Madrugada se líos

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«Madruga de Líos»

Después de pasar todo el día en la casa de mis padres y hablar con mis tíos, cuando el sol se empezó a ocultar lentamente. Me dirigí a mi apartamento para arreglarme e irme a la fiesta, en el camino tuve que traer mi vestimenta de esta noche y otras cosas más. Dejé mi auto en el estacionamiento, entre al edificio, subí por el elevador, baje en mi piso y entre a mi departamento.

Ya ahí me quite los zapatos y dejé los regalos que me habían dado en el sofá. Las bolsas de tintorería las dejé sobre la cama, me quite la ropa y me metí otra vez al baño para tomar una ducha, con mucho cuidado de no estropear mi cabello liso. Acabada la ducha me puse el vestido que usaría está noche, un flamante vestido corto de lentejuelas rojas. Algo atrevido y llamativo. Pero sobretodo, elegante. Me atrevo a decir que para mí desgracia es igual o más corto que el vestido blanco que me regaló Mónica para la fiesta del club nocturno en Milán.

La prenda se ajustaba muy bien a mí cuerpo resaltando un poco más mis atributos femeninos delanteros. Me puse muy poco de maquillaje, de todos modos con el accesorio que me iba a poner no se iba a ver del todo. Por último, pero no menos importante, el accesorio principal de esta noche. Cómo a nosotros los organizadores de la fiesta nos encanta complicarnos la vida y complicarla para los demás, decidimos que hoy sería una fiesta formal de máscaras.

La mía era una máscara muy bien detallada de un zorro rojo. Una vez lista, tomé un Uber para irme al local donde sería la fiesta, después de todo teníamos una carta bajo la manga que nos dejaría al borde de un coma etílico. Los primeros en recibirme son Michelle vestida de un impecable vestido blanco junto su máscara de Búho blanco y el señor Collins con su máscara de puma y su pulcro traje negro.

—¡Kylie!—Me saludan padre e hija con una cálida sonrisa.

—¡Hey!—Saludó acercándome un poco más a ellos.

—Te ves preciosa, Kylie.—Me alaga el señor Collins

—Muchas Gracias, señor Michael.—Contesto amablemente con una sonrisa de boca cerrada.

En cuestión de minutos, Madison, Jonh, Jordan y Leonard se acercaron a nosotros. John con una máscara igual que la de Michelle solo que de búho negro. Jordan y Madison con máscaras de lobos, así en pareja.

Y por último Leonard con una de León. Platicamos por un largo rato hasta que nos dispersarnos por todo el lugar hablando con profesores y demás personas. En un lugar de todo el salón estábamos los de siempre hablando sobre lo aburrida que estaba la fiesta, o más bien la "reunión".

A mí lo único que me preocupaba y me extrañaba era la ausencia de el chico que hacía latir mi corazón a mil por hora.

—¡Que aburrido! ¿A que hora empieza la verdad fiesta?—Pregunta Leonard con desesperación.

Por instinto natural miró el reloj en mi muñeca izquierda, apenas estaban por ser las diez y media de la noche. Solo esperábamos que los profesores, los directores y algunos padres se fueran para ponerle diversión a esta noche.

—Tranquilo,—Jordan trata de relajarlo.— Ya están por irse, no creo que sus familiares los dejen quedarse hasta las doce en éste lugar.

—Eso espero, el cóctel que dejé en la cocina no estará frío por mucho tiempo.—Hablá Leo llevando el vaso de jugo a su boca.

—Hipocresía en tres, dos, uno.—Dicen Madison, Michelle, Jordan y Jonh viendo detrás de Leonard y yo. Leo y yo no comprendimos a lo que se referían.

—¡Hola, Chicos!—Saludá Elizabeth llegando donde estábamos nosotros.

Ahora todo cobraba sentido, hace tiempo que no sabía, ni veía a Elizabeth. Desde que Leonard me había dicho lo de Ella y Joseph no tenía noticias nuevas de ella.

Aún te quiero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora