Cinco

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Me estudié el informe de arriba abajo.
Era fácil tenía que sacarle información a Alexander Pierce, un agente de la propia S.H.I.E.L.D. Conocía ese nombre, el gran Alexander... Pierce, ese hombre nunca llegó inspirarme confianza. Más de una vez, había tenido el placer de cruzarme con él e intercambiar alguna que otra palabra. Pero ambos nos mostrábamos distantes, el uno al otro. Las pocas veces que frecuentaba la base de S.H.I.E.L.D. le veía ocupado con un maletín negro pegado a él, como si en el guardara algo muy importante y puedo asegurar que ahí dentro no había ninguna misión. Según lo escrito en el informe se retiró de las misiones hace cinco años, tras su misión en Rusia. Y después de aquello, le otorgaron un puesto en la empresa como uno de los jefes del departamento de investigación criminal. Arrugué las cejas al ver que no explicaron la misión que hizo en Rusia, ni una sola pista.
—Ahí pasó algo... Y me da que no fue nada bueno— murmuré mientras pasaba a la siguiente hoja.
Alice Rinisse —su exmujer— se divorció un año antes de que se retirara y tras eso ella se mudó a Vancouver y empezó a ejercer de maestra en un instituto.
Respecto a su vida normal parecía ser un hombre serio, que le gustaba mantener su rutina, jugaba al golf cada domingo, no tenía ninguna multa registrada, los martes iba a un bar cercano a su casa y cada mes visitaba un edificio en el otro pico de la ciudad.
«¿Un amigo? ¿Amante? ¿Hijo secreto? O tal vez ¿alguien al que le debe algo?» se me podían ocurrir diez mil razones por las que podría visitar ese edificio.
Nick me escribió una nota que supe descifrar: "Llevamos sospechando gran parte de la organización que desde que terminó su misión en Rusia, algo en él cambió. Respecto a la misión nadie sabe con exactitud lo que pasó, aunque en el informe no está escrito fue mandado a Rusia para que acabara con un científico que estaba creando una fórmula para modificar los genes de las personas. Cloe, lleva cuidado, confiamos en ti."

Escondí el informe y bajé a la cocina donde estaban todos desayunando. Natasha no me dirigió la mirada y yo la ignoré por completo. «Ya se le pasará.»
Me hice un café y me senté con los demás, —Ayer no te volvimos a ver en toda la noche— soltó Steve de la nada.
Moví con la cuchara tranquilamente en café y perezosamente le contesté, —Me entró sueño y subí a mi habitación, no quería molestaros.
—No te perdiste nada, de todos modos— añadió Clint mientras le daba una bocanada a su croissant. Pero sus ojeras bajo sus ojos y su pelo despeinado me indicaban lo contrario.
Pasamos el rato hablando y yo no podía evitar sonreír mientras que Stark intentaba engatusarme para que le contara la tecnología en la que trabajaban los rusos. —Stark su tecnología era avanzada pero no muy segura.
Pero sin importar mi comentario insistió cada vez más, —No importa, necesito saber que tiene la competencia para estar preparado.
Rodé los ojos pero antes de que pudiera decir algo Friday habló, —Se requiere de la presencia de lo vengadores en la sala de reuniones.
—El deber os llama— me despedí de ellos dejando mi taza sobre el fregadero.

Alexander no era ningún objetivo fácil, no había que pasar por alto que él era un espía. Sabía como cubrir los pasos y lo más seguro es que si me infiltrara en su base de datos o en su móvil descubriría que estaba ocurriendo algo. Nick me mandó un mensaje en número oculto a un móvil que no podía ser rastreado.

Te espero en la base.

Salí de mi habitación y bajé hacia la salida, pero mis pies se pararon cuando caminé por al lado de la sala de reuniones. —Es peligroso, está armado y está respaldado por personas de grandes títulos rusos y sokobianos.
Miré disimuladamente la foto que estaba proyectada en la pared de... Alexander. «Estamos persiguiendo al mismo objetivo.»
Todos estaban sentados alrededor de una mesa rectangular prestando atención a cada palabra de Stark, —Está misión tendremos que hacerla con mucha cautela, porque este vejestorio sabe quienes somos, así que necesitamos a alguien con el suficiente conocimiento de la central en la que trabaja y con un dominio de ruso y de fuerza excepcional.
Me alejé de la sala antes de que pudieran verme, pensando que la persona a la que le entregarían esa misión sería a Natasha, ella nació para las misiones, lo tenía todo: técnica, precisión, seriedad. Siempre fue la favorita de todos, mientras que yo me crié tras su sombra, donde la gente me exigía llegar a su nivel, y a comportarme igual.

—Furia me espera— le dije al entrometido agente que no me quería dejar entrar a su despacho.
—Pues que Furia lo confirme— me respondió con prepotencia mientras que me bloqueaba la puerta.
—Oye— miré la placa que tenía colgada en su americana —Robin, no seas coñazo y aparta el culo.
Se notaba que era nuevo por aquí, tal vez llevaba dos o tres meses, tenía apariencia confiada, de soberbio y con ansias de convertirse en el tipo de agente que recibe misiones del exterior.
Sonrió amargadamente y abrió la boca para replicarme, pero al momento se llevó un dedo a uno de sus auriculares, —Entendido—. Como si le costara decirlo me miró con asco y dijo sonsacándome una sonrisa de suficiencia y arrogancia, —: Pase.
Le di dos palmadas en su pecho antes de entrar — Sabía que nos acabaríamos entendiendo, Marc.

Furia se encontraba sentado con un rostro serio en su oficina. Me hizo un ademán para que me sentara frente a él y lo hice sin rechistar.
—Te hemos asignado una misión en la que Alexander Pierce necesitará de tus servicios. Él se pensará que irás a cumplir todas y cada una de sus instrucciones, y lo harás, pero aprovecharás para acercarte a él y decirnos todo lo que sepas.
—¿Cómo le habéis convencido para que haga misiones?— tuve la libertad de preguntar.
—Eso aún está en mis manos. Te mantendré al contacto de la situación, pero te advierto que no tardaremos más de lo necesario.

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Nota de la autora:
He aquí otro capítulo :)

Espero que os esté gustando <3

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