Jake Pierce.
Estoy en una banda.
Estoy.en.una.jodida.banda.
Mamá lanza un grito emocionado en cuanto termino de hablar.
—¡Oh, cariño! ¡En sensacional! —cruza la sala a toda prisa antes de envolverme en sus brazos.
Suelto un quejido cuando este se hace demasiado fuerte, sin embargo, mantengo la sonrisa en mi rostro.
—Sabía que lo conseguirías, amor —asegura colocando las manos a los costados de mi rostro —eres tan talentoso.
—Gracias, mamá —respondo con una sonrisa —Sé que dije que intentaría pasar más tiempo en casa, pero...
—Oh, no —dice ella sacudiendo las manos —sé que ahora tendrás más ocupaciones, Jake. No te preocupes por mí, estaré bien. —afirma. —Ahora tal vez deba de hacer ese pastel de zanahoria que tanto te gusta, solo para celebrar.
Asiento, sin apartar la pequeña sonrisa del rostro mientras la observo moverse con prisa por la cocina en búsqueda de todos los ingredientes que necesitará.
Conocí a Margot Pierce a la edad de quince años, luego de haber pasado poco más de una década en hogares temporales, estaba convencido de que a ese paso terminaría por cumplir la mayoría de edad y entonces la casa hogar en la que estaba terminaría por echarme a la calle.
Pero Margot llegó antes de que eso pudiera suceder. No parecía alguien que quisiera o necesitara de una adopción, era una mujer alta, delgada, joven. Su cabello rubio ondulado y su piel bronceada la hacían lucir como una modelo. El aire frío que emanaba de ella me hizo pensar que tal vez era esa clase de personas que se ofrecían a dar hogares temporales a chicos como yo solo por el dinero que eso significaba.
Sin embargo, fue todo lo contrario. La amabilidad y calidez que sentí con ella desde el primer momento en el que la conocí, no había desaparecido. Se ganó la confianza de un chico que prácticamente estaba convencido que viviría en las calles, y se convirtió en mi madre.
Impulsó mis deseos sobre la música, me regaló mi primera guitarra porque la que tenía, que fue una donación en la casa hogar, estaba demasiado vieja como para producir música decente.
E incluso adaptó un pequeño espacio en la casa para que me sirviera a modo de estudio, lugar en donde pasaba largas horas componiendo. Aun cuando no me atrevía siquiera a mostrarle esas letras.
—Todo esto es gracias a ti —respondo consiguiendo que ella eleve la mirada. Se limpia las manos en el delantal que se ha puesto, y sonríe.
—Lo que has logrado es por tu increíble talento —asegura. —Yo solo intento darte lo mejor que puedo.
—Me sacaste del sistema de adopción, eso es más de lo que merecía.
—Jake, cielo, tu mereces mucho más —asegura —lo sabes. ¿no? Mereces todo lo bueno que la vida quiera darte, no debes rechazarlo.
Ella camina los pocos metros que nos separan, antes de envolverme en sus brazos. Esta vez, lo hace de una forma más suave, más cálida.
—Tal vez debas de invitar a los chicos a comer —sugiere —ya sabes, quiero conocer a los chicos que estarán rodeando a mi hijo.
—Todos ellos son increíbles —confieso —No tienes que preocuparte.
—No estoy preocupada —responde sin mirarme y con eso, sé que miente.
Entendía que estuviese preocupada, es decir, pronto su hijo se enfrascaría en una carrera de artista junto con tres chicos que eran desconocidos para ella. Todos con historias diferentes, era normal que quisiera conocerlos.
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The Last Desire
Любовные романыContinuación de la historia "Todo lo que nunca quise". No es necesario leer esa para entender este libro. Los sueños no siempre son los mismos, cambian, se hacen más grandes. Conforme los años pasan, parecen ser cada vez más inalcanzables, pero no...