Capítulo 10

565 89 11
                                    

Stephen West.

—¿De verdad tenemos que hacerlo ahora? —Observo con fastidio a Alexander mientras caminamos por el centro comercial—. Si algún reportero o fans consiguen una foto nuestra en una joyería, tu novia va a enterarse de tus planes.

—Aún no se sabe que hemos llegado a la ciudad —objeta. Se acomoda las gafas y la gorra antes de seguir caminando con prisa—. Ahí está.

Señala un punto a varios metros de nosotros, el nombre de la joyería que estábamos buscando se deja ver en un gran letrero. Volteo, asegurándome que nadie nos está siguiendo.

Era cansado no poder ir de compras sin que algún reportero apareciera, extrañaba mi privacidad, y lo bien que se sentía salir sin tener que ser escoltados por guardias.

Los dos hombres que Daniel nos había asignado como guarda espaldas caminan a unos metros de nosotros, mirando con atención a nuestro alrededor. Me había visto en la necesidad de ser arrastrado por Alexander al centro comercial, al parecer, quería proponerle matrimonio a su novia.

Por poco y sufro un infarto ante tal noticia, mi amigo quería casarse, ¿Cómo se reaccionaba ante eso?

—Si por alguna razón aparece un reportero, tú estás en búsqueda de un anillo. —pide.

—¿Yo? —casi quiero reír ante su petición—. ¿Tengo que recordarte que ni pareja tengo? —cuestiono—. Nadie va a creer ese cuento.

—Aguarden aquí. —Alexander les pide a los hombres que han conseguido llegar a un par de pasos de distancia—. Estaremos bien ahí dentro, no los necesitamos.

Empuja el cristal de la puerta para permitirnos el acceso.

—Alex, si un periodista...

—Stephen necesito que cierres la boca porque comienzas a ponerme nervioso —pide. Elevo las manos, indicándole que dejaré de molestar y él rueda los ojos.

El encargado de la joyería se acerca, intercambian algunas palabras antes de alejarse algunos pasos, agradecía que la única manera de ver al interior del establecimiento, era por los cristales de la parte delantera, así que, si algún periodista se acercaba, lo vería a la perfección.

Sin embargo, Alexander no escoge ningún anillo ahí, ni siquiera en las siguientes cinco joyerías que visitamos.

Por Dios, ¿qué tan difícil puede ser escoger un anillo de compromiso?

—Esta es la última —advierto en un suspiro cansado —Alex, no seas tan indeciso que estoy seguro que Grace te diría que sí aun que le pidieras matrimonio con un anillo de plástico de un dólar.

Llevábamos todo el día fuera, me sorprendía que Colton no nos hubiese llamado para volver al hotel. Y comienzo a sospechar que eso se debe a Alexander.

—Si no lo encontramos en esta, regresamos al hotel —promete.

—Bien.

Ambos bajamos del auto. Alex mira a nuestro alrededor como si intentara asegurarse que ningún periodista nos venía siguiendo, y tras corroborar que así era, caminamos hacia el interior del establecimiento.

Él hace exactamente lo mismo, recorre las vitrinas, inspeccionando con demasiada atención cada anillo que el encargado le enseña.

—Steph, mira este —camino hacia donde se encuentra. Un reluciente anillo se encuentra sobre una almohadilla roja. Un diamante brilla en el centro, haciéndolo lucir realmente impresionando.

—Oh, vaya —pronuncio —es increíble.

El encargado describe con detalle el anillo, y con cada descripción, parece hacerse muchísimo más impresionante.

The Last DesireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora