Capítulo 9 "- Mi primer beso -" [Mini-Maratón 3/3]

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Mi primer beso siempre me lo imaginé bajo la lluvia, o al menos bajo la luna o vaya, en un lugar romántico. No desde el baño de un cine. Pero igual un beso era un beso.

Sí, este era mi primer beso; sus labios estaban pegados a los míos y sabía tan bien que me era casi imposible dejar de hacerlo.

Nuestras bocas estaban pegadas y nuestra respiración se unía como una sola. Siempre me pregunté por qué los chicos tomaban de la cintura a las chicas y por qué las chicas cruzaban sus brazos por el cuello del muchacho; pero ahora lo entendía fácilmente.

Porque era la posición más cómoda en la que se podía estar, era la forma más natural y sencilla al momento de unir nuestros labios. Aunque claro, nada en mi vida era normal, desde luego esas cómodas posiciones tampoco lo eran.

Me encontraba sobre uno de los lavados empotrados del baño del cine y las manos de él recorrían mis muslos de una forma que me hacía detonar por completo.

Mis piernas se enredaban en su cintura y mi cabello se pegaba a mi cuello debido a la intensidad de la electricidad que estábamos creando.

Mi espalda estaba pegada al espejo y él me besaba como si la vida se le fuera en ello.

¡Mi primer beso!

Pero no quiero seguir adelantándome a los hechos; mejor comienzo contándote cómo llegué hasta esta situación.


(...)


Sábado en la tarde.

Mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo, era una llamada de Linda.

Últimamente no tenía muchas ganas de responder a sus llamadas así que la mandaba directo al correo de voz.

La tía Sussette me puso a pulir todas las estatuas y columnas que tenía regadas en el jardín sin sentido alguno. Estaba cansada y digamos que para hacer una clase de trabajo que implicaba el uso de los pies, no era muy recomendable usar tacones.

Por lo general soy una chica de zapatillas o zapatos bajos; pero hoy -y no sé porque- decidí usar zapatos que me añadían unos cinco centímetros más.

Estúpidos tacones.

Me senté en uno de los bordes de la acera que conectaba con una enorme estatua de una tortuga y me quité los zapatos que andaba.

Sentía que mis pies se liberaban y la sangre corría nuevamente por ellos; incluso suspiré.

Entonces sentí que mi celular volvía a vibrar una, dos veces. Lo saqué y en un cuadrito en la pantalla decía: Usted tiene un mensaje de voz nuevo.

Seguro era de Linda, estaba molesta con ella pero la curiosidad por saber qué decía fue más fuerte y terminé escuchando el mensaje.

"¡Contesta ese teléfono _______! Pero para que veas que no soy mala te cuento: hoy hablé con Suga y al principio me dijo que no tenía ganas de ir al cine esta noche. Le tuve que recordar que iría Tae... Y fue peor (yo creo que de verdad le gusta) entonces le dije que el cine estaba repleto de chicos y que seguramente iban a opacar a Kevin; creo que eso lo animó porque al final dijo que si iría... Entonces tengo pareja. Creo que llevaré aquella blusa color piel, escotada, ya sabes, quiero que mis gemelitas lo tienten aunque sentir que compito contra Tae no es fácil..."


No podía seguir escuchando una palabra más así que borré el mensaje.


De repente una de las columnas que estaba a mi alrededor se vino abajo quebrándose en pedacitos. Pegué un brinco y dejé caer mi celular;
¿Pero qué...?

Entonces vi al chico de cabello negro, Jimin, que estaba tras esa columna. Él llevaba una cinta llena de herramientas atada a la cintura y una capa de sudor le cubría la frente y los brazos. Él había botado esa columna.

–¿Qué se supone que haces? –le dije de mala gana. Este chico empezaba a caerme mal, y creo que yo también le caía mal a él.

El odio era mutuo.

–Esta columna no encajaba allí, así que la derribé.

Con eso salió caminando en dirección contraria; ¿pero quién se creía que era?. Él no tenía derecho a hacer y deshacer en el jardín de mi tía.

Lo seguí pero el tipo caminaba rápido y no me había dado tiempo de ponerme los zapatos, tenía que caminar con cuidado si no quería pisar algún trozo que quedó de la columna.

–¿Sabe mi tía lo que acabas de hacer?

Ni siquiera se volteó a verme y siguió caminando.

–Ella me dijo que podía hacer lo que quisiera con tal y tuviera un propósito.

Hasta para hablar era tosco y rudo, parecía que estaba enojado con el mundo en general.

–¿Y cuál es el propósito? –le dije, trotando para igualar su paso pero él siempre iba por delante de mí.

No me respondió y siguió caminando, llegamos hasta donde en la mañana estaba la mesa de té, solo que en ésta ocasión ya no estaba. El piso era algo resbaloso pero mantuve mi paso firme, tenía la vista puesta en el suelo para no resbalar en ningún momento; no quería hacer el ridículo enfrente de este pesado.

Pero como la humillación era mi segundo nombre, tropecé de repente cuando él se detuvo de golpe y choqué contra su espalda cayendo al suelo. Para evitar golpearme la cabeza puse mis codos y aterricé con ellos; sentí como se raspaban y soportaban todo mi peso.

Entonces escuché una risita y alcé la vista hasta el chico que hace solo un minuto era todo un ceño fruncido. Él se estaba burlando de mí.

Recuerdo cuando conocí a Suga y antes de que fuera a darme el golpe, él me sujetó. ¿Pero este tipo? Nop. Ni siquiera se mosqueó cuando lo llamaba; ahora se partía de la risa.

–¡Deja de reírte! –le dije.

Me recosté en el suelo, me dolían los codos y apuesto a que los tenía rojos.

Volteé la vista de nuevo a Joe y al menos dejó de reírse, ahora me estaba viendo de una forma divertida.

¿Acaso tenía yo pintado un payaso en la cara?

Entonces me senté y fue allí en donde noté por qué me miraba de esa forma. Me ruboricé por completo.

Probablemente olvide decirte que andaba en vestido; oh sí. Era de esos casuales y me lo puse porque de aquí me iría directamente al cine y como estaba castigada tuve que decir que iría a estudiar donde alguna compañera, obviamente no me iba a cambiar de ropa así que me vine lista y cambiada.

Grave error ya que si eres ______ Allisen como yo; usar un vestido podía ser usado en tu contra.

Al caerme el vestido se levantó hasta llegarme a la cintura y prácticamente Jimin tuvo vista gratis a mi ropa interior como por al menos un minuto o dos.

Me levanté rápidamente y el rojo de mi cara bien podía igualar el de mis codos.

–Gracias por la ayuda –dije de forma sarcástica. De verdad este tipo me caía mal; era poco caballeroso y estaba hecho todo un prepotente enojado.

–No siempre en la vida habrán personas que te ayuden –dijo él -Deberías aprender a levantarte por ti misma ya que asumo que a todos los chicos les haces ese acto de chica indefensa.

¿Qué? Ya lo golpeaba.

–¿Cuál acto de chica indefensa?

–Ya sabes, eso de caerte. Supongo que si no te ha traído suerte con los chicos deberías cambiar de técnica.

Idiota.

–¿De qué rayos hablas?

–Hablo de que si todavía estás en busca de novio es porque tienes que probar con nuevas tácticas.

¿Busca de novio? Pero qué...

Debió de ver mi cara de confusión ya que se acercó irritado hacia mí. Entonces pasó su mano por mi espalda, mi corazón dio un brinco, y con eso me enseñó una hoja de papel arrugada que decía: Se solicita novio... Urgente!

Me puse roja.

–Yo solo hablo en base a lo que leo...


Esa debió de ser Kat, era su letra. ¡Pero qué perra!


Le arrebaté el papel a Jimin y lo arrugué hasta hacerlo una bola.

–Para tu mayor información, yo ya tengo novio -le mentí. Estaba demasiado avergonzada como para darle la razón al estúpido papel que puso Kat en mi espalda.

–¿Ah, sí?

–Claro que sí. Se llama... –Rápido el primer nombre que se me venga a la cabeza. - Suga.

Entonces él puso una mirada que decía: lo dudo seriamente.

Yo estaba furiosa, cómo odiaba a este tipo.

Me moví al menos un paso para retirarme cuando Jimin se dirigió a mí:

–Detente –seguro debe ser un entrenador de animales porque era la segunda orden del día que obedecía de él.

–Antes de que te vayas, justo en donde estás parada tienes la razón del por qué derribe la columna.

Entonces volteé a mí alrededor pero no veía nada, solo un montón de columnas que no sostenían nada, puestas sin sentido en el jardín. Iba a quejarme pero de repente las sombras que hacían las columnas cambiaron y empezaron a formar una perfecta estrella en el suelo.

–Esa columna que derribe solo estorbaba –dijo él.

Yo seguía viendo como las sombras se unían y la estrella se formaba, conmigo en el centro.

Era toda una obra de arte. Luego el sol se fue ocultando un poco más y la estrella se perdió.

Giré mi cabeza en busca de Jimin pero ya no estaba.

Me quedé otros cinco minutos más hasta que el sol se ocultó por completo dando paso así a la noche.


(...)


Sábado en la noche.

19:05

<<¿Dónde rayos estás?>>

19:06

<<La película comienza en quince minutos y tu y Tae faltan>>

19:07

<<¡Apúrate!>>

Recién veía los tres mensajes que Linda me había enviado.

Tae se había perdido con la dirección de la casa de mi tía (como si dos enormes esculturas de leones no fueran suficiente descripción).

Todavía íbamos en el auto cuando una fuerte tormenta eléctrica comenzó a azotar la ciudad.

Estábamos atrapados en el tráfico justo en la circunvalación Juan Pablo Segundo -la que más atestada de vehículos estaba- y todavía nos quedaban veinte minutos de viaje hasta llegar al Cinemark. No estaba furiosa, de hecho disfrutaba el estar junto a Tae.

Definitivamente no es para nada como solía ser; ese niño acosador y entrometido que insistía en besar el suelo que pisaban mis pies. Ahora era más moderado y realmente me halagaba que todavía sintiera algo por mí a pesar de como lo traté.

–Una vez más gracias por las flores, me animaron mucho, créeme.

Era como la décima vez que le agradecía y me disculpaba por no saber quién era él desde un principio.

–Eran mi manera de decir: lo siento por el posible trauma que te causé -me dijo haciéndome reír.

–Para nada.

–Oh, por favor. Solía ser un niño asqueroso y poco romántico. Te pegaba notas en la espalda con goma de mascar ¿Acaso no recuerdas eso? –me dijo él entre risas.

La verdad era que sí me había traumado un poco con ese asunto pero teniéndolo cerca, haciéndome compañía y portándose como un verdadero caballero, hacía que fuera más fácil olvidar sus transgresiones.

–Asunto olvidado, no te preocupes.

–Esa siempre fue una de tus mayores virtudes –me dijo mientras avanzábamos un poco en la fila de autos.

–¿De qué hablas?

–Perdonas fácilmente.


Solté un resoplido.


–Probablemente sea uno de mis defectos más bien.

El hecho de perdonar a alguien fácilmente, daba el derecho a pensar que podían seguirme viendo la cara y yo como idiota lo pasaría por alto.

–Es algo bueno como algo malo -estuvo de acuerdo él.

Luego se perdió en sus pensamientos.

Fijé la vista a mí alrededor para ubicarme en donde estábamos, y el teatro Saybe se alzaba imponente justo frente a mis ojos.

Tenían una gran pancarta que decía: hoy presentamos La cena de los idiotas.

–La cena de los idiotas -repetí en voz alta.

–¿Ah?

–Así se llama la obra -le dije señalando con mi cabeza a un lado de mi ventana -me parece un título interesante nada más.

–Oh, es muy buena. Si quieres te puedo traer a verla uno de estos días.

Me ruboricé. Era agradable tener a alguien que pensara que yo era importante y que me invitara a todos lados.


Eso se supone es lo que un novio debe hacer ¿No?

Apoyarte en todas tus locuras, protegerte, demostrar lo mucho que está interesado en tí y lo mucho que es capaz de hacer solo para que estés junto a él.


–Eso sería agradable– le contesté.


Me dio una sonrisa y le devolví otra.
Esta semana mis padres cumplían veintiséis años de casados; precisamente hoy por la mañana se fueron de viaje dejándome así al cuidado de Kat.

Se solicita novio ¡Urgente!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora