Capítulo 13 "- Ironía -"

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#SSNU | Capítulo 13 "Ironía" [Maratón 3/5]

Mis pies temblaban, sentía que el corazón se me saldría del pecho y contuve la respiración hasta que me sentí palidecer.

–¿_______?

A la sola mención de mi nombre casi se me doblan las rodillas. Me sentía nerviosa y tímida a la vez.

Dirigí mi vista hacia sus ojos ámbar; su cabello negro caía sobre su frente.

–Respira –me dijo, dirigiéndome hasta la entrada del motel. Entonces exhale todo el aire contenido.

Estábamos ya en la recepción, es de esos lugares completamente cuadrados y poco decorados, con un tapiz en las paredes a punto de caerse, todo parecía sacado de una película de terror. No me sorprendería si una rata se me atravesaba en el camino o si algún zombi asesino reclamara mi cuerpo.

¿Por qué Jimin me trajo a este sitio? Sinceramente no creo que sea el lugar en el que a alguna chica como yo le guste perder su virginidad. Y de nuevo... ¿Qué ocurría conmigo? No me iba a acostar con él, para nada. Nop.

Un hombre de mediana edad con aspecto asiático se acercó al mostrador; parecía de esos tipos que esconden cadáveres en el refrigerador. Me puse detrás de Jimin.

–Señor Park, que bueno verle de vuelta –dijo el hombre. Hasta su voz se escuchaba macabra. – Las chicas lo están esperando en el segundo piso, en la habitación de siempre.

¿Las chicas? ¿Cuáles chicas? Oh, no. No vine para presenciar algún acto retorcido ni nada por el estilo.

Quería echarme para atrás pero mis pies estaban fundidos en el suelo.

–Gracias Cheng; solo me tomará una hora máximo.

¿Una hora? Ay Dios. ¿En qué me había metido?

Mi frente comenzó a sudar, justo por el nacimiento del pelo; tragaba saliva considerablemente y sentía un frío recorrer mi columna.

–¿Sr. Park? –Lo llamó el hombre –¿Ella será la cuarta chica?

Se me detuvo el corazón por unos segundos.

¿La cuarta? Eso me pasaba por andar besando desconocidos.

Jimin, a quien jamás en todo el tiempo que estuve con él vi sonreír, parecía bastante complacido con lo que acaba de escuchar.

–Ya veremos Cheng... Ya veremos.

Entonces se dio la vuelta para verme, aun con la sonrisa en el rostro; Y yo seguía atontada por lo que acababa de escuchar.

De pronto se vio examinando mis pies, yo aun seguía sin zapatos y con el vestido verde ligero que había estado usando todo el día.

–¿Qué pasó con tus zapatos? –preguntó. De nuevo estaba usando su máscara de seriedad.

–Se los regalé a una afortunada aseadora del cine –me permití bromear.

La verdad era que estaba nerviosa y tensa a la vez. Lo único que quería hacer era salir corriendo de ahí pero de nuevo mis pies estaban pegados contra el suelo.

Él soltó un largo suspiro.

–Mejor camina. Vamos al segundo piso.

Corre, corre, corre. Me dije, pero mis pies se negaban a seguir mis órdenes.

Mientras subía por las escaleras –logró hacer que lo siguiera y yo de estúpida dejé que me tomara del brazo– comencé a buscar mi celular en uno de los pequeños bolsillos que tenía el vestido.

No lo hallaba, seguramente se me quedó en el cine. Mi padre me iba a matar cuando le dijera que perdí otro celular de nuevo; sí, me daba el lujo de pensar en esa clase de tonterías cuando estaba a punto de hacer presencia en alguna escena tipo El silencio de los inocentes o algo como La casa de las conejitas versión pirateada.

Comencé a morderme las uñas, vaya, eso sí lo hacía pero huir le era completamente complicado de procesar a mi cerebro.

Jimin se detuvo frente a una puerta que tenía el número 216 escrito con marcador rojo; se escuchaban risas al otro lado de ésta, y finalmente mis pies obedecieron mis impulsos de escapar. Lentamente me hacía para atrás, tenía los párpados bien abiertos y mi respiración se aceleraba.

Ya llevaba unos cinco pasos cuando mi espalda golpeó contra algo, o más bien contra alguien. Me giré y el tipo asiático de la recepción estaba frente a mí; casi me orino del susto.

Di un brinco lejos de él y me pegué a Joe.

–¿Qué? – Me dijo mientras se escuchaba que alguien giraba el pomo de la puerta.

–Eh, yo... -me quedé muda al ver a la chica que teníamos enfrente.

Era alta, como un metro ochenta, cabello rojo hasta la cintura, piel canela y unos llamativos ojos verdes. Usaba un sombrero y un chaleco estilo el viejo oeste, lucía despampanante.

–¡Jiminnieeeeee! –le dijo la chica con un tono agudo, abrazándolo con fuerza. Luego comenzó a hablarle en otro idioma, era ¿Ruso? ¿Francés? Nunca lo sabré, no soy precisamente un genio en idiomas.

Escuché a Jimin contestarle en el mismo idioma fluido que ella y me quedé paralizada al oír lo sexy y seductor que hablaba.

Por un momento casi me olvidé de que podía estar frente al futuro Hannibal Lecter de la actualidad; me mordí la lengua.

La chica abrió un poco más la puerta y pude ver un insólito escenario al fondo. La curiosidad fue inundando cada fibra de mi ser; no podía irme ahora. Y si por cualquier cosa llegara a suceder, yo sabía dar uno que otro buen golpe en la ingle.

En la habitación, si es que así se le puede llamar, había otras dos chicas; una era morena de cabello rizado y ojos negros, y la otra pálida, de ojos azules y de cabello blanco que le llegaba hasta las rodillas. Tuve que cerrar mi boca para evitar que la baba no siguiera saliendo.

Ambas usaban unos vestidos que eran exageradamente enormes y larguísimos, asumo que para encaramarse en ellos tuvieron que subirse en alguna escalera. Eran altísimos.

¿Qué era todo esto?

El tipo al que Jimin llamó Cheng, se estaba introduciendo en la habitación y luego Joe le siguió. Yo solo me quedé en la puerta contemplando asombrada lo que veía frente a mis ojos.

Al menos descarté la opción de que él fuera un asesino en serie.

-¿Qué haces todavía allí parada? -me dijo Jimin -solo tenemos una hora así que entra.

Con eso me tomó del brazo y me obligó a entrar, cerrando así la puerta.


(...)


¡Ahhh, ahhhh!

Me llevé un susto al escuchar esos gritos, salí inmediatamente de mi ensoñación. Cogí mi celular y era un nuevo mensaje de Linda.

Mi pulso se normalizó un poco.

Como estaba furiosa con ella cambié el tono de Gaga que tenía para identificar sus mensajes y puse uno de una chica gritando (la chica era yo); así que ahora tendría que acostumbrarme a escuchar ese.

Me dolía la cabeza y mi cuerpo parecía haber estado sometido bajo presión durante toda la noche.

Prometí jamás volver a descontrolarme con la bebida.

–¿Qué fue eso? –preguntó mi tía Sussette, apareciendo en la sala que era donde yo estaba recostada esperando a que la terrible resaca que tenía se me pasara.

-Solo mi celular -dije para tranquilizarla.

Ella tomó asiento a mi lado.

–No me has dicho aun quién era ese muchacho guapo que te trajo la otra noche.

Ni siquiera yo sabía a quién se refería.

–¿Cuál muchacho?

Solo quería alguna descripción para saber de quién hablaba.

–Ya sabes, el guapo alto de cabello oscuro; bueno era de noche así que no sabría muy bien qué color de cabello tenía.

Vaya, eso me ayudaba... En nada.

–¿Entonces no fue Jimin el que me trajo?

–Oh, no. Joe apareció antes que tú.

Seguro fue Suga; de todas formas ¿Qué importancia tenía eso? Alguien se tomó la molestia de cargarme hasta el dormitorio y punto.

–Oye, hablando de chicos conocí uno el otro día -dijo de pronto la tía Sussette -estaba en el supermercado en la sección de carnes y su carrito golpeó el mío.

Sus ojos se iluminaron mientras contaba su historia.

–Se llama Charles, ¿No te parece un nombre maravilloso? -continuaba diciéndome.

–Me suena muy serio.

–Oh, no. Para nada. Es de lo más divertido y simpático, lo invité está noche a cenar así lo conoces.

–No quisiera arruinarles la velada -la sola idea de que mi tía tuviera novio antes que yo, me revolvía el estómago.

Cierto, yo había sido besada e incluso besé a Tae pero nada de eso aseguraba que pudiera gustarle a algún chico tanto como para ser su novia... No lo creo.

–No la arruinaras. Quiero que lo conozcas y me des tu opinión.

–De acuerdo conoceré a tu cita.

6 horas más tarde me encontraba abriendo la puerta de la entrada principal a Charles, la cita de mi tía Sussette.

¿Alguna vez has escuchado la frase: qué pequeño es el mundo?

Bien, pues en mí mundo esa frase se repetía una y otra vez.

Frente a mi estaba un hombre de mediana edad, con un traje más viejo que la estatua de la libertad. Claramente se podía ver que usaba un peluquín marrón sobre su calva cabeza.

¿Por qué de todos los hombres solteros, mi tía eligió al más desesperado?

-¿Señor Milisent? -dije, esperando que me corrigiera y me dijera que me equivocaba de persona; pero solo con ver su cara de asombro sabía que era él.


(...)


Genial. De alguna manera terminé sentada en una mesa con el señor Milisent, mi tía Sussette, ah... Y no olvidemos a Jimin.

Aun me sentía avergonzada con él por lo de la mañana, también por lo del día anterior y ni hablar por futuros momentos embarazosos de los que yo era imán.

Mi tía nunca me dijo que él también vendría a esta ridícula cena. De por sí ya era malo tener al profesor de biología en la mesa como para agregarle también al chico que hacía que la estupidez saltara de mi cuerpo de manera espontánea; pero no, yo era el juguete favorito de la ironía.

–La comida sabe realmente bien, Sussette –ese era el señor Milisent elogiando como por quinta vez el pollo horneado de mi tía. Asco.

–Oh, Charles. Gracias –le respondió ella.

¡Qué horror! Hasta se me quitó el hambre.

Jimin estaba sentado frente a mí, ni siquiera me volteaba a ver por casualidad; yo tenía mi vista clavada en su boca, en sus suaves y gentiles labios. Sí, parecía una vagabunda rogando por unas migajas de pan.

"Ignóralo, ignóralo _______" me repetía constantemente pero era como ignorar un enorme punto negro en una hoja en blanco.

De repente él fijó su mirada con la mía y olvidé hasta cómo tragar saliva.

-Sabes _______, yo tengo un sobrino que es más o menos de tu edad -me dijo el señor Milisent ¿O debería empezar a llamarlo Charles? -es bastante apuesto y es nuevo en la ciudad.

De acuerdo, ¿Era yo o él me estaba diciendo indirectamente que debería salir con su sobrino? Lo que me faltaba, otro hombre en mi caótica vida.

Cualquiera pensaría que yo tengo mi propio manojo de hombres, pero de qué me servía si ninguno se atrevía a preguntarme si quería ser su novia.

–A ella le encantará llevarlo a conocer la ciudad mañana -alcancé a escuchar que dijo mi tía.

Me erguí en mi asiento y reaccioné inmediatamente.

–¿Qué?

–_______, cariño, llevarás mañana a Eliot, el sobrino de Charles a la feria del arte, yo estaré en el puesto número quince para que me busques.

–¿Qué?

–Oh, por aquí tengo una foto de Eliot para que lo conozcas –dijo el señor Milisent rebuscando en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta.

Me estiró un papel amarillento, la foto supongo, y la tomé arrebatadamente.

–¿No es apuesto? -me preguntó.

Me quedé boquiabierta, era el tipo más feo que yo haya visto en mi vida.

Blanco, de cabello marrón con unas cejas que parecían abarcar toda su frente, delgado a punto de ser esqueleto con piel y un poco encorvado –o al menos así se miraba en la foto– y claro, la cosa más rara y la que más me aterrorizaba: sus ojos.

Eran de un azul tan pálido que casi eran blancos, daba miedo.

No, de ninguna manera saldría con ese sujeto.

Le pasé de nuevo la fotografía al señor Milisent cuyo peluquín se había levantado un poco y él se la enseñó orgullosamente a mi tía.

Ella se sobresaltó por un momento, menos mal porque ya estaba creyendo que ella tenía un terrible gusto con los hombres.

Hizo una mueca disimulada y para mi desgracia le pasó la fotografía a Jimin.

Solo pude ocultar mi cara.

–Interesante –dijo mi tía Sussette mirando para otro lado. Síntoma de que mentía.

Jimin no dijo nada pero a juzgar por cómo se veía, estaba muriendo de la risa por dentro.

¡Trágame tierra!

–Mañana no creo que pueda -dije a todos en general –tengo clases ¿Te olvidas tía?

Le di una pequeña patadita bajo la mesa.

–Pero si las clases no duran todo el día. Por la tarde puedes ir –dijo ella.

¿Qué le sucedía? ¿Por qué me hacía esto?

–Pero las tareas... Usted señor Milisent nos dejó un informe sobre el ecosistema. Tengo que trabajar en él.

–¿De verdad harás esa tarea esta vez? –me dijo él -la de la vez pasada ni siquiera la llegaste a empezar.

Se me puso la cara roja.

Cierto, no soy conocida por hacer tareas o estudiar, o ser responsable con los deberes... Pero era capaz de hacer todo eso con tal de no salir con el sobrino del señor M.

–De verdad...

–Oh, tonterías -me interrumpió mi tía- _______ llevará a Eliot a la feria del arte mañana y fin del asunto.

–¿Qué?

Ella me lanzó una mirada con la que automáticamente me hizo callar.

¡Cielos! ¿En qué me había metido esta vez?

Jimin me lanzaba miradas de burla así que estiré mi pie y por debajo de la mesa le di una patada.

–¡Auu! ¿Qué fue eso? -se quejó mi tía.

Al parecer mis coordenadas fallaron y el golpe lo recibió ella.

Solo pude coger mi tenedor y atiborrarme de comida.

El señor Milisent continuaba hablando de su sobrino y de que fue campeón de ajedrez durante cinco años seguidos; lo elogiaba por hablar idiomas fluidos y por su tenaz gusto por el arte. (¿Quién usa la palabra tenaz en una oración normal?)

De repente sentí una vibración en el trasero; era mi celular, estaba en mi bolsillo.

Lo saqué y revise disimuladamente el mensaje que acababa de recibir; no conocía el número y eso hizo a mi curiosidad ir en aumento.

<<Disfruta de tu cita con Eliot mañana>>

¡Qué raro! Solo había una posible persona que sabía sobre Eliot y estaba sentado justo frente a mí.

Volteé a verlo y levantó su celular poniéndolo en la mesa, su mirada estaba fija con la mía. Sí, era un mensaje de Jimin.

Mi corazón comenzó a agitarse ¿Cómo tenía él mi número? Pero la mejor parte era que ahora yo tenía el suyo.

<<Te odio. ¿Por qué me recuerdas lo miserable que seré mañana? De todas formas trata de no ponerte celoso... ¡Señor besucón!>>

Entonces envié el mensaje y esperé para ver la reacción de Jimin pero él seguía comiendo tranquilamente. Es más, su celular jamás vibró o timbró o dio señales de vida en ningún momento.

¿Será que no le cayó?

Cogí de nuevo mi celular y revisé si el mensaje había sido enviado y sí, aparecía como enviado.

¿Pero entonces... ?

Un celular comenzó a timbrar a mi lado.

–Oh perdón es mi teléfono –dijo el señor Milisent y me dio una sonrisa mientras lo cogía y abriendo la tapa se disponía a leer seguramente el mensaje que acababa de enviarle.

¡Mierda! ¿Él me había enviado el mensaje? Oh, no, no, no, nop. Va a pensar que lo llamé señor besucón.

Tenía que impedir que lo leyera.

–¡Nooo! –grité y me lancé sobre el señor M. e hice el intento por quitarle el celular de sus manos.

Todo parecía ir a cámara lenta, era como si una parte de mi se hubiera escapado de mi cuerpo y pudiera verme mientras yo me estiraba hacia el asiento de la par y cómo en el recorrido me llevaba vasos cargados de agua y la cena a medio comer del señor Milisent y ésta caía justo en el viejo traje de él.

También podía ver que lentamente mi tía se levantaba de su asiento y su boca empezaba a gesticular mi nombre y obviamente estaba Jimin que comenzaba a abrir los ojos enormemente mientras se le dibujaba una sonrisa en el rostro.

En este punto solo deseaba que alguien pudiera rebobinar mi escena completa, pero no gente, esta es la vida real en donde los errores no tienen pausa o tecla para retroceder o para borrar, solo podía aceptarlo.

Me lancé sobre el señor Milisent y ambos caímos al suelo, botando la silla en la que se sentaba en el camino; su peluquín salió volando hasta el otro lado de la habitación y un enorme vaso con agua nos cayó encima. Mi cara estaba completamente mojada y me equivoque al pensar que era agua, era limonada.

Me ardían los ojos.

–¡_______! –esa era mi tía.

Podía escuchar las risas de Jimin y mi momento a cámara lenta había terminado.

Tenía el celular del señor Milisent en mi mano y el mensaje estaba aun en la pantalla... Pero no era el mío.

<<Señor Charles, solo quería recordarle que su póliza de seguro vence en trece días...>> sí, ese no era mi mensaje.

Solo pude cerrar mis ojos y aun en el suelo le dediqué una sonrisa inocente al señor M.

–Lo siento –apenas pude decir.

El señor Milisent estaba cubierto de agua y salsa de pollo, tenía un trozo de lechuga sobre su calva y reluciente cabeza.

Por favor que se abra la tierra y me trague.

Pero no, tenía tres pares de ojos clavados en mi dirección.

–_______ ¿Qué haces? –dijo mi tía corriendo al lado de Charles y lo ayudaba a levantarse.

–Con que señor besucón ¿eh? -me dijo Jimin mientras se ponía a mi lado.

Así que sí le había caído mi mensaje.

Tuve que levantarme sola porque el muy idiota ni siquiera movió un solo dedo para ayudarme.

–Tú cállate –le dije de la forma más envenenada posible.

¿Por qué? ¿Por qué a mí?

Él solo comenzó a reírse y admito que fue el sonido más espectacular que pudo salir de sus labios.


[...] ---> VOTEN Y COMENTEN :3

(Leer hasta el final de la nota)
¡Tercer capítulo!, Ajúa, nunca había publicado tantos tan seguido. -Me siento Espejial (8
Buano, espero les hayan gustado, EL MARATÓN SE CANCELA...Tube unos problemas. Lo siento.
Nos vemos, cualquier error gramatical, lo siento, Errores de adaptación. A quien engaño, errores de la tonta de su escritora. Duh, así me quiero.
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-¡ERA BROMA LO DE LA CANCELACIÓN DEL MARATÓN!- Ahora sí, lancen tomates -Extiende los brazos dejando que le lancen tomates-, Mi pelo crecerá brilloso gracías a eso c:.
Ahora, subiré el otro capítulo.

N/E (Nota de Escritora): Si quieres alguna etiqueta, no olvides avisarme en los comentarios para en el próximo capítulo etiquetarte. <3

By: @CATKOOK



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