Cuatro

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La fiesta había comenzado hace veinte minutos y yo aún seguía encerrada en mi cuarto mirándome al espejo. Acaricié la suave tela del vestido por un momento y un recuerdo de la misión surcó mi memoria.

Como de costumbre hacía un frío espantoso en PevekRusia. Vladimir me mandó a escoltar a su hija mientras que él se reuniría con un mafioso muy importante en el sector. Meng-Chu. Así se hacía llamar, le conocía de oídas, "un mala hierba" unos le apodaban, otros le decían "diablo".
Acompañé a Ania hasta otra de las mansiones de los Volkov, —Más rápido, nueva, no querrás que nos congelemos. No sé por qué mi padre te contrató, se ve que eres una inepta.
Apreté la mandíbula y agarré con más fuerza el volante, detestaba el tono de prepotencia con el que me trataba y aún más que no pudiera contestarla.
Cuando llegamos a la lujosa mansión me quedé expectante. Si ya me pensaba que la otra mansión era lujosa, me quedaba corta describiendo esta.
Acompañé a Ania hasta la puerta, mis manos temblaban del frío, ni con los guantes podía entrar en calor. La nieve descendía hasta el suelo y algunos copos caían hasta mi pelo.
—Entra, ¿a qué esperas?— me demandó mirándome y yo confusa la seguí hacia dentro.
—Eres de pocas palabras— dedujo. —Me caes bien— dijo sonriente.
—No creo que su padre apruebe que esté mucho tiempo con usted— dije secamente.
Alzó una ceja e hizo un ademán con la mano como si le cansaran mis palabras, —Mi padre— dijo amargamente —, a él sólo le importa su trabajo y de todos modos, no creo que te eche de menos por unas horas.
Asentí de pie mientras que ella me hizo otro ademán para que la siguiera hasta su cuarto, de donde abrió un gran armario repleto de ropa.
—Hoy tengo una cena especial— sonrió —, no espero que lo entiendas. Si mi padre te llega a preguntar mi paradero, dile que he salido a ver una peli con alguien, invéntate un nombre, quién sea, él no conoce a mis amigas.
—Entendido, señorita Volkov.
Sacó de su armario un vestido dorado deslumbrante, que me dejó expectante. Se lo probó frente al espejo sin llegar a ponérselo e hizo una cara de horror, —Esto está pasado de moda.
Me miró y yo me tomé la libertad de hablar, —Pues parece bonito.
Soltó una carcajada forzada, —Lo es, pero lo he lucido demasiado que me he cansado de verlo. Acércate.
Me puse a su lado, frente al espejo y colocó el vestido frente a mí, —Tengo que admitir que a ti te queda bastante bien.
Sonreí ante su comentario.
—Pensaba en tirarlo, pero seguro que tú le podrás dar un mejor uso. Póntelo para salir, o lo que quiera que tú hagas...
Me tendió el vestido y no me quedó de otra que cogerlo, —No creo que deba aceptarlo.
—¡Agh! Acéptalo, seguro que es la prenda más cara que has tocado en toda tu vida.

Y así es, me lo quedé. Y debo admitir que me queda de muerte. Salí de mi habitación y fui hasta donde estaba la fiesta. Bajé por las escaleras, sonaba un suave música de fondo, Pillowtalk de Zayn Malik.
Visualicé mientras que me acercaba a la barra a muchas caras conocidas. Natasha, Tony, Bruce, Steve, Clint, Rhodey y Mariah.
—¡¿Cloe?!— escuché la voz de Thor tras de mí, me giré rápidamente y no pude contener mi sonrisa de felicidad.
—¡Thor!— sin contener mis impulsos me lancé hacia él para abrazarle.
No tardamos en separarnos del abrazo. —Me dijeron que te marchaste de los vengadores sin avisar.
—Y a mí que tu hermano estaba haciendo de las suyas.
Asintió con la cabeza, —Hay cosas que nunca cambian, pero hoy hemos venido a pasárnoslo bien y ha olvidarnos de los problemas.
—Tú lo has dicho— sonreí.
—Midgardiano en el bar, ponle lo que me habías dado antes, la cerveza esa.
Reí por su comportamiento.
—Está buena por si te lo preguntabas, pero no es lo suficientemente fuerte como para que me afecte.
Rodé los ojos, —Sé lo que es una cerveza y sí, para tu información las he probado— me burlé.
El camarero me trajo la cerveza y yo encantada la cogí y me la bebí. Mariah me vio y se acercó a saludarme, —¿Cómo estás? Furia me avisó que habías vuelto.
Sonreí, —Bien, echaba de menos estas fiestas.
—Suerte la tuya— bebió un sorbo de su vaso y yo sonreí, mientras que me alejé para bailar.

Empezó a sonar This is love por los altavoces y sonriente me puse a bailarla. Natasha se acercó a mí ambas y nos pusimos alrededor de diez personas a bailarlas entre risas.
—Esos pasos son nuevos— me dijo mi hermana mientras que me veía bailar.
—Tú tampoco te mueves nada mal.

Tras un rato bailando Stark apagó la música y se levantó delante de todos y alzó su copa. —Lo normal, es que en mis fiestas no celebre algo importante— dijo de broma sonsacándole un poco de risa a los invitados. —Pero hoy es la excepción. Hoy, celebramos que ha vuelto una compañera y una amiga. Si ya éramos fuerte sin ella, ahora lo somos más— la gente comenzó a aplaudir. —Cloe, desde tu ida perdimos a una de las agentes más valiosas en el equipo. Espero que quieras volver. Démosle un cálido aplauso a Cloe Romanova.

Alcé mi copa en gesto de agradecimiento hacia Stark y el hizo lo mismo.

Las horas pasaron y quedamos en la fiesta. Steve, Natasha, Clint, Thor, Tony, Bruce y yo. Los de siempre. —Ahora vuelvo— me fui al aseo y miré mi maquillaje.
Mientras que me lavaba las manos un mensaje me llegó al móvil.

"Te espero en Woodies, no le digas a nadie adónde vas"

Sabía quién era, no necesitaba ver su nombre. Era Furia. Nick Furia. Mi jefe.

Sin hacer el más mínimo ruido posible salí del aseo y me dirigí a la salida. Para mi suerte Stark me escribió el código de apertura de las puertas en un papel sobre mi cama.

Lejos de la base pedí un taxi y le mandé a que me dejara en frente del Joe's, que era uno de los bares más cercanos al Woodies.

Anduve entre la gente. Unos miraban cansados sus móviles, otros hablaban con otras personas y luego estaban los que caminaban en silencio. Entré al Woodie y vi la silueta de Nick en una mesa al fondo.
La gente de este local no tenía pinta de ser muy amigable, ni tampoco de fiar.
—Me han informado sobre sus progreso en Rusia, estamos muy orgullosos de usted, señorita Romanova. Ahora tenemos otro trabajo para usted— me dio disimuladamente varias carpetas. —Ya tendrá tiempo para verlas más tarde con más profundidad. Necesitamos que paré a ese hombre y que mantenga todo bajo control. Tiene ahí toda la información.
—Entendido, ¿algo más?
—Sí, sea prudente y guarde la mayor discreción posible. Esto es secreto y no debe salir por los medios de comunicación.
Asentí y en silencio me marché del local para volver a la base.

—Genial, vuelvo y lo único que recibo es otra misión. Deberían de darme un ascenso— refunfuñé en voz baja.

Volví a la base y sin hacer el más mínimo ruido posible subí a mi habitación para dejar las carpetas en el cajón del escritorio. Pero el ruido de unos nudillos contra mi puerta me descolocó.
Fui a abrir la puerta y me topé con el rostro de Natasha, —¿Adónde has ido?
—Al aseo— mentí.
Cruzó los brazos sobre su pecho y me miró seriamente, —No me mientas. A mí no.
—Tasha, he ido al aseo y luego he subido porque no me encontraba bien.
—Lo que tú digas, pero no esperes que me lo crea— me respondió molesta y se marchó con los demás.
Me dolía mentirle pero no podía decírselo, porque aunque confíe en ella, el trabajo es el trabajo. Y no podía arriesgarme. Porque podía ponerla en peligro. Y eso es lo último que que haría.

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Nota de la autora:
He tardado un poco, pero aquí tenéis el capítulo :)
Espero que os guste <3

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