Epílogo

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AL DÍA SIGUIENTE

SEÚL, COREA DEL SUR

— Buenos días. —fue lo primero que dijo Jisoo, mientras se dejaba caer en el sofá, justo al lado de Rosé, que veía la televisión con un tazón de cereal en las manos.

— Buenos días, amor. —la saludó Rosé, con una pequeña sonrisa en el rostro—. Crei que tardarías más tiempo en despertar.

— Eso creí yo también, pero al abrir los ojos, únicamente me encontré con Jennie. —comentó, fijando su atención en el televisor—. Me sorprendió ver que aún eran las seis de la mañana y tu ya no estabas ahí.

— Lo siento, pero por más que intenté, no pude dormir. —dijo con una mueca—. Ver llorar a Jennie con tanto dolor, me quitó el sueño.

Jisoo asintió imitando la expresión de su prometida. La noche anterior, había sido una completa locura, en especial, para ella y para Rosé.

Habían llegado a Seúl, cerca de las dos de la tarde y luego de notar la tristeza en la cara de Jennie, decidieron pasar el resto de la tarde en un parque de diversiones, con el único propósito de que la pequeña castaña olvidara lo sucedido con Lisa, en Jeju.

Al menos, por un par de horas.

Entrada la noche, las tres se dirigieron al apartamento de la pareja y luego de cenar en completo silencio, fueron a sus respectivas habitaciones. Jisoo y Rosé, se sintieron aliviadas al ver cómo Jennie, estaba llevando todo. Claro que su paz interior duró solo un par de horas, pues cerca de media noche las dos chicas despertaron por los gritos y el fuerte llanto de Jennie. Llegaron a su habitación con el propósito de calmarla, pero todo intento había sido inútil, pues lo único que Jennie quería, era a Lisa.

Las horas pasaron y al ver que el llanto de Jennie no disminuía, no les quedó de otra, que recostarse con ella en la cama y abrazarla hasta que se quedara completa dormida.

— Lo siento mucho. —se disculpó Jisoo—. No era mi intención hacer que te desvelaras.

— No tienes porque disculparte. —Rosé, dijo de inmediato—. Todo está bien. —la tranquilizó—. Aunque creo que llamaré a mi asistente más tarde para decirle que no iré a trabajar, ya que no me siento en las condiciones para hacerlo.

— Creo que yo haré lo mismo. —Jisoo comentó, soltando un largo suspiro—. Pero no por el desvelo, sino porque debo de cuidar de Jennie y hablar con ella acerca de lo que pasó en Jeju. Necesito que olvide todo y siga adelante con su vida, cómo si nada hubiese pasado.

— Sabes, que eso será imposible. —aseguró Rosé—. Jennie, no podrá olvidar todo de la noche a la mañana.

— Lo sé, pero algo tengo que hacer, no puedo solo entregársela a mi madre y que por la noche me llame diciendo que Jennie, no deja de llorar y de llamar a Lisa. —dijo Jisoo, con molestia—. Mi madre se volvería loca, si se entera todo lo que Jennie hizo en Jeju, así que tengo que evitar a toda costa que lo sepa.

— Eso va a estar un poco difícil, principalmente porque tu hermana tiene una férula en la mano, por golpear a un tipo mucho más grande que ella. —Rose comentó, llevando un poco de cereal a su boca—. Espero que ya tengas una buena excusa para eso.

— Claro, le diré que Jennie, estaba jugando y que accidentalmente cayó al suelo, lastimándose la muñeca. —Jisoo, se encogió de hombros—. Puede parecer una muy mala excusa, pero mi madre me creerá, siempre lo hace.

— Espero que sí.

Después de la pequeña charla, las dos chicas se dedicaron a ver la televisión y a comer juntas del mismo tazón de cereal. Al terminar, Jisoo, se puso de pie con la intención de buscar más y mientras lo hacía, pudo escuchar cómo el teléfono de Rosé, sonaba.

Dulce e InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora