Continuación de la historia "Todo lo que nunca quise". No es necesario leer esa para entender este libro.
Los sueños no siempre son los mismos, cambian, se hacen más grandes.
Conforme los años pasan, parecen ser cada vez más inalcanzables, pero no...
No me cansaría nunca de esta sensación, no creo poder acostumbrarme al estallido de emoción y satisfacción en mi cuerpo luego de cada concierto, más aún, si es la fecha exacta en la que cumplíamos un año como banda.
Hacía treinta minutos aproximadamente que el concierto había terminado, ahora estábamos en el hotel, en una espera interminable a que Alexander decidiera aparecer.
—Bueno, creo que nos ha dejado plantados —pronuncia Steph con una mueca—él se lo pierde.
Se inclina hasta tomar una de las cervezas que están en la pequeña nevera del centro y la alza.
—¡Por nosotros!
Ethan y yo reímos, habíamos planeado una pequeña celebración para festejar nuestro primer año como banda, se suponía que los cuatro deberíamos de estar aquí, pero Alexander no apareció a la hora acordada.
—Está con su chica, y es comprensible, que, si yo no viera a mi novia por tres meses, no saldría de esa habitación en varias horas. —pronuncia Ethan con diversión.
Steph adopta un gesto serio.
—No es correcto que hablemos de su intimidad —reprende.
—No quieras hacerte el amigo ejemplar con nosotros —objeto. Le doy un sorbo a la botella de cerveza, disfrutando del sabor que deja en mi boca.
La comida llega unos minutos después, y así es como el centro de la habitación queda completamente lleno de toda clase de comida nada nutritiva que, si mi madre viera esto, seguramente le da un infarto, pero que es extremadamente deliciosa como para rechazarla.
No sé la hora exacta en la que regreso a la habitación, probablemente son las tres o cuatro de la mañana, había bebido suficiente alcohol como para sentir que podría quedarme dormido en medio del pasillo, gracias al cielo eso no sucede y consigo llegar a mi cama.
Es increíble como algo que amas hacer consigue llenarte de la manera en la que esto lo hacía, es sorprendente como algo puede darte tanta felicidad que desearías jamás dejar de hacerlo, desear que nunca deje de sentirse así.
Le envió un mensaje a mamá, siempre procuraba mantenerme comunicado con ella, en cualquier momento. La pantalla se ilumina un par de minutos después, sonrío, aun cuando siento que mis párpados se están cerrando consigo leer el mensaje de mamá.
"Felicidades por el primer año, me alegra muchísimo que estés viviendo tu sueño, cariño, y deseo que nunca dejes de vivirlo"
No tengo la energía para responder, sin embargo, estoy completamente seguro de que Margot, sabe lo agradecido que estoy con ella, sabe que, sin su ayuda, yo jamás hubiese conseguido estar aquí.
Le debo tanto. Y me había prometido a mí mismo que en algún momento, le pagaría, era una promesa que no iba a romper.
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