Capítulo seis: Cuando le entregas tu corazón a alguien es suyo para siempre.

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El día siguiente transcurrió de forma tranquila. Intenté no cruzarme con Matthew, cosa que no fue muy difícil. Y también intenté aprovechar el poco tiempo que pasaba con Cassie. Era como si volviera a depender de ella para no sentirme sola. Necesitaba tenerla cerca.

Durante la comida se me hizo difícil hacer callar a mi curiosidad que no dejaba de retumbar en mi cabeza preguntándome si Matt estaría esperándome fuera, o si estaría nervioso porque todavía no había llegado a nuestro punto de encuentro.
Cassie y yo nos sentamos en la que siempre había sido y seguía siendo nuestra mesa. Yo saque el que siempre había sido y seguía siendo mi almuerzo de todos los días: un sándwich de mantequilla de cacahuete y mermelada de frambuesas. Cassie tendía a variar según su estado de ánimo y su tiempo de elaboración: a veces eran sandwiches de embutido, otros días eran de Nutella, otras veces era simplemente una chocolatina y otras veces era arroz con algún tipo de filete de ternera, pollo o pescado. A juzgar por su comida de hoy, se encontraba baja de moral y tampoco había tenido mucho tiempo para preparar su bolsa de la comida...
— Bueno y, ¿qué tal matemáticas?
Cassie sacó su zumo de naranja y acto seguido le dio un buen muerdo a una de sus barritas de Kinder Bueno. Yo suspiré.
— ¿Tú que crees? — Imite su gesto y di un bocado a mi sándwich.
— Tengo una noticia, pero no sé si quieres oírla... — Cassie cambió inesperadamente de tema.
¿Noticia sobre qué?, o mejor dicho, ¿sobre quién?
— Preferiría que hablaramos de tu crush del día.— Imite su gesto intentando cambiar de tema por temor a esa noticia.
— Ah, sí.— Respondió como si justo hubiera recordado a ese chico que según ella la volvía loca.— Se llama Nathan. Le he conocido en mi clase de Francés.
Para Cassie el término conocer era muy distinto al del resto de las personas. Para ella conocer era tirarse toda la hora embobada mirando a esa persona y no dirigirle la palabra en ningún momento. Así conocia a sus conquistas mi amiga pelirroja.
— Es guapísimo...— Finalizó por el momento.
Obviamente no escuche toda la sarta de piropos que Cassie le dedico al susodicho Nathan. No es que tuviera cosas mejores en las que pensar, es que nunca había sido capaz de mantener la concentración en una conversación con Cassie en la que sólo interviniera ella. Quizá era mala amiga por ello, pero es algo que no era capaz de conseguir por muchas veces que me lo hubiera propuesto, veces como esta.
El almuerzo continuo con Cassie siguiendo con sus piropos hacia su Nathan, el de Francés, y yo con la mirada pérdida y asintiendo de vez en cuando para que Cassie no pensara que estaba hablado sola. Empecé a sentir que los párpados me pesaban así que apoyé la cabeza sobre mi puño derecho. La verdad es que no había descansado muy bien la noche anterior pero no pensaba que fuera capaz de quedarme dormida, no en esa situación. Sentí como poco a poco mis ojos se entrecerraban y es que el discurso que Cassie me estaba dando tampoco estaba siendo de gran ayuda.
— ¡NO ME LO PUEDO CREER!
Oí ese grito proveniente de alguien que se situaba a mi espalda. Decidí no darle importancia.
— ¡ES COMO TODOS! ¡ES UN CERDO! — Continué oyendo.
Observe como la gente de alrededor se levantaba y parecía dar bulla al asunto. Cassie se calló y también se levanto. Justo después oí lo que parecía el sonido de un tortazo. Eso me hizo salir de mi agotamiento repentino.
— Y TÚ, ¡TÚ ERES UNA ZORRA!
Fue lo que se oyó después de ese tortazo. Reconocí la voz al instante: Violet.
Me di la vuelta y aparte a todos los mirones que se habían formado alrededor de las implicadas. Algunos susurraban: "¿Lo has visto?", "¡Menudo guantazo!", "¿Eso es sangre?". Otros sólo reían y vitoreaban metiendo más cizaña al asunto. Yo sólo deseaba que esa supuesta sangre no estuviera emanando de mi hermana.
Conseguí hacerme hueco y lo primero que vi fue a una de las amigas de mi hermana tumbada en el suelo. La rubia. La que se había besado con Taylor Daniels hacía un par de días. Mi hermana se encontraba encima de ella, golpeándola. Esa es mi Crowell.— pensé para mis adentros. Rápidamente me acerqué a ella y la separe de esa chica rubia, de la que ni siquiera recuerdo su nombre. La chica tenía sangre en su labio inferior. Sin embargo mi hermana estaba intacta, salvo por su pelo que era un desastre. La agarre con fuerza de su hombro izquierdo, puesto que se estaba resistiendo y entonces sentí como si ya no pesara nada. Alcé la vista y vi como Matthew la sostenía del otro hombro. Mi hermana seguía llena de rabia pero conseguimos sacarla de todo ese barullo.

Touch » Matthew EspinosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora