El Gordito.

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Aidan Gallagher.

"Hoy va a ser un buen día... Hay va a ser un buen día."

Repito la frase una y otra vez en mi cabeza tratando de convencerme. Me acomodo el cabello con la mano mientras silbo en el baño. Una vez que siento que estoy listo, bajo las escaleras para saludar a mis padres.

—Muy buenos días a mis dos personas favoritas — me acerco a cada uno para darle un beso en la mejilla.

—Buenos días hijo... — me sonrió mamá, me senté con ellos para desayunar — ¿Qué tal tu noche?

Hice una mueca y me apresuré a meterme el tenedor con la fruta para masticar lentamente. La verdad... Me la había estado pasando leyendo todos los comentarios en mis redes sociales. Si, era algo masoquista, se que no debería afectarme, pero no puedo evitarlo. Duele cuando te ponen ese tipo de comentarios sobre "¿Por que mejor no te mueres?" Tengo que admitir que algunos comentarios son demaciado ingeniosos, como ese de "Cara cuadrada" nunca se me hubiera ocurrido.

Trago despacio mi bocado mientras mis padres me ven atentos.

—Bien.

No quiero preocuparlos. Se que en algún momento tiene que dejar de afectarme lo que otros me digan. Pero por ahora, prefiero guardarmelo, hasta saber como lidiar con el. No quiero ser una carga para ellos. Soy lo suficientemente capaz. Aunque me distraigo con demasiada facilidad.

—Estaba pensando... Ya estamos en invierno, deberíamos ir de viaje los tres...

Le sonreí a mi papá. Siempre se preocupaba por todos. Mis padres eran las personas más bondadosas de todo el universo... Y no exageraba al decirlo.

—Me parecería bien, deberíamos darnos un descanso. Apenas Aidan a terminando la filmación de la serie... ¿Tu qué opinas hijo?

Mi madre me miró. Supongo que algo de aire fresco me ayudará.

— Me parece buena idea, pasaríamos tiempo familiar efectivo. — sonreí para ambos — y hablando de tiempo... — mire mi reloj de manecillas.

Me gustaba ver cómo cada segundo pasaba, me hacía pensar en la relatividad del tiempo.

— ¿Aidan? — escuché a mi mamá.

— ¿Ah? — levanté la vista.

— Ibas a decir algo hijo. — me recordó mi papá.

— Ah... — miré a todos lados tratando de recordar lo que diría, hasta que miré mi reloj. — Es tarde, tengo que irme o no llegaré a clases.

Me levanté tomando mis cosas para llevarlas a la cocina y lavar el plato, vaso y tenedor.

— Sabes que eso lo puedo hacer yo Hijo.

— Lo se mamá... — volteé para sonreírle — Pero puedo hacerlo, además, no tienes porque preocuparte.

Cuando termino, me seco las manos y tomo mi mochila para regresar a la sala y despedirme de mis padres.

— La corbata...

— Gracias papá...

Subí rápidamente a mi habitación para ir por la corbata y ponermela mientras bajaba.

— Puedo llevarte hijo.

— Tranquilo, iré en bicicleta. Nos vemos en la tarde

— Ten un excelente día hijo.

Sentí con una sonrisa revisando rápidamente si traía las llaves, una vez lo confirmo caminí a la puerta para salir. El frío aire del invierno azotó mi costado provocándome un escalofrío. Un pitido a mi lado me hizo apretar los frenos de la bicicleta, miré a mi alrededor buscando alguna confrontación, no era yo el causante de aquel pitido. El hombre que estaba a unos pocos metros de mi se asomó por la ventana.

She... Almas encontradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora