Clarice se retrajo un poco y me miró con temor.
— Has sacado muchas.
Señaló con temblorosa voz.
— Uy, ¡ya lo creo!
Exclamé entusiasmado.
— Son tantas, que, ¿sabes?, ¡voy a enviarle unas cuantas a mamá!
— ¡¿No serás capaz?!
Gritó petrificada Clarice.
Asentí varias veces para asegurárselo. A continuación, tecleé en el móvil, accedí a la aplicación de Whatsapp y busqué a nuestra madre. Cuando lo vió, Clarice se acercó a mí asustada.
— Me dispongo a mandárselo.
Dije con seguridad.
Desesperada, me hermana se abalanzó, tratando de quitarme el móvil pero yo fui más rápido y esquivé su acometida. Casi se cae la pobre. Me miró desesperada.
— Por favor, no hagas eso.
Dijo suplicante.
Toda esta situación me estaba divirtiendo. En el fondo, me daba pena tener que hacerla pasar por todo esto, pero ella solita se lo había buscado. Si nuestros padres no la paraban, iba a tener que ser yo, como hermano mayor, quien lo hiciese.
— Lamento tener que decirte que no me queda otra alternativa.
Oír eso, la puso más nerviosa. Estaba dispuesta a hacer lo necesario para que no mandase las fotos. Se fue a la cama y tomó un par de billetes que me ofreció sin pensarlo. Me quedé alucinado.
— ¿Qué haces?
Pregunté estupefacto.
— Carlos, si no mandas esas fotos, te daré todo este dinero.
Me dijo Clarice.
Yo miré el dinero y luego a mi hermana, en cuyos ojos noté clara desesperación por que aceptara el trato. Pero no iba a ser así. Eso no es lo que quería de ella.
— Me temo que no puedo aceptar tu dinero.
Respondí.
— ¿Por qué?
La pregunta sonaba muy ansiosa y desesperada.
Me quedé callado sin saber si responder o no hacerlo. Al final, decidí contestar a la pobre.
— Verás, por un lado, ya tengo dinero de sobra con lo que gano del trabajo.
Se quedó callada mientras me escuchaba.
— Por otro, ese dinero que me ofreces es robado. Si papá y mamá lo descubren y se enteran de que lo has compartido conmigo, me caerá una tormenta. Lo último que desearía es meterme en problemas con ellos dos. ¿Lo has entendido?
No supo que decir ante esto. Su mirada se encontró con la mía y trató de convencerme pero era inútil. A no ser que hiciera lo que yo quisiera.
— Hay otra forma de solucionar este embrollo.
Clarice se quedó extrañada ante lo que dije.
— ¿Cómo?
Nunca he mencionado lo mucho que me he sentido atraído por mi hermana.
Continuará...
LAURA MARTÍNEZ ❤️