XXV

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Allen.

No mucho ha cambiado la forma en que practicamos juntos, aparte del hecho que lo hacemos bastante lejos el uno del otro. Hemos completado un par de canciones desde "el beso",  y aunque la primera noche fue un poco torpe, parece que hemos encontrado nuestro ritmo. No hemos hablado sobre el beso, tampoco acerca de WooBin, o de por qué toca él en el suelo, y por qué yo escribo solo en la cama. No hay razón para discutirlo, porque ambos estamos muy conscientes de todo eso.

El hecho de que hemos admitido nuestra atracción mutua, no parece haberla eliminado de la manera que esperábamos. Para mí, es como un enorme rinoceronte en la habitación. Se siente como si estar con él ocupara tanto espacio que me presiona contra la pared, quitándome los últimos rastros de aliento. Sigo diciéndome a mí mismo que esto mejorará, pero han pasado casi dos semanas desde el beso, y no se ha vuelto más fácil en absoluto.

Por suerte, tengo entrevistas la semana próxima, y si consigo que me contraten, por lo menos saldré más de la casa. WonJin y SeongMin, ambos trabajan y van a la escuela, así que no están mucho por aquí. Serim trabaja desde casa, así que el hecho de que ambos estemos solos la mayoría del día está siempre en la parte frontal de mi mente.

Sin embargo, de todas las horas del día, la que más odio es cuando Serim está en la ducha. Lo que significa que realmente odio esta hora, ya que es donde él está ahora mismo. Odio a donde van mis pensamientos cuando sé que está a una pared de distancia, completamente desnudo.

Dios, Allen.

Oigo el agua apagarse y el deslizar de la cortina de la ducha al abrirse. Aprieto mis ojos cerrados, intentando una vez más no imaginarlo. Este problema sería un buen momento del día para poner un poco de música y ahogar mis pensamientos. 

Tan pronto como la puerta se cierra entre el cuarto de baño y su dormitorio, hay un golpe en la puerta delantera. Con alegría salto de la cama y me dirijo hacia la sala de estar para librar mi mente del hecho de que sé que Serim está en su cuarto, vistiéndose.

Ni siquiera me molesto en mirar a través de la mirilla, lo cual fue un muy feo descuido por mi parte. Abro la puerta bruscamente para encontrar a MinHee, de pie tímidamente en la parte superior de las escaleras. Sus ojos en mí, su expresión compungida y nerviosa. Mi corazón cae en mi estómago de sólo verlo. Han pasado semanas desde la última vez que lo vi.

Estaba empezando a olvidar cómo lucía.

Su rubio cabello está más largo que la última vez, las raíces se hacen notar, y eso me recuerda que siempre soy el que programa sus citas con el peluquero. El hecho de que ni siquiera se había molestado en hacer su propia cita, lo hizo mucho más patético para mí.

—¿Debo darle a HyeongJun el número para tu peluquero? Tu cabello se ve horrible.—

La mención del nombre de HyeongJun lo hizo hacer una mueca. O tal vez el hecho de que no estoy saltando de vuelta a sus brazos lo que está causando esa expresión arrepentida en su rostro.

—Te ves bien—dice, tapando sus palabras con una sonrisa.

—Estoy bien—digo, no estoy seguro si le estoy mintiendo o no.

Corre una mano libre sobre su mandíbula y gira lejos de mí, pareciendo lamentar el hecho de estar aquí.

¿Cómo está aquí? ¿Cómo es que incluso sabe dónde vivo?

—¿Cómo supiste dónde encontrarme?—pregunto, inclinando mi cabeza con curiosidad.

Veo el cambio de sus ojos en una fracción de segundo mientras echa un vistazo a través del patio hacia el apartamento de HyeongJun. Es obvio que no quiere decirme lo que está pensando, porque con eso sólo admitirá el hecho de que todavía está visitando a HyeongJun regularmente.

Fine ||Sellen||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora