Capitulo 4

322 24 10
                                    

"Esto no va a acabar bien"

Chuuya se sentía muy angustiado mientras veía a su jefe hablar con una extraña complicidad con el jefe de la Agencia.

De por si el hecho de estar en ese lugar le causaba mucha preocupación... y dolor; todo se agravaba al pensar que el Jefe habría preferido "contratar" los servicios de esos detectives que confiar en su capacidad para resolver el caso.

No entendía bien que estaba planeando el jefe. No comprendía cual era el objetivo de presentarse en la agencia, a plena luz del día y con pocos refuerzos. A pesar de esa disyuntiva presente en sus mentes, él y Kouyou se mantenían fieles y lo siguieron sin negarse. Aun así, no podía evitar sentir que el médico le estaba diciendo entre líneas que él no podría resolver el caso, remarcando su incapacidad para cumplir con su trabajo. El pensar en eso, sentía un sabor amargo en el estómago.

La pérdida de las medicinas fue un golpe duro para la Port Mafia. Lo valioso de la compra no le afectaba de sobremanera al doctor, sabía que podría tener un contrabando de ese calibre de otro competidor, pero había sido la odisea de negociación con la empresa farmacéutica lo que había sido para él la verdadera recompensa. Saber que nadie, por más poderoso y pretensioso que se creyese podría negarse al final a las peticiones de la Port Mafia, le sabia como miel en los labios. No quería darle tanto crédito, pero la idea de que la perdida de las medicinas estaba enfocada en eso le rumeaba la mente. No podía permitir que alguien, quien sea, se crea capaz de retar a la Port Mafia. Se lo debía a él, y se lo debía a sus subordinados; cuidando su dignidad y sus vidas, decidió hablar con Fukuzawa.

-Realmente... no veo cual era la necesidad de tumbar la puerta.

-Lamento eso, pero me parecía una entrada apropiada para visitarte, viejo amigo.

Fukuzawa frunció un poco el ceño. Tenía a Mori al frente, teñía su rostro esa horrible sonrisa que lo acompañaba cuando se decidía por hacer alguna locura. No podía ver sus manos por debajo de la mesa, no obstante, podía imaginar con completa claridad el bisturí siendo empuñado.

-Amigo es demasiado, ¿no crees? Si nos encontráramos con la confianza de dos amigos no estarían dos de tus hombres aquí – Miro sobre el hombro de su enemigo acérrimo a los 2 pelirrojos, soberbios, apoyados en la puerta de su oficina. Ante la mención, ni siquiera bajaron la mirada.

-¿Hombres? ¿La edad te ha vuelto alguien tan vulgar? Te presento a mi mano derecha, mi mayor persona de confianza, la dama más hermosa y peligrosa de todo Japón, Ozaki Kouyou. Y mi mejor ejecutivo, el joven más fuerte de... tal vez todo el mundo, Nakahara Chuuya.

Chuuya y Kouyou mantuvieron el rostro serio ante aquellos cumplidos. No sabían a que jugaba el Jefe, más en sus almas ya estaba tatuado con sangre que lo apoyarlo hasta el final. Sea lo que sea. No tenían tiempo de agradecer por las palabras, sus mentes estaban ocupadas pensando como salvar al Jefe en caso tengan que enfrentarse contra toda la Agencia.

El jefe de la agencia tomo unos segundos, vio el rostro firme de los subordinados de Mori. Con la rojiza luz del atardecer, sus cabellos resplandecían como fuego ardiente. Se pregunto si por ese motivo, Mori los había elegido para acompañarlo; se preguntó, si había elegido aparecerse a esa hora solo para hacer brillar la cabellera de sus ejecutivos. Sin importar cual fuera la razón de tan excéntrica decisión, los asesinos apoyados en la puerta de madera, parecían estatuas resplandecientes, serenas y frívolas.

-¿Lo ves? No son mis simple hombres, a diferencia de ti, mis subordinados lo son todo- La mirada del doctor se oscureció, y su sonrisa se tatuó. Vanidoso, en terreno enemigo, no le importo presumir la amenaza y la belleza que representaba la Port Mafia.

PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora