Tres

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—Este será tu cuarto temporalmente— me dijo Stark mientras que me mostraba una gran habitación con una gran cama blanca y un televisor. En un lateral había una estantería llena de libros, que seguro tenían que ser de Bruce y suyos. A su lado había un escritorio vacío con una silla rosa palo que en el fondo se veía incómoda. Y contaba, además, con una puerta que me llevaba a un baño particular, que contaba con un bater, lavabo y ducha.
—Podré acostumbrarme a esto— dije mientras inspeccionaba a fondo la habitación. Pasé un dedo cuidadosamente por el escritorio vacío. De reojo noté como Stark alzaba una ceja por mi comentario.
—Bueno, lo mínimo era darte un cuarto en condiciones, después de todo seguro que viviste estos últimos tres años en un sitio de mala muerte.
Me reí a carcajadas cuando le escuché decir eso. —No me hagas reír, Stark. Estuve viviendo en una de las mansiones de los Volkov, te sorprenderías si te contara la tecnología tan avanzada con la que cuentan. Pero he de admitir que esta cama se ve más cómoda que la de esa mansión rusa— dije tirándome en la cama y en efecto, tenía razón.
Stark interesado por lo que le había dicho se acercó y se sentó en la cama, —Con qué... tecnología más avanzada, ¿eh?
—Si no te importa necesito descansar— le dije con una sonrisa forzada, Stark pilló la indirecta y se levantó lentamente de la cama, con la esperanza que le confesara algo de su viaje de donde estaba hacia la puerta, —Stark— demandé en serio y salió de mi nuevo cuarto a regaña dientes.

Tras tomar una siesta de dos horas saqué voluntad para salir de la cama y encender la televisión. Como era de esperar alababan a los Vengadores, pero cuando mostró una imagen de ellos la confusión me invadió. Había una mujer y un hombre que no había visto nunca antes. Además de que había un chico que podría medir perfectamente lo mismo que yo vestido con un traje rojo, azul y negro que le cubría entero.
—Un día más, agradecemos a los Vengadores por su magnífica labor protegiendo el país— comunicó la reportera, dándole paso a más informativos irrelevantes.
Revisé los libros de la biblioteca y como siempre, tenía razón. Todos los libros eran de Bruce y Tony, sobre ciencia, mecánica y negocios.

Aburrida me cambié de ropa y me puse una camisa azul celeste holgada con unos pantalones vaqueros y unas deportivas blancas. Bajé al salón y Steve se encontraba hablando con Stark.
—Él no puede estar aquí. Es solo un crío.
—Ese crio es mi responsabilidad, y si tiene el traje es porque se lo merece. No quiero volver a escuchar nada más sobre el tema— le rebatió Stark alterado, mientras que le veía beber de una copa un líquido que parecía cerveza.
Pasé de largo y me dirigí a una gran cocina. Registré todos los armarios buscando algo que picar.
—Si buscas chocolate, no lo encontrarás— escuché a mi hermana desde el otro lado de la isla que separaba esta gran cocina del comedor.
Me volteé mirándola cara a cara, —¿En serio? Tanto dinero, tanto lujo, pero no tienen chocolate— puse los ojos en blanco y ella se rio.
Jugué con mis dedos cabizbaja, pensando.
—¿Qué pasa?
—Desde que me fui han ocurrido muchas cosas, os fuiste de la Torre a este enorme lugar, hay nuevos vengadores según he visto por la televisión y no sé...— no me hacía falta acabar la frase, porque ella sabía lo que iba a decir. Ella era la única persona a la que podía abrirme y contarle como me sentía. Sin miedo. Porque sabía que no me juzgaría. Que no me daría la espalda.
—Oye— acurrucó mis manos suavemente entre las suyas y levanté mi mirada hacia ella, —lo importante es que has vuelto, todo está bien, tú estás bien. Ahora estamos juntas.
Sonreí ante sus palabras. —Te he echado mucho de menos, Tasha. No te imaginas cuánto— y sin esperarlo mis ojos se aguaron y mi hermana vino corriendo a abrazarme y a calmarme. Como cuando éramos pequeñas y aún seguíamos encerradas en ese internado.
—Yo también, pequeñaja— me susurró, mientras me acariciaba el pelo suavemente.

Tras el abrazo me limpié los ojos bruscamente. Siempre odié que me vieran llorar, incluida Natasha.
Como si nada hubiera ocurrido, me recompuse.

Stark entró a la cocina, dejando su vaso sobre la isla y caminó hacia nosotras con una sonrisa, —Esta noche voy a celebrar una fiesta y estáis invitadas.
—¿Una fiesta? ¿Por qué?— le pregunté desorientada.
—Por tú llegada, seguro que a los demás le apetecen conocerte y saber de ti— dijo animado y salió de la cocina.
—Sabes que nunca ha necesitado un motivo para celebrar una fiesta, si no hubieras llegado hubiera encontrado otra excusa— dijo alegre mi hermana.
«Touché»
Nos separamos del abrazo y un mensaje zumbó de un móvil ajeno al mío. Natasha levantó su móvil y después de un breve —Nos vemos en la fiesta— se marchó.

Al cabo de varios minutos yo también me fui de la cocina con las manos vacías. Me sumergí en el largo pasillo blanco con esculturas grises que parecían costar millones y visualicé alguno de los cuadros abstractos que estaban colgados en las lisas paredes del pasillo.
Me quedé parada frente a uno, —Es un poco oscuro para mi gusto— escuché decir a Steve tras de mí.
Alcé una ceja sin mirarle, —Es cuestión de ver la belleza en esos colores.
—Cuando has vivido tanto tiempo entre guerras y los únicos colores que veías a tu alrededor eran fríos y oscuros, se te hace imposible apreciar la belleza en ellos.
Me crucé los brazos e intenté explorar el cuadro, visualizando cada detalle, —¿Tu crees?— sonreí, me giré mirándole a la cara, —Rogers debes pasar página, sino nunca podrás avanzar.
En sus ojos pude denotar un destello de vergüenza, —Respecto a lo de esta mañana, perdón, no te había reconocido.
Apoyé mi mano sobre su hombro como si me compadeciera de algún modo de el, —Si te sirve de algo, te recordaba menos peludo— me reí y él se tocó la barba riéndose.

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Nota de autora:
¡Hola, hola, holaaaa! ¿Qué os está pareciendo la historia?
Espero que os esté gustando <3

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