El desconocido con sabor a mentas

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«El desconocido con sabor a mentas.»

Luz, en este momento mi peor enemiga.

La luz entraba por las paredes de vidrio del departamento iluminando absolutamente todo. Me encontraba en el peludo sofá en forma de L de Mónica, con gafas oscuras viendo un programa de comida italiana mientas bebía un té verde chino "milagroso" que cura la resaca, en mi opinión sabía a tierra.

—Éste té sabe a tierra.—Mónica lee mi mente al saborear dicha bebida. Yo solo asiento concordando con ella.

A mi lado una moribunda Mónica enrollada en una sábana con una bolsa de hielo en la cabeza y unas gafas de sol, igual que yo.

Está de más decir que alguien se la pasó bien anoche, tan bien que en el amanecer no soportaba ninguna fibra de su cuerpo. Le agradezco a Leonard por darme sus poderosos consejos de alcohólico experto, sin esos consejos estaría igual o peor que Mónica, solo tenía algo de sueño y mucha sed.

Hice mi cabeza hacia atrás viendo al techo, no había dormido para nada pensando en cada uno de los recuerdos con Joseph, desde la primera vez que lo conocí hasta la última vez que nos vimos. También pensaba en como él me había moldeado como persona, como había hecho efecto en mí. Mi celular empezó a sonar cosa que se sintió como un porrazo con un bate en la es sien.

—¡Carajo! ¡Bájale a ese condenado aparato!—Maldicé Mónica poniendo sus manos en la cabeza.

Era una vídeollamada de Michelle, me puse en un lugar apartado de Mónica para no molestarla.

—¡Hola, Kylie!—Saludan Michelle y Madison a través del teléfono. Yo hago una mueca de dolor ante el volumen de su saludo.

—Wow, alguien se la paso bien anoche.—Comentá Madison al ver mi estado. Yo solo le regalé una mira sarcástica de '¿Tú crees?'

—¿Que pasa? ¿Anoche te comieron la lengua?—Bromea Michelle haciendo que rían, al parecer los demás estaba con ellas.—Explica con lenguajes de señas que le paso a tu lengua.—Michelle voltea la cámara para mostrar a Jonh, Jordan y Leonard.

—Mi lengua está en su lugar, nada de qué preocuparse.—Digo con seguridad para evitar las burlas.

—¿Como estás, Zombie?—Hablá Jonh con la boca llena de comida.

—Cansada, Italia es muy agotadora.—Contesto dirigiéndome a la cocina y abriendo la nevera.

—¿Italia o los italianos?—Preguntá Leonard con picardía. Ruedo los ojos, le muestro mi dedo corazón y cuelgo la llamada.

Guardé mi celular y busqué algo de comer en la nevera. Saqué una de esas comida de microondas e hice todo lo de las instrucciones, mi teléfono nuevamente empezó a sonar.

«—¿Ahora que pasa?»—Contesté de mala manera.

«—¿Kylie?»—La voz de Bart se reproduce en el apartado. Veo el teléfono y corroboró que es él.

«—Lo siento, Bart. Pensé que era alguien más.»

«—No hay problema. ¿Como estás?»

«—Estoy bien, no me quejó.»

«—Bien, los chicos y yo pensamos ir a la playa. ¿Quieres ir?»

«—Claro, ¿A que hora?»

«—Pasamos por tí en quince minutos.»

«—Ok, aquí los espero.»

Cuelgo la llamada y saco mi comida del microondas, me salgo de la cocina a mi habitación. Me pongo un traje de baño negro de dos piezas y sobre eso una camiseta corta en color blanco y un short corto azul. Empaque más ropa en una pequeña mochila y sali a la sala.

Aún te quiero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora