul que venía uniéndose desde el jeogori, con patrones de flores lilas que caía hasta el suelo, haciéndola lucir más alta de lo que en realidad era.
Se veía bellísima con el maquillaje que relució sus facciones asiáticas y el peinado le daba un aire adorable y tierno a todo el poderío de su atuendo.
Se despidió de ella al tener que marcharse primero ya que se encontraría con su pareja de baile en algún lugar del castillo que no le mencionó. Asintió y satisfecha, se marchó aún inquieta hasta la entrada de su casa donde se suponía Theodore Nott la estaría esperando.
Fue agradable ver que allí se encontraba. Iba vestido con un elegante traje negro a la medida, con una capa encima que le brindaba mayor elegancia a su porte.
Soltó un silvido al verla, sonriendo alegre.
—Si que querías causar impacto —masculló vivaracho, haciéndola sonreír y que se relajara un poco más.
El vestido era de un color azul claro opaco tirando a gris, con una capa de tul sedosa que caían en una falda amplia; era un tanto traslúcido, así que cuando caminaba se podía ver la piel de sus piernas contra la tela. La parte superior era ajustada, lo cual dejaba ver lo estrecha que era su cintura y la delgadez de su cuerpo, así como los atributos de su figura.
El escote era recatado. La tela estaba decorada con bordados de lentejuelas doradas y plateadas. Por mangas tenía un volante que caía debajo de sus hombros y que era más extenso en la parte de la espalda, como una pequeña capa con detalles florales.
Su madre era excéntrica. Todo el mundo lo sabía y en un evento así, Pandora debía llamar la atención.
A juego llevaba unos altos tacones dorados, haciéndola crecer unos cuantos centímetros y eso le aliviaba puesto que Theodore era especialmente alto.
Y no solo eso. En las vacaciones había estado practicando sus habilidades de maquillaje a expensas de su mamá, así que su rostro iba detallado y armonizado en colores claros y en sintonía de todo su conjunto, mientras que su pelo lo arregló como había practicado dejándolo suelto y sedoso cayéndole como cortinas chocolateadas por la espalda.
