Capítulo III

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   Cuando el alba es notorio, un jinete se aproxima velozmente hacia una pequeña mansión, apartada del caserío de la capital. Sus manos fuertes sujetan las riendas del animal con fuerza, solo con llegar a la entrada se baja con rapidez del caballo y con suma cautela, sin hacer ruido alguno ingresa a la mansión en medio de la pequeña oscuridad.

—Zhira, ¿Donde estabas?

  Exclamó Miriel saliendo de un oscuro pasillo.

—¿Tú dónde crees que estába?

Respondió la pelirroja de forma desafiante.

Una sonrisa salió de los labios del castaño antes de sugetarla por el brazo.

—Si Ashram se entera de tus salidas no te ira nada bien. Recuerda tú lugar en esta casa, y comportate como una sirvienta.

—Yo no tengo que dar esplicasiones a nadie de lo que yo haga fuera del horario de trabajo.

Disiendo estas palabras la pelirroja se fue dejando a Miriel con las palabras en la boca.

Zhira sin ocultar su molestia se dirije a la habitación de Daneyri, donde está yace dormida. Sin tener ni el mínimo tacto le habla muy fuerte y le quita las sabanas haciendo que la rubia se de unas cuantas vueltas en  la cama y se levante con los cabellos despeinados unos ojos serrados y buscando las sabanas para volverse a cubrir.

—Cuando yo digo que te levantes, te levantas.

Protestó la peliroja, volviendo a quitar las sabanas.

—Por favor Zhira, no ves que las mujeres debemos dormir mucho para conservar la belleza.

—Lo único que tú quieres es quedarte dormida hasta la hora del almuerzo.

Sonrisa— Pero mira la hora que es, todavía no a salido ni el sol, despierta me cuando sea la hora del desayuno.

—Yo ko dormí nada anoche por cumplir tus deseos y ahora tú te quejas por despertarte más temprano. ~molesta~ Ya tengo la lista que me pediste si la quieres levantate ahora o de lo contrario la voy a romper.

—No seas tan amargada Zhira, todo el viaje no hiciste nada más que quejarte y ahora estas de mal humor a estas horas de la noche.

—Es de mañana y estaría muy feliz si el desgraciado de Miriel no uviera venido con nosotros.

sonrisa— Es parte de mi familia y que te cuesta darle una oportunidad, quien sabe talves pronto tengamos boda.

—Si no te callas y ves esta lista del diablo me voy.

—Olvidalo, ayudame a vestirme y dame esa lista, no vaya a ser que la rompas.

Zhira escoge un vestido sencillo de color rojo pasión, con unos volantes y zapatos cómodos mientras Daneyri se fue a la bañera, apenas termina su ducha, la peliroja empieza a secar y peinar la larga cabellera rubia como el oro de Daneyri, le coloca unos pequeños aretes y un collar simple, con sus manos llenas de talento empieza con el maquillaje, le coloca un papel con tinta rosada sobre sus labios rojos para que parezca más sencilla, arregla las largas pestañas.

  Terminado con su trabajo Daneyri demuestra su magnífica belleza capaz de hacer caer a un imperio. Y sí Daneyri posee una belleza inigualable, un cuerpo seductor, labios rojos de nacimiento, unos ojos color cielo, piernas largas y un hermoso cabello rubio que es muy difícil de ver en el continente. Por esa razón muchos nobles buscaban convertirla en su esposa, pero el barón de Garnett quería sacar el máximo provecho de su belleza y pedía una dote que solo un rey podría ser capaz de pagar por darle la mano de la pobre Daneyri.

Voy a ser su amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora