~ Capítulo 8 ~

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Después de ver a Max salir de la sala, cogí mis cosas y yo también me fuí.
No me importó que estuvieran ahí mi madre y el director, no iban a ser ellos quienes me pararan los pies.
En realidad no sabía porqué razón estaba haciendo esto pero solo sé que al salir de allí me encontré a un Max llorando en la entrada del instituto.
Él notó mi presencia y se secó rápidamente las lágrimas con la manga de su camiseta.

–Qué diablos quieres?

No sabía que responderle, me quedé en blanco, realmente no sabía porqué había ido a buscarlo, quizás sentía algún tipo de empatía por Max aunque no entiendo el porqué si el causante de todos mis problemas es él.

–Solo... me sorprendió que tuvieras esa reacción antes, quería preguntar, por qué?

–Por qué debería contarte mis problemas? Acaso me vas a ayudar en algo? Ni siquiera creo que te interese.

–Al contrario que tú, yo sí me preocupo por los demás e intento ayudarlos con sus problemas.

Rodeó sus ojos y se sentó en un banco que había unos metros más allá.
Yo le seguí y me senté con él.

–Por qué eres tan pesada?

–Ah perdona por intentar ayudarte cuando ni siquiera debería estar haciéndolo.

–Exacto, yo no te he pedido ayuda.

–Ah bueno, pues sino la quieres simplemente me iré.

–Adelante, vete.

Esa técnica nunca fallaba, él acababa de rechazar mi ayuda pero dentro de 5 segundos estaría arrepintiendose de sus palabras solo por el hecho de que en estos momentos, a Máximo Saywell algo le estaba comiendo por dentro, sus preocupaciones y miedos le pedían a gritos que intentara pedir ayuda contándoselo a alguien, aunque ese alguien fuera una persona con la que no querría estar y que detestaba, osea, yo.
Cinco...cuatro...tres...dos...uno.

–Espera Hilson, no te vayas por favor.

Y ahí estaba, la cara de Max que nunca mostraría a nadie pero que solo me la enseñaría hoy a mi, en este preciso instante, para poder estar en paz consigo mismo.

La Luz al final del túnel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora