Esto no es un acto bondadoso

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No tenía idea de por qué estaba ahí.

Simplemente había pasado caminando después del trabajo, como siempre, hacia su departamento, para así poder descansar.

Pero, como hacía desde hace unas semanas atrás, ahora su café lo compraba en esas máquinas expendedoras, para así no tener que aparecerse en el local y ver a ese chico.

Si lo pensaba detenidamente, era bastante estúpido de su parte. Pero de cierta forma, a veces, se le hacía lo más lógico.

¿Cómo podría ver normalmente a Midoriya —según recordaba su apellido — cuando ahora sí había ido por su propia cuenta a intentar acostarse con él?

El motivo importaba una mierda.

Así como su vida.

Pero ese no era el punto.

Lo que sí, era que aunque se había hecho el hábito, no significaba que le encantara el café en lata. Casi siempre  lo compraba para tomarlo lentamente en el camino hasta su departamento, cosa que en esa ocasión no había hecho.

El sitio se encontraba en una de esas calles peatonales estrechas, flaqueada por pequeños departamentos y casas, a unas cuatro cuadras de donde vivía.

Ahí, había un pequeño cajón de aproximadamente tres metros por cinco, entre los límites de dos casas, donde habían tres máquinas expendedoras. Frente a éstas, estaba una pequeña banca oxidada y un bote de basura.

Bakugo, se había sentado ahí a tomar aquél café mientras se adentraba en sus pensamientos.

La luz del atardecer se desvanecería pronto, siendo sustituida por la luz de la luna y la artificial de las lámparas que se encontraban a cierta distancia de él.

Se sentía bastante más fresco, aunque no al punto de poder llamarse frío. Esa época estaba ya en su término.

Aún así el contraste del calorcito que le brindaba el café y el poco viento fresco rozarle la piel, era algo que lo mantuvo cuerdo en ese momento en el que casi recuerda toda la cadena de cosas que le habían llevado al punto en el que estaba.

Suspiró mientras se inclinaba hacia atrás dejando la lata a la mitad a un costado para apoyarse en sus manos y estirar un poco sus piernas, dejando que sus pantalones se alzaran un poquito desde su tobillo hasta unos centímetros más arriba.

Cerró los ojos y dejó de pensar en algo en concreto.

En esos problemas que aunque de cierta forma ya había superado, a veces, parecían volver para molestarlo y hacerle recordar que no era tan fuerte ni debía ser tan confiado como para dejarlos como algo "ya hecho".

Que siempre estarían ahí, esperando un momento de vulnerabilidad para atacarlo y hacerlo caer. Así como sucedió semanas atrás.

No pensó en esas palabras y miradas de todas las personas cercanas —y  otras no tanto— a él, que aunque tuviesen las mejores de las intenciones del mundo, le hacían sentir apartado. 

En esas veces en su juventud más temprana, que creía que nada de lo que dijeran o pensaran los demás le importaría, que llegaría a ser el mejor, fuese cual fuese el obstáculo.

Nada de eso había ahora. Sólo el sonido de su respiración, de las veces que tragaba saliva y...

...unos bibs.

Regresó a sentarse en su forma normal rápidamente, dejando de estar inclinado hacia atrás viendo a la persona que en ese momento le daba la espalda — porque estaba sacando algo de la máquina expendedora— con el corazón latiendo muy fuerte. ¿Lo habrá visto?

Esto no es un cuento de hadas. [Decchan/KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora