15. El traslador

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—¡Señor Diggory! —Exclamó una animada Pandora junto a una extasiada Greta, ambas adolescentes corriendo a ver al padre de su mejor amigo Cedric. El caballero soltó un chillido entusiasta, feliz de ver a las dos jovencitas que eran grandes amistades para su hijo.

Estrechó en sus brazos a la delgada figura de D’aro antes de continuar con la asiática, que se estiraba sobre sus pies buscando a Harry Potter con tal de dirigirle una sonrisa de apoyo y desearle suerte desde la distancia.

—¡Mírense! Hace apenas un año estaban así de pequeñas y ahora están así de grandes —cacareó con diversión, exagerando al colocar su mano a una baja altura y después poco más arriba de sus cabezas.

En realidad, las dos eran muy bajitas, pero les dio ternura el cariño que el mago tenía para con ellas.

Se quedaron charlando por un rato mientras llegaba el Campeón de la casa de Hufflepuf. Ambas escucharon atentas al mayor que animoso les hablaba sobre su trabajo y sobre lo mucho que hablaba de su descendiente por todos lados. Él estaba muy orgulloso, se notaba a leguas y eso las hizo sonreír.

Pandora se preguntó, si acaso su madre algún día podría hablar y expresarse así de ella… con tanto orgullo. Era todo lo que quería y ansiaba a conseguirlo. Debía hacerlo.

Pasado un rato, el chico tejón llegó. Su amigo se rio y casi se tira a llorar de alegría al ver a su padre, quien le estrechó en un fuerte abrazo, exclamando a todo pulmón su felicidad.

Se quedaron conversando entre ellos hasta que ambas tuvieron que retirarse a sus asientos en el frente, a primera fila, lugares que con mucho esfuerzo los Diggory consiguieron. Se tomaron de las manos y avanzaron con cuidado de no pisar a nadie o de tropezar. Ambas iban vestidas de amarillo y negro, como dos abejitas. Bajo los brazos las dos cargaban con grandes cartones, recitando un «go, Cedric!»

Notó a lo lejos a Malfoy, que junto a Crabbe y Goyle gritaba y hacía tanto ruido como el resto de los estudiantes. Al verla, sonrió, seguro de que nadie se daría cuenta ya que se hallaban concentrados en el evento. Ella respondió con el mismo gesto, alzando la mano antes de continuar con su camino.

—Debimos haber traído algo de comer, ¡muero de hambre! —Exclamó Greta, sacando su letrero.

—Pero acabamos de almorzar, Greta.

—Es la ansiedad, joven amiga; es la ansiedad.

El ajetreo se intensificó debido a la llegada de los participantes. La música sonaba con esplendor de fondo, las banderas con los colores de su casa se ondeaban a sus espaldas. Los gritos resonaban por las gradas. Las chicas de Beauxbatons bailaban en una porra que ellas mismas inventaron y los muchachos de Durmstrong animaban el nombre de su Campeón.

Tales of Pandora (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora