𝐀𝐃𝐃𝐈𝐂𝐓𝐈𝐕𝐄 | Levi Ackerman

-19-

Capítulo 19

¿Quién mierda se cree que es?

Me toca sin mi consentimiento y se enfada porque lo detengo...

Increíble.

Además, más de un cuarto de la legión vió el escándalo. No pasará mucho tiempo hasta que toda la isla lo sepa.

Aún mi cuerpo temblaba al recordar todas los ojos sobre mi en ese momento. Para mi suerte, la mayoría de los presentes eran de años menores al mío. Personas a las cuales quería generar una buena impresión pero seguramente ahora estarán pensando lo peor.

Dios, por un momento lo olvidé.

Levi también vió todo.

Con lo severo que es, seguramente se ofenderá y decidirá ignorarme por el resto de mi existencia.

Pensará que estoy jugando sucio y todo lo que salió de mi boca fue porquería.

Pateé una pequeña roca y seguí con mi camino.

De manera inconsciente, mis pasos me habían llevado hasta el establo de la base. Entré en este y me dirigí hasta uno de los compartimentos en el que uno de los caballos descansaba. Me senté arriba de su fardo de heno y crucé mis brazos sobre mi pecho.

Mi vista quedó justamente en el caballo. Su pelaje negro con pequeñas manchas blancas, su larga caballera negra y su cola de ambos colores brillaban bajo la luz del sol que se lograba colar por una pequeña ventana del lugar.

El animal me observaba en silencio mientras comía con lentitud un pedazo de hierba seca.

"¿Y tú qué?" alcé mi cabeza cuestionando al animal.

El caballo refunfuñó y siguió con su comida.

Chasqueo mi lengua mientras desvío mi vista hasta el suelo.

"¿Qué te hizo el caballo?" una voz familiar logró llamar mi atención.

Kei se encontraba recargado en el marco de la puerta imitando la manera en la que mis brazos abrazaban mi torso.

"¿Cómo estás?" preguntó a la vez que sus ojos amarillentos estudiaban cada parte de mi rostro.

"Bien, ¿tú?" respondí tratando de parecer lo más natural posible.

"Bueno, yo no fui el cuál golpeó a ese chico en el comedor." elevó sus hombros con indiferencia y a paso lento comenzó a acercarse a mí.

"Se lo merecía." murmuro.

Con ambas manos ahora en los bolsillos de su pantalón, Kei tomó lugar a mi lado en el fardo de heno.

"Con solo ver su rostro puedo darte la razón. Tiene una cara de imbécil."

"Me alegra saber que no soy la única que piensa eso." hice un amago de sonrisa a la vez que atraje mis piernas hasta mi pecho y poso mi mentón en mis rodillas.

"Oh, ten." me tendió una barrita energética. "Noté que aún no tenías nada en tu plato, pensé que tendrías hambre." respondió a mi mirada incrédula con suma indiferencia.

Mis ojos viajaron de la barrita hasta él por unos segundos. "Gracias." sonreí vagamente mientras la recibo.

Mi sonrisa se esfumó completamente cuando vi la notoria mordida en una de las esquinas de esta.

"Perdón." dijo anticipándose a mis pensamientos.

Negué ligeramente con mi cabeza a la vez que muerdo la parte contraria.