La noche es más larga de lo que creí, intente cerrar los ojos y conciliar el sueño que nunca llegó a mí, mi cuerpo duele pero no más que mi conciencia, la vida me a enseñado que para conseguir un buen futuro hay que estar dispuesto a hacer lo que los demás no pueden hacer, mis únicos deseos son vivir y para ello eres necesario, más que atracción veo en tí un apoyo que debia de conseguir.
—La vergüenza perderé, en una hipócrita me convertire, el miedo será mi amigo fiel y la mentira mi mejor aliada la cual me acompañara hasta que se cumpla la promesa del ayer.
Las horas transcurrieron lenta y tranquilamente hasta que por fin un canario cantador hizo su presencia por el viejo balcón, acompañado con los primeros rayos del sol qué acariciaron el rostro del rubio, incómodo por la luz solar hizo un pequeño movimiento, cuándo sintió la calidez y suavidad de de un cuerpo, el sentimiento era agradable, aún con los ojos cerrados se aferro a esa calidez.
El cosquilleo de los cabellos de su acompañante hizo que abriera los ojos llevándose una gran sorpresa a su lado yacía el cuerpo desnudo de una mujer, sus cabellos eran rubios cuál hilos de oro, los cuales despedían un aroma jazmines frescos, un cuerpo perfecto con un pequeño toque de bronceado causan impacto en su mente, su sorpresa fue tal que casi da un brinco en la cama, despertando a esa bella dama, la cual de inmediato y como si de un rayo se tratase se cubrió con las sábanas viejas y se alejó de inmediato.
Él no entendía lo que pasaba, se notaba en su rostro, estaba confundido tenía un dolor de cabeza y algunos recuerdos vagos de la noche anterior lo hicieron sentir más culpable de lo que se sentía, aquella mujer fue con la que había bailado, mas ahora tenía moretones por todo su cuerpo y de inmediato notó un golpe en ese bello rostro, el golpe era fuerte así que dedujo que la había ultrajado.
Jhabriand intento acercarse a ella pero fue inútil la peli rubia se aferro con más fuerza a las sábanas y comenzó a llorar, de igual manera apenado y con la culpa que lo rodeaba huzo lo que un emperador nunca haría. Aún cubierto con las viejas colchas, él se rodillo ante ella y le pidió perdón. Pues para él las cosas estaban muy claras, el alcohol hizo que tirará toda su furia sobre la belleza que tenía ante él.
Las manchas de sangre en su pierna y en la cama era la muestra viviente qué perdió todo el sentido de la razón.
—Lo siento, por favor perdóname, no era mi intención tratarla de esa manera, pero el alcohol se apoderó de mi cabeza... Por favor perdóneme, como hombre, como príncipe y como próximo emperador se que merezco la muerte.
Ante estas palabras la damisela seco sus lágrimas y con una voz llena de dolor respondió:
—Su Majestad no se arrodilla ante una vil mujer como yo, fue mi culpa por ser débil y no poder defenderme, usted se encontraba fuera de sí debo de ser yo la que se quite la vida pues ahora ya no me queda nada.
Sus manos acarician el rostro del rubio y con una sonrisa en medio de lágrimas comenzó hablar:
—Sí aquí habido un culpable esa es sido yo si alguien debe morir debo de ser yo usted es muy necesario para el reino y yo soy una simple huérfana que vive de la caridad de otros nadie se preocupara por mí, ni se darán cuenta si vivo o si muero eso da igual.
Estas palabras fueron como dagas para el joven príncipe, pues se dio cuenta del daño qué le había hecho a esa joven mujer. Lleno de impotencia admitió su culpa y busco la mejor solución para qué esa hermosa mujer no cometiera suicidio.
—Yo lo lamento tanto tal vez no pueda ofrecerte ser mi esposa porque ya tengo en mi corazón a otra mujer, pero te daré a ti una vida digna, no dejaré que sufras, ni pases hambre y te daré los lujos que gustes, me haré responsable de ti pero te mandaré lejos donde puede puedas ser feliz, pero no pienses matarte fue mi culpa yo te obligue.
—Su Majestad a mí me educaron para que solo debo recibir algo cuando doy algo a cambio. Si quiere recompensarme con lujos, techo y comida deje que yo me los gané, déjeme trabajar para usted y pretendamos que esto nunca ha ocurrido, usaré una máscara si es necesario pero dejé que yo me gané mi propio alimento.
Las palabras de la rubia dejaron sorprendido a Jhabriand, no podía creer qué una mujer tuviera tanta determinación como la que tenía enfrente, era obvio que ella se defendió con dientes y garras ya que en su cuerpo tenía las evidencias claras, esta mujer se había ganado su respeto y admiración de tal manera que acepto el trato y prometió darle un trabajo en el Palacio.
Cuándo terminó de hablar con ella busco su ropa en la vieja habitación, fue en ese preciso momento cuándo vio el vestido de la rubia rasgado esparcido por diferentes lugares de la habitación, una mirada llena de vergüenza y rabia contra el mismo volvía a dirigirse hacia la rubia, la cual tenía problemas al intentar ponerse de pie, lleno de culpa y vergüenza la ayudó a llegar hasta la cama.
—Lo siento mucho, es mi culpa que te encuentres en ese estado. Espérame aquí un momento buscaré un médico y ropa para ti.
La rubia los sujetos de inmediato del brazo y con ojos suplicantes le dijo;
—Por favor no lo hagas, no soportaría la vergüenza, prefiero que nadie se entere de lo que sucedió aquí, si quieres hacer algo por mí no dejes que ningún sirviente se acerque hasta que yo pueda salir,
—Como gustes, no dejaré que nadie se acerque hacia aquí, pero espéra un momento, mandaré a alguien de mi confianza con algo de ropa y medicamentos. No tienes porqué preocuparte no dejaré que nadie se entere si eso es lo que deseas.
Dichas estas palabras jhabriand salió de la habitación con una voz firme ordenó a los sirvientes que tenían prohibido acercarse al viejo Palacio. Apenas llegó a su habitación puso las manos a la cabeza y empezó a llorar, él amaba a su prometida no podía creer que su primera vez no fuera con ella, se odiaba a sí mismo, despreciaba su cuerpo y sus instintos, de ahora en adelante como miraría a su amada, ¿Cómo podría ver a la mujer con la que estuvo? se sentía miserable pero aún así no podría culpar a nadie porque sabía que él era responsable, engañó a la mujer a la que amaba y eso no se lo podía perdonar.
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Voy a ser su amante
RomanceLa familia del Conde de Garneth cae en la ruina. Para poder salvarse de la miseria planean la boda de una de sus hijas con el Barón de Cheberlands, Daneyri la más hermosa sabiendo que ella será la elegida, se niega rotundamente a casarse con un viej...