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Siempre me pregunto desde cuándo inició todo. ¿En qué momento todo empezó a volverse gris? ¿Cuándo las cosas que antes disfrutaba de gran manera se tornaron insípidas? ¿Por qué todo lo que veo, escucho o digo debo asociarlo con la tristeza? Está claro que la cosa es conmigo. Yo siempre soy el problema...

Cuando acudí al psicólogo y me dijo que todo era por mi personalidad, pensé que debía ser muy fácil ser un terapeuta.

Vaya, así que todo es mi culpa. Sigo dando vueltas a todo en mi alrededor. Como si tratase de encontrarle el sentido.

Mi vida carece de sabor alguno. Al menos aún puedo sonreír. ¿Significa que no todo dentro de mí está perdido?

Suelen decir que si la vida no tiene paradero alguno, quiere decir que la muerte tampoco.

Me siento tan solo...

Me gustaría a alguien que me de un abrazo. O un balazo, es igual de válido.


Sin cariño en lo absoluto,

Hwang Hyunjin.

La oscuridad reina la habitación. Hyun Jin está sumido en un sueño profundo del cual por más que desea, no consigue salir; el cuerpo del pelinegro se sacude en un mortifero espasmo que le ocasiona el mal sueño del cual está volviéndose presa. Siente el corazón en la garganta y corridos unos segundos, abre los ojos. Ahoga un grito.

-Mierda... -medio dice, medio jadea.

«Una pesadilla.» repite para sí mismo. «Solo ha sido una pesadilla.» La mano de Hwang pasea directo por su frente, arrebatando una fina capa de sudor existente. Está temblando, sintiendo su estómago revolverse. «No es primera vez que ocurre, tranquilo...» desde los nueve años las ha tenido, pero los últimos meses se han vuelto constantes. Se traga la sensación vomitiva que escala su garganta, inspirando.

-Hyun Jin, levántate. -escucha claramente a su madre gruñir desde el otro lado de la puerta. Inconscientemente pasea el dedo pulgar por el labio que ella misma rompió el día anterior, suspirando con pesadez-. ¡Hwang Hyun Jin!

El grito le hace volver en sí.

-¡Ya voy! -responde a su progenitora con irritación. Arrebata las sábanas en un gruñido, buscando a tientas los anteojos en la mesita de noche. La cabeza le da vueltas-. Mierda.

Sujeta su frente, mirando a la nada. Su estómago da giros como la tina de una lavadora. Toda la habitación gira sobre su propio eje por un momento.

-¡Hyun Jin!

La mañana ha sido ambientada con los gritos de su madre al igual que todos los días. Rápidamente se mete en la ducha y en tiempo récord ya está abajo vestido, con el cabello revuelto. Song Hae Min-su madre-está hecha una fiera, tranquilizándose un poco al verle ya arreglado.

-Ya sabes, Hyun Jin. Derechito a tu casa. -el tono que usa es amenazante-. Te amo, hijo.

Su madre diariamente le repite lo mismo, sin embargo tras tantas vivencias y la edad que tiene, le cuesta mucho creer en su palabra. Sonríe ignorando la punzada en su pecho, apretando la asa de su mochila sin darse cuenta.

-Yo también.

No se molesta en preguntar por Ye Ji, pues sabe que habrá salido más temprano para no verle la cara a su madre. Los anteojos resbalan por el puente de su nariz, acomodándolos desde el puente. El sol matutino encandila la nuca de Hwang, empezando a cavilar. «el día será bueno.» trata de mentalizarse. «el día será bueno...» una segunda vez. «todo va a ser perfecto hoy.» Una vez leyó por ahí que si cree que las cosas irán bien, todo acabará bien.

𝙽𝚘𝚝𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚊𝚗𝚜𝚒𝚘𝚜𝚘 | HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora