CAPÍTULO III El ritual de la muerte.

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Ambos se miraron minutos antes de que entraran al santuario.

Al estar adentro no pudieron evitar mirar a su alrededor, cada fraile que pasaba por su lado se inclinaba en señal de respeto, pero cada una de las reverencias iba dirigida a Dewis. Kari miraba todo con algo de irritación, no sabiendo muy bien qué era lo que precisamente le molestaba de lo que pasaba. El sumo sacerdote, más su interprete y el joven que los protegía se detuvieron en un punto donde el pasillo se dividía en dos. Vieron al primero girarse en su dirección y la chica se acercó al lugar donde ellos se detuvieron.

-El sumo sacerdote ha indicado que deben tomar caminos diferentes por ahora.

-¡¿Qué?! –soltó Kari -. Me niego.

Dewis miraba a Kari, viendo como este se negaba a cumplir una orden del sumo sacerdote. Por su parte, el sumo sacerdote cubrió un poco su cara con la manga de su túnica.

-Entiendo su pensar... pero por ahora lo mejor es que sigan nuestras instrucciones.

-¡Eso...!

Kari se iba a quejar, pero se detuvo cuando sintió como Dewis tomaba la manga de su ropa, se giró a verlo un momento.

-Yo creo que deberíamos hacerlo.

No podía creer lo que estaba escuchando, estaba enojado, no solo con el templo sino también con Dewis por lo que le estaba diciendo, aun así, no hizo nada más que quedarse allí. Dewis deslizó su agarre para sostener la mano de Kari un instante que pareció eterno. El ambiente fue roto cuando la chica aclaro su garganta, si continuaban así, iban a durar parados en la entrada todo el día.

-Hay que seguir...

Dewis asintió con la cabeza e iba a soltar la mano ajena, pero antes de que pasara, Kari la sostuvo y apretó un poco. Se miraron en silencio unos segundos más antes de dejar ir la mano de su compañero.

Sin agregarse más nada, Kari se marchó con el chico de cabello azul en una dirección y en la otra se fue Dewis con el sumo sacerdote y la chica. Dewis no podía evitar pensar de más sobre toda esa situación, aun así, decidió confiar en esas personas, aunque no podía evitar dudar, ya que no había estado en el templo desde esa vez que regreso hace años atrás. Dejó de divagar dentro de su mente al momento en que notó que la chica y el sumo sacerdote se detenían delante de una puerta.

-Entremos en esta habitación.

Asintió con la cabeza, siguiendo la instrucción de entrar en aquel lugar. Al hacerlo se detuvo un instante en el umbral, principalmente porque se sorprendió de lo extravagante de ese sitio. La habitación se veía tan lujosa, más de lo que Dewis estaba acostumbrado.

» ¿Sucede algo?

Dewis dirigió su mirada a la chica.

-¿Esta es su habitación? –pregunto refiriéndose al sumo sacerdote -. Si es así, yo... No creo.

-No –dijo ella en tono tranquila -. Esta será tu habitación.

La sorpresa se acentuó aún más en su rostro, normalmente recibía una habitación común debido a su estatus. Dewis creía honestamente que aquel cuarto iba más con la posición de Kari que la de él.

-Yo creo...

-Ahora mismo –interrumpió Jeiss -. Usted tiene una posición semejante o quizás superior a la del sumo sacerdote, es normal que reciba esta habitación.

-Aunque diga eso...

No se sentía cómodo con aquello, porque él no deseaba ser visto con una posición que no era la suya. Al final, Dewis se sentía orgulloso de ser caballero, por eso mismo no deseaba esa clase de trato especial.

Mi niño amadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora