Capitulo 10

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Finlandia lo estaba evitando

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Finlandia lo estaba evitando.

Y sabía muy bien la respuesta del por qué.

Quería culpar a España, pero sabía que él no tenía la más mínima culpa de lo sucedido esa noche. Claro, más que organizar la cena.

Se había acostado con Finlandia. Y no solo eso, sino que le había declarado sus sentimientos.

Quería tirarse de un séptimo piso. Quería que la tierra se lo tragase. Quería tener superpoderes y volver el tiempo atrás.

«Maldita sea Suecia, eres un estúpido»

Bueno, por lo menos Eslovaquia había hecho un amigo. Croacia. Tenía una historia similar a la del heredero de Checoslovaquia así que lograron llevarse bien. Maldijo el momento en que aceptó ir a esa fiesta y maldijo a Eslovaquia por hacerlo sentir mal para ir. Bueno, el niño tampoco tenía la culpa. El no debió beber alcohol en un inicio, tenía una pésima resistencia a este y aun así lo hizo porque Finlandia se lo pidió.

Había llegado a la conclusión que Finlandia era el causante de todos sus males.

― ¿Y si me mudo de país y me cambio el nombre a Pancracio Anacleto?

―No puedes hacer eso, imbécil―El pordiosero que seguía robándose su comida hablo―Eres un país.

―Tú también lo eras y mírate ahora.

―Hey―Lo golpeo con un tenedor―Mas respeto.

―Dime algo, ¿Por qué no moriste al acabar la guerra?

El pordiosero lo miró por un momento antes de encogerse de hombros y volver a cocinar.

―Extraño a Prusia―Lloriqueó mientras sostenía una malteada en su mano― Y a Baviera y a Sajonia y a...bueno a Wurtemberg no tanto pero...

― ¿Quieres dejar de lloriquear? Vas a salpicar de lágrimas mi comida

Ante esa petición, el sueco volvió a llorar más desconsoladamente.

― ¿Qué le hiciste ahora?―Preguntó Austria al ver llorar a Suecia.― ¿No volviste a cocinar uno de sus peces verdad?

El pordiosero (apodo puedo por Suecia aunque el "pordiosero" se vestía mejor que todos juntos) negó, completamente ofendido. Es decir, si, una vez cocinó una de las mascotas de Suecia para comer, pero en su defensa se habían acabado las cosas para cocinar y el tenía hambre.

―Finlandia me odia―Dejo escapar un grito a lo que el austriaco se tapó los oídos.

―No te odia―Respondió una vez el otro se calló.―Tal vez solo le da vergüenza verte después de haber hecho eso.

Si. Austria sabía. Todos en esa casa sabían que el sueco y el finlandés habían tenido relaciones la noche de la cena de España. En esa casa no se guardaban secretos.

―Va a pensar que soy un maldito incestuoso, le-le va a dar asco verme y va a pasar el resto de su vida repudiándome.

―No seas dramático.―El pordiosero pidió―Solo habla con él y trata de explicarle lo que paso.

― ¿Y qué le voy a decir?

Sus acompañantes se quedaron callados ante aquella pregunta. Realmente no sabían como contestar.

― ¿Y si mejor me mandas con Prusia al otro mundo?― Le pidió al pordiosero.

―Yo lo haría con mucho gusto―Respondió mientras apagaba la estufa―Pero lamentable o afortunadamente para ti, Prusia está vivo.

El sueco se sobresaltó ante aquella nueva información.― ¿Qué Prusia esta qué?

―Si~ está vivo, mucho más que tú y yo.

Los tres países se quedaron en silencio analizando lo que acababa de pasar. Prusia. Estaba. Jodidamente. Vivo. ¿Entonces que hacia el pordiosero viviendo aquí?

―Ah que bonito día, yo voy a verlo.―Y así, librándose de posibles preguntas, el pordiosero salió de la cocina.

―No te preocupes Susu―Austria le sonrió mientras colocaba una mano en su brazo en señal de apoyo.―Tal vez...hay cosas que tú no sabes de Finlandia.

― ¿Qué quieres decir con eso?―Austria le guiño el ojo y salió de ahí.

¿Podría quizá... Finlandia corresponderle?

 Finlandia corresponderle?

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Bajo las sabanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora