𝐓𝐎𝐏 ┊ ➶ ｡˚ Había una vez, una chica de relucientes ojitos avellanas y sonrisa de ensueño, que transmitía su magia incluso sin la necesidad de utilizar una varita.
Había una vez, un chico de cabellos de plata, con mil y un misterios escondidos en...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
‿︵‿︵‿︵୨˚̣̣̣͙୧ - - - - - ୨˚̣̣̣͙୧‿︵‿︵‿︵
El luto se postró sobre Hogwarts. De alguna extraña manera, el castillo parecía diferente, como si sus paredes supieran de la pérdida de un querido amigo, de un excelente estudiante, de un gran chico que poseía el potencial para volverse un reconocido mago dentro del mundo mágico.
Se sentía aturdida, desestabilizada. A veces parecía que su cabeza no podía pensar con claridad; mareada, acongojada. Su mente se sentía aplastada, como si algo la estuviera pisando contra el suelo y la mantenía allí, donde debía de estar.
No quería ni imaginar el estado de Greta. Jamás la había visto tan callada, tan seria. Ella no lloraba. Tras haberlo hecho un poco cuando vieron el cuerpo postrado de su mejor amigo, se detuvo y no volvió a hacerlo; fue como si hubiese presionado de algún interruptor que mantuvo a raya sus emociones, su dolor.
Ansiaba eso. Ansiaba dejar de llorar. Le dolía el rostro de tanto haberlo hecho; incluso no podía ver con claridad de tan inflamados que llevaba sus ojos. No deseaba levantarse de su cama. Lo único que quería era mantenerse allí, bajo sus cobijas, como si así pudiera esconderse del mundo y su realidad, ese mundo en el que su mejor amigo, su hermano, Cedric, había muerto.
El pensarlo de nuevo solo la derrumbaba sin compasión.
El último día de clases, en el gran banquete que se llevaría a cabo como despedida, el ambiente tenso llegó a ambas en cientos de miradas.
Greta avanzó a paso rápido, sin ganas de nada. Solo quería terminar con todo, regresar a casa y convencer a sus padres de vacacionar en Corea; ansiaba marcharse, despedirse por un rato de ese lugar, la agonía de la partida de uno de sus mejores amigos en manos de quien tú sabes siendo tan dolorosa que ya no podía soportarlo más.
En cambio, para Pandora, ocultarlo fue tan conflictivo como el luchar con su luto. Trató de ser tan firme como su amiga, pero no lo conseguía. Cada uno de sus pasos dudosos lo demostraba. Su figura delgada parecía balancearse en inseguridad. Ni siquiera avanzar podía.
Solo quería llorar. Cedric había sido la primera persona en su vida que se le acercó con nulos prejuicios; formó una amistad sincera con él que fue tan honesta y real que resultaba extraordinaria y difícil de creer.
Los murmullos iban y venían por todo el comedor. Murmullos sobre Cedric Diggory; murmullos sobre Cho Chang, sobre Greta Park, sobre Pandora D'aro y sobre el que no debe ser nombrado. La mareaba tanto cuchicheo bajo, ese que trataban de ocultar, todo el mundo preguntándose qué ocurrió esa noche y sobre qué tan real podía ser la palabra de Harry Potter.
—Hoy sentimos... una terrible perdida —habló el profesor Dumbledore desde su asiento en el frente del Gran Comedor, atrayendo de inmediato la atención de los inquietos estudiantes y sus profesores—. Cedric Diggory era como saben un trabajador incansable —farfulló.
