Sin nada que perder

528 51 14
                                    

Esperando a que la tan tortuosa clase de coro terminara, dirigí mi vista hacia ese sublime ventanal del gran salón, intentando observar las afueras de éste mismo. Afuera, se encontraba el jardín que cubría casi por completo la entrada de la universidad. Recuerdo haber tenido muchísimos momentos felices y memorables en compañía de mis amigos justo en ese lugar. Bueno, si tengo que serles sincero, en casi todos los rincones de aquella institución tenía algún lindo recuerdo que podía desde hacerme reír sin razón aparente, hasta llorar cuan magdalena.

En fin, mientras me distraía pensando en todo esto, esperando a que el tiempo se pasara volando, escuché mi nombre enunciado por la voz perteneciente a nuestra profesora. "¡KEITH!" Gritó con fuerza, provocando que mis oídos estuviesen apunto de sangrar. Cantaba muy bonito, para qué negarlo, pero realmente su voz es tan aguda y molesta como un carro de camotes.

Evitando irritarme por tremenda voz, contesté con suavidad para no lastimarme mis oídos aún más.

Mande, profesora.

¡¿POR QUÉ NO ESTÁS PONIENDO ATENCIÓN?! —Siguió gritando como si su único afán no fuese exhibirme o humillarme, sino más bien que toda la universidad pudiese escucharla.

Sí estaba poniendo atención, profesora. Simplemente miré por un momento la ventana. —Al parecer, mi explicación fue bastante creíble, pues se tranquilizó casi al instante. Tanto mis compañeros como yo quedamos absortos ante esto. La maestra era esa típica señora a la que le encanta pelear hasta por lo más mínimo, y puede hacer que un malentendido se convierta en una disputa más seria. Y aún con esto en mente, niega que le guste discutir.

Suspiré aliviado, recargando mi espalda sobre el respaldo de mi butaca, mirando "con atención" la pizarra que la maestra utilizaba para explicarnos cómo debíamos hacer cierto ritmo o línea melódica. En realidad, eran cosas sencillas, pero a varios chicos del salón se les dificultaban ciertos aspectos. Todo esto no sería un gran problema, si no fuera porque nuestra profesora es todo, menos paciente.

Así pues, ansioso de poder sentir el aire libertador desacomodando mi ya rebelde cabello, el timbre del pasillo hizo presencia, indicando que las clases de ese día habían finalizado. Me levanté lo más rápido que pude, acomodando todos mis libros y cuadernos, asegurándome de no haber dejado ninguno como en otras ocasiones. Ese mismísimo día era jueves, así que tal vez durante la noche me pondría a practicar para la noche del viernes.

Bueno amigos míos, yo ya me voy. Cuídense y acuérdense que los quiero mucho. —Me acerqué a Diter y a Honey, dándoles un abrazo para demostrarles todo mi cariño. Aún si ellos dos eran un poquito más altos que yo, quería hacerles saber que mi aprecio hacia ambos era inmenso. Los dos correspondieron mi abrazo, despidiéndonos como siempre lo hacíamos.

En fin, colgué mi morral en uno de mis hombros y corrí hacia la salida como si fuese un perro hogareño tratando de salir por la puerta principal. Sin darle tiempo a la maestra para regañarme, salí del salón con presteza, dirigiéndome hasta la entrada de la institución para seguir al pie de la letra mi rutina de todos los días. Ir a la universidad, salir, ir al departamento para dejar mis cosas, ir a trabajar de 3 a 8 en ese restaurante y al final, en caso de ser viernes, ir con Amelia para rapear toda una noche contra MC's nuevos y veteranos. Básicamente, desgastarme la garganta desde las 10 hasta las 2 o 3 de la madrugada, dependiendo de cuándo terminara el evento. Había ocasiones en las que me quedaba ronco gracias a esto, pero vale la pena.

Tal cual dictaba mi rutina, fui hasta mi departamento para aventar mi mochila y salir otra vez. Ni siquiera entraba a mi hogar. Con que me asegurara de que mis cosas estaban adentro, todo perfecto. Me quité los como dos suéteres que traía en la mañana y los aventé de paso, cerrando la puerta con cuidado. Acomodé mi tan característica playera blanca manga corta junto a esa gorra roja que tanto me gustaba. Al menos en el trabajo que tenía me permitían usar gorras. En la universidad dicen que es una falta de respeto, pero sigo sin entender por qué.

Can you kiss me more?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora