Se levantó en un santiamén del suelo y quedó más recta que un joven recluta en el ejército al que habían llamado a formar. Yo miré al montón de billetes que había sobre la cama y sonreí con mala intención.
— Vaya, ¡así que de aquí es de donde estás sacando el dinero para irte de fiesta!
Clarice miró de refilón los billetes y luego, se volvió con el semblante muy blanco. Se notaba alterada.
— No, no es lo que parece.
Intentó explicarse.
Suspiré con alevosía y revisé con mis ojos el resto de la habitación, observando cada mueble y pertenencia de mis padres. Para cuando volví de nuevo a mi hermana, esta tenía la cabeza agachada, las manos colocadas por detrás y temblando un poco. Se hallaba entre la espada y la pared, justo como yo quería.
— Clari, lo he visto todo.
Dije de forma tranquila, pero clara.
— Como has abierto el cajón, sacabas las bragas de mamá y como tomabas el dinero. Y este no ha sido el único día. La semana pasada ya te pillé.
— Mierda, sabía que no debí de hacer esto mientras tu estuvieras en casa.
La chica sonaba fastidiada y molesta por esto.
Nos quedamos callados por un momento, pero enseguida Clarice volvió a la carga.
— Bueno, pues tú no les digas nada a los viejos y ya está.
Me eché a reír ante semejante sugerencia. Mi hermana quedó contrariada ante mi cómica reacción.
— ¿Qué te hace tanta gracia?
Preguntó confusa.
— ¿De veras crees que me voy a quedar al margen por esto?
Comenté yo, buscando aguantar las ganas de reír más.
— Joder Clari, ¡les estás sisando dinero a nuestros padres!
— Pues por la seguridad de tus futuros hijos, más vale que no les digas nada.
Dijo amenazadora.
He de reconocer que Clarice tiene un temperamento fuerte y que cuando se cabrea, puede llegar a ser muy peligrosa. Pero a mí no me da ningún miedo y en esos momentos, tampoco.
— Lo lamento bonita, pero voy a tener que decírselo a ellos.
Respondí resuelto.
Esto es algo que no puedo permitir.
— Ah, ¿sí?
Cuestionó ella burlona.
— ¿Y cómo pretendes demostrarles a papá y mamá que he estado robándoles dinero? ¡No tienes ninguna prueba que me incrimine!
Pero que ingenua podía llegar a ser mi hermanita. Sin dudarlo, saqué mi móvil del bolsillo y en sus narices, le planté todas las fotos que había sacado con ella robando dinero. La cara de chica desafiante y decidida cambió a una de ignoto terror ipso facto.
Continuará...
LAURA MARTÍNEZ ❤️
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Pequeño Chantaje [Terminada]
Krótkie OpowiadaniaContienen 22 Capitulo Créditos a su autor/a