Anahí odiaba los hospitales.
Tragó saliva para librarse del sabor agrio que se le había asentado en la garganta y de los espantosos recuerdos que le asaltaron en cuanto entró y estudió el directorio.
Lo último que necesitaba era volver a ver a su exmarido, por mucho que, supuestamente, hubiera pedido verla. Alfonso había dejado las cosas claras al marcharse hacía dos años. Y ella había conseguido sobreponerse. O casi.
El timbre del ascensor sonó al tiempo que se abrían las puertas. Venciendo su deseo de salir corriendo, Anahí entró y presionó el botón del piso al que iba.
A medida que ascendía, se acercaba a ver al hombre del que se había separado, cuya pérdida había estado a punto de acabar con ella. Una separación que creía haber superado, al menos parcialmente, hasta recibir la llamada que la había arrancado del sueño.
Sujetó el bolso con fuerza. Si no quería, no tenía por qué ver a Alfonso aunque hubiera exigido que la llamaran. «Exigir» era la palabra adecuada. Alfonso era incapaz de pedir algo amablemente.
Dando un suspiro, Anahí se detuvo delante de la recepción. –¿Puedo ayudarle en algo? –preguntó una enfermera desde detrás del mostrador, a la vez que organizaba unas carpetas.
–El doctor Thomas me está esperando.
–¿Es usted la señora Herrera? Por favor, sígame.
La enfermera la acompañó a una sala de estar privada y, tras decirle que el doctor no tardaría, se marchó.
Demasiado nerviosa como para sentarse, Anahí recorrió la sala arriba y abajo hasta que el sonido de la puerta le hizo girarse. Aquel debía ser el médico, aunque parecía muy joven para ser un neurocirujano.
–Gracias por venir, señora Herrera.
Al estrecharle la mano, Anahí fue consciente del contraste entre la limpia y cálida mano de él, y la suya, manchada de pintura y tan fría que se preguntó si no se le habría congelado la sangre al recibir noticias de Alfonso.
–Me dijo que Alfonso había sufrido un accidente.
–Así es. Perdió el control del coche y chocó contra un poste eléctrico.
Físicamente, se ha recuperado bien. Ahora que ha salido del coma, lo hemos pasado de la UCI a planta.
–Me dijeron que el accidente tuvo lugar hace seis semanas. ¿No es mucho tiempo para estar en coma?
–Así es. Llevaba varios días dando señales de estar consciente y tenía bien los reflejos. Anoche despertó finalmente preguntando por usted. El personal se sorprendió porque solo tenían apuntada a su madre como familiar.
Anahí se dejó caer en una silla. ¿Alfonso había preguntado por ella? El día que se marchó había dicho que no tenían nada más que decirse. ¿Estaban hablando de la misma persona?
–No-no lo entiendo –balbució.
–Aparte de las heridas, el señor Herrera sufre una amnesia postraumática. Es frecuente en el caso de lesiones del cerebro. Solo un tres por ciento de los enfermos no la padecen.
–Y él no está en ese tres por ciento.
Thomas negó con la cabeza.
–Se trata de una fase en la que los enfermos se sienten confusos y desorientados, y sufren pérdida de memoria reciente. En el caso del señor Herrera se da también una pérdida parcial de memoria a largo plazo. ¿Entiendo que no sabía nada del accidente?
ESTÁS LEYENDO
Siempre Conmigo
RomanceTodo dependía de su capacidad para recuperar el amor de su exmarido Tras un accidente, Alfonso Herrera sufrió una amnesia que le impedía recordar los últimos años de su vida, incluido el hecho de que había abandonado a su mujer. Y esta, Anahí, decid...