12. Juntos

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—Buenos Días, bella durmiente.—Su ronca voz adormilada llegó hasta mis oídos, sus labios plantearon un beso en mi frente. Abrí uno de mis ojos para verle, su hermosa sonrisa iluminó su rostro.

Me separé un poco de él abriendo mis ojos por completo, observé cada detalle de su rostro buscando alguna imperfección que no me gustase, pero simplemente él a mis ojos era perfecto. Sonrió y beso cortamente mis labios.

—¿Que hora es?—Pregunté estirando mi espalda por la alfombra.

—Las dos y media de la tarde.—constestó ayúdame a levantar.

—Estas Jugando ¿No?—Volví a preguntar alarmada.

—Claro que no, mira el reloj.—Giré para ver el reloj en mi pared, tenía razón, eran las dos con treinta y dos minutos.—Por cierto, quería saber si querías ir al cine hoy, la película que quería ver si estrena hoy a las tres.

—Sí claro, no hay ningún problema.

Escuchamos golpes en la puerta. Joseph se acercó a la puerta y la abrió, Eran Madison y Michelle. 

—Hola, Chicas.—Saludé acercándome.—¿Que hacen aquí?

—Íbamos camino al centro comercial hacer unas compras compras. Y Joseph me dijo que le trajera un pantalón, una camiseta, calcetines y un par de zapatos.—En una bolsa negra, Michelle le entrego lo antes mencionado.—¿Ahora vas a vivir aquí?—Pregunta la castaña divertida.

—Quizás.—Dice él encogiéndose de hombros. Michelle nos lanzó una sonrisa llena de picardía. 

—Bueno, yo iré a bañarme porque vamos a salir.—Dije y me dirigí a mi habitación.

—Y yo haré lo mismo.—Dijo Joseph entrando al cuarto de baño que quedaba en la sala.

Tomé una relajante y rápida ducha, al salir me puse un short corto blanco con una camiseta azul marino y unos tenis blancos, até un lazo blanco alrededor de mi cabello. Salí de la habitación lentamente, escuche unos cuantos murmullos proviniendo de la sala, detuve mis pasos para escuchar.

—Joseph, necesitamos hablar contigo seriamente.—Dijo Michelle suavemente.

—Claro, ¿Que es lo que pasa?—Dijo él poniéndose los zapatos.

—Sabes que Ross Morgan es un muchacho muy amable, encantador, respetuoso, seguro, atento y muy humilde...—Michelle enumeró cada una de las cualidades de Ross mientras caminaba alrededor de Joseph.

—¿Qué con él?—Rechistó Joseph Cortante e irritado.

—Pues él está muy enamorado de Kylie e incluso le iba a pedir que fuera su novia...

—Michelle, ve al grano.—Ese tono de irritación apareció en su orden.

—Aléjate de Kylie.—Dictó Madison de forma autoritaria.—No lo tomes a mal, Joseph. Pero pensamos que Ross es la mejor opción para Kylie, ella a sufrido demasiado por tí y si en realidad no sientes nada por ella es mejor que te alejes y la dejes ser feliz con alguien más. O dime algo Joseph...¿Quieres a Kylie?

El silencio invadió la habitación. Joseph esta sumamente pensativo mientras las chicas esperaba su respuesta. El corazón me empezó a pesar, la fastidiosa presión en el pecho me estaba matando.

—C-claro que no... Bueno...—Balbuceó Joseph trabajosamente.

Eso sí que dolió...y mucho. Caminé a la sala y haciéndome ver. 

—¿N-nos vamos?—Dije con la voz cortada.

—Sí, Vámonos Ky.—Se levanto del sofá y tomo las llaves que estaban en la mesa.

Los cuatro salimos del departamento hacia el estacionamiento. Las chicas se subieron al auto de Madison y nosotros dos al auto de Joseph. Estaba concentrada jugando con el case de mi celular, ambos estábamos callados. Yo no quería hablar en lo absoluto.

—¿Qué pasa Kyky?—Preguntó con voz infantil para animarme.

—Nada.—Dije fría y cortante.

—¿Te sientes bien?—Volvió a preguntar con preocupación.

—Sí.—Dije del mismo modo.

—Kylie Taylor Grayson Danesco, mirame a los ojos y dime qué está bien.—Ordenó él girándose a mí. 

Negué lentamente con la cabeza, si lo miraba a los ojos iba romper en llanto. Se estiró hasta mí y me abrazó con fuerza, acomode mi cabeza en su hombro mientas acariciaba suavemente mi espalda. No puse evitar que lágrimas salieran de mis ojos, no era un llanto como tal. Nos separamos y él beso mi frente. Encendió el coche y emprendimos camino hasta el cine, retiramos las entradas y pedimos los aperitivos, atendiendo en el mostrador estaba una figura muy familiar.

—¿Cuál es su orden..?—Delante de nosotros se encontraba un chico moreno, con el uniforme del cine.

—¿Axel?—Preguntó Joseph entusiasmado. Oh no, oh no; Axel era uno de mis ex novios y muy buen amigo de Joseph, desde hace tres años que no nos veíamos. 

—¡Joseph, cuanto tiempo sin verte!—Saludó el moreno, estrecharon sus manos animadamente, que mi ex y mi Crush tengan una buena relación se me hacía incómodo. Poco después noto mi presencia y sus ojos se iluminaron.—Hola, Kylie.

—Hola, Axel.—Oculte mi incomodidad con una sonrisa. Joseph hizo un tos falsa y paso su brazo por detrás de mí cintura.

—Axel, danos dos palomitas Jumbo, dos hotdogs, dos sodas Jumbo, dos chocolates blancos y Dos chocolates negros.—Interrumpió Joseph dándole nuestra orden.

Al darnos las cosas entramos a la sala de cine, la película era Cementerio de animales la nueva adaptación del famoso libro de Stephen King. Unos cuantos susto y bromas después acabó la película, salimos del cine y nos despedimos de Axel. Viajábamos en el auto a una velocidad moderada, compramos una caja de pizza con algunas sodas y nos fuimos a un lugar donde se podía tener vista de toda la cuidad. Aparcó el coche, salimos de él y Joseph me tomo de la cadera para subirme al capo del Jeep. Contabamos anécdotas de nuestras vidas, mientras reíamos y comíamos pizza. Él recostó su cabeza sobre mis piernas, enrollaba mi dedo índice en sus mechones haciendo rulos.

—A mi mamá le gustaba hacer eso.—Comento él viendo el paisaje.

—¿Hacer qué?—Cuestioné con confusión. Él se volvió a sentar.

—Eso de hacerme rulos con los dedos.—Sonrió entristecido.

—¿Que le pasó a tu mamá?—Pregunté inocentemente. Bajo la vista y respiró hondo.

—Ella murió.—Dice él con tristeza. Miré sus manos, tenía una pequeña marca en si mano izquierda en forma de corazón. Tomé su mano y él me miró.

—Donde sea que esté, está bien. Porque lo importante es que siempre este aquí.—Apunte su pecho. Se abalanzó a mí para abrazarme aún más fuerte de lo normal.

—Eres un ángel.—Musitó casi audible cerca de mí oído. Me separé de él, esta vez fui yo quien lo besó, un beso dulce, lento y juguetón.

Nos volvimos a subir al vehículo y nos fuimos del lugar.




Aún te quiero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora