Capitulo 6

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Hace unos 30 años, unos más, unos menos; en un pueblito alejado de la capital de Japón, vivía un pequeño niño con su madre. Se podría considerar que era un pequeño feliz, lo mas feliz que se puede ser en las zonas más pobres y sin recursos del país asiático, pero al ser aun inocente se conformaba con jugar con su mamá o perseguir a Jin, su perro, por los verdes campo de su pueblo.

Solo veía a su padre cuando este aparecía ebrio por las noches y golpeaba tan fuerte los muebles que toda la casa temblaba. Mamá siempre le hacía cerrar los ojos y contar hasta 100 mientras se tapaba los oídos, decía que era un juego para esconderse pero cuando abría los ojos, la mujer ya no estaba y solo escuchaba lamentos.

Su padre era un hombre bien visto por el pueblo, ya que Dios lo había bendecido con una habilidad, era extremadamente fuerte, podía levantar una vaca con un mano o mover montañas si se los propusiera. Nadie se le oponía y todos le servían pleitesía. Pero nunca jugaba con el pequeño que lo esperaba en casa, solo una vez, la última vez que vería a su hijo le dio un regalo.

-"Te he traído algo, acércate"- dijo con inusual ternura – "Con esto podrás cortar los cuellos de cualquier animal, conejo, liebre hasta de Jin. Felicidades hijo"

Recibió en sus pequeñas manos una navaja reluciente con mango de madera fina. Le intimido el objeto, aunque no sabía muy bien a que se refería su padre con cortar el cuello de Jin.

-"Algún día iremos de casería y te enseñare como degollar un ciervo como un hombre, igual de fuerte que tu padre debe ser hijo, igual que yo"

Su madre era conocida en el pueblo por sus distintas pociones curativas. Estas sin ningún fundamento científico parecían curar a los pobladores de cualquier mal. Le decían bruja por ahí, pero nadie la veía como una amenaza, además que con su marido nadie podía ni acercársele. Todos sabían que el único que podía pegarle era él.

Unos días antes de darle el regalo a su hijo, el padre escucho un rumor de que la hija del jefe del pueblo se había enfermado profundamente.

-"Seguro es por tomar el remedio de esa mujer"

-"Debe haberlo maldecido, escuche que su esposo le pidió al jefe un costal de arroz y este se negó. Seguro le ordeno a su mujer que los maldiga"

-"Bien sabia yo que era bruja, la he visto caminar desnuda por las noches"

En otro momento, el gigantesco hombre se habría molestado de aquellos rumores sobre su esposa, pero ese día se encontraba particularmente molesto con ella sin razón alguna y algo pasado de copas, así que prolifero a viva voz:

-"Si quieren matar a la bruja, tienen mi permiso. Que nadie atente contra la paz de este pueblo"

Es gracioso como suceden las cosas, como una avalancha que empieza por un pequeño rumor y termina con una mujer quemada en la hoguera.

Lo que paso después es historia.

El pequeño se escondió en la cocina cuando los enfurecidos pobladores llegaron. Escucho como le gritaban a su madre para que quitara el maleficio de la hija del jefe, pero ella negaba cualquier brujería.

Escucho cuando se llevaron a su madre. No supo que paso después, no supo que la llevaron puerta en puerta amarrada y azotada, obligándola a quitar la supuesta maldición. Tampoco supo nunca que a su madre le pasaron ajos por los ojos y por sus genitales, que la golpearon durante horas para hacerla confesar sus actos de brujería, ni que su propio padre, totalmente ebrio, se dedicó a golpearla hasta destruirle el rostro.

El pequeño paso todo el día y noche escondido como le había prometido a su mamá y cuando salió en su búsqueda se dirigió hacia el pueblo. Se escondió entre los animales y contemplo una escena que destruyo cualquier rastro de inocencia que le quedaba.

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