Jake Pierce.
Me encuentro en el pequeño cuarto que Colton me había dado para usar a modo de estudio. Era pequeño, pero lo suficientemente acogedor como para permitirme sentir cómodo para componer.
Las letras de varias canciones se encontraban dentro del pequeño gabinete de metal, sin embargo, nadie sabía de ellas.
Colton nos había incitado a componer, decía que la música que producíamos debía ser en conjunto, que todos debíamos aportar, pero lo cierto es que ese mérito solo era de Alex y de Stephen, ninguno de ellos parecía tener problema alguno en enseñar sus letras, que, a decir verdad, eran increíbles.
Un par de toques en la puerta me hacen elevar la mirada, se abre después de eso y mi vista inmediatamente se posan en Ethan. Él sonríe, mientras ingresa con un par de vasos de gaseosa y una bolsa de papel.
—Pensé que estarías hambriento —pronuncia —los chicos y yo fuimos a comer, pero Daniel dijo que no querías que te molestaran.
—Sí, estaba algo ocupado —confieso cerrando la libreta.
—¿Componiendo? —se acerca hasta dejar un vaso de gaseosa sobre el escritorio y luego se aparta hasta colocarse en el sillón que está a un par de metros.
—Algo así —confieso —no es la gran cosa.
Él me observa con detenimiento. Ethan era probablemente la persona a la que más cercano me había vuelto en estos meses que llevábamos como banda. Alexander y Stephen parecían llevarse bien desde antes, así que Ethan y yo nos acoplábamos a ellos. Los cuatro somos amigos, pero es innegable que con Ethan hay una relación más cercana.
—Entiendo —murmura con lentitud.
—Tal vez puedas echarle un vistazo después —sugiero —solo para saber tu opinión.
—Claro que sí —el dibuja una sonrisa en el rostro mientras asiente levemente. —estaré encantado.
—Bien —regreso mi atención a la libreta, el movimiento de Ethan me hace mirarlo de nuevo.
—Te dejo trabajar entonces —afirma —son donas de chocolate —informa mientras deja la bolsa de papel frente a mí.
—Gracias, Ethan —él me hace un ademán y luego se marcha. Le doy un sorbo al refresco por medio de la pajilla que tiene e inmediatamente la sensación de frescura me llena la boca.
Permanezco un largo rato más en la pequeña habitación antes de atreverme a bajar. Cuando lo hago, los chicos están reunidos en el estudio. Ríen por alguna broma que Steph ha hecho y en cuanto me ven, su completa atención se centra en mí.
—Hey, hasta que sales de esa cueva —murmura Steph, no me pasa desapercibido el codazo que Alexander deja en una de sus costillas, el cual falla en el intento de ser discreto. —¿Qué?
—Déjalo —pide —¿Todo en orden, Jake?
—Todo de maravilla —confieso. Afianzo mi agarre en la carpeta que sostengo en las manos, ellos parecen reparar en eso, y se mantienen en silencio esperando por que diga algo —yo me preguntaba si tal vez pueden darle un vistazo —informo extendiendo la carpeta en su dirección —Son algunas letras de canciones.
Alex toma la carpeta, retuerzo mis dedos mientras observo como los chicos se apegan a él para conseguir leerlas. Steph toma un par de hojas y Ethan lo imita. Los minutos corren mientras me siento cada vez más ansioso por conocer su opinión.
—Oh vaya —Alex es el primero en hablar —¿son tuyas? Dios esa pregunta es estúpida —se reprende a él mismo —lo que quiero decir es, son geniales, Jake. Realmente asombrosas.
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The Last Desire
RomanceContinuación de la historia "Todo lo que nunca quise". No es necesario leer esa para entender este libro. Los sueños no siempre son los mismos, cambian, se hacen más grandes. Conforme los años pasan, parecen ser cada vez más inalcanzables, pero no...