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¿Saben cuál es la mayor fuerza motora del ser humano?

El poder, el odio... pero sobre todo: el miedo.

Seres místicos.

Donovan.

Me levanto de la cama un tanto aturdido por la conversación de anoche con Ava.

¿Sólo la quiero por su poder? Ese se suponía que era el plan pero... ¿Siento cosas por ella? No, no puedo sentir nada por ella, no debo, pero... ¡Joder! Mi necesidad de protegerla, mi instinto de arrebatarla de brazos de quien se le acerque, mis celos... No, yo no puedo sentir nada por ella, no.

Me dirijo a la cocina a buscar un vaso de agua cuando me encuentro con Thomas, quien está recostado de la encimera.

—¿Todo bien?—indago, curioso.

—No quiero seguir con esto. No quiero seguir con el plan, Donovan-suelta de forma agresiva, con un tono de arrepentimiento.

—Thomas, sabes que...

—¡No, joder! No puedo seguir con esto, ¿vale? No puedo dejar que le hagan daño, ¿no lo entiendes? No puedo dejar que pase...

Sus ojos grises indagan algún sentimientos en los míos, sentimiento que no encuentra porque no lo hay.

—Eres un hijo de puta cobarde—ríe con sarcasmo al darse cuenta—. ¿Quién te ayudó?

Empieza a acercarse cuando recibe silencio por mi parte.

—Me vas a decir ahora mismo quién carajos te ayudó, Donovan.

—Aria—finalmente lo suelto—, fue Aria, ya sabes que siempre me ha ayudado.

—Hija de puta traicionera...—dice antes de darse la vuelta y salir por la cocina. Yo no tardo en seguirlo, sé el show que va a montar.

Aria siempre ha sido de gran ayuda cuando necesito de sus... ¿habilidades místicas? Bueno, ¿da igual, no?

Me quedo parado en el umbral de la puerta a ver el espectáculo de Thomas.

—¿Por qué carajos lo ayudas, Aria?—le pregunta a la pelinegra, quien yace acostada en su cama viendo la computadora.

Ella despega la mirada de la laptop, lo mira y hace un gesto de disgusto antes de volver a mirar a el aparato.

—¿Eres sorda o que mierda te pasa?

—Déjame en paz, Thomas—le suelta sin mirarlo—. No es tu problema lo que haga con mi vida. Decidí ayudarlo y ya, ¿si?

—¿Tu no eras amiga de Ava o qué carajo?—Thomas cierra la pantalla de la laptop.

—¿Pero que tiene que ver Ava con que haya inmunizado los sentimientos de Donovan?

—¡Precisamente, joder!—le grita el portugués—. Donovan quiere seguir con el plan, y no puede hacerlo siendo él porque está enamorado de Ava.

—Thomas, cállate—exclamo.

—A ver—Aria se levanta de la cama—. Maldito cabrón hijo de puta. ¡Ava es mi amiga!

Se para en frente de mi y acto seguido, atina su puño en mi cara con una fuerza inhumana.

—¡Auch!—se ríe Thomas.

—Cabrona, tienes mucha fuerza—sostengo mi mandíbula.

—Cállate, imbécil. Jamás volveré a usar mi magia contigo.

Vuelve a la cama y abre de nuevo su laptop, aunque una silueta en la puerta llama la atención de los tres.

—¿Magia...?—Ava un tanto aturdida, nos mira esperando una respuerta—¿De qué demonios hablan?

Sin EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora