*Segundo Capítulo*
Suena mi alarma y gruño para mis adentros, es otro día más. Yo como siempre bajo mis sábanas sin saber cómo salir de mi enrriédo ya que pataleo toda la noche.
Una vez conseguido el reto de desenredarme apagó la alarma que me sigue atormentando, o bueno no exageremos, está tocando la canción *Love You Like A Love Song Baby* de Selena Gómez. Es linda cuando la escucho a todo volumen con los audífonos puestos, pero es totalmente desagradable cuando me levanta de mi hermoso sueño pesado el cual tanto amo.Me levanté a darme una ducha, prendí el calentador y mientras me desvestía supuse que ya estaría listo.
Di un brinco cuando me cayó el agua que primero tocó mis cabellos castaños y se fue deslizando por todo mi cuerpo rápidamente.Terminé de bañarme, fui al closet y vi una blusa blanca con escote no tan exagerado que llamo mi atención. Agarre de inmediato esa blusa con un jean negro no tan apretado y una bufanda negra que combinaba con el pantalón que anteriormente cogí.
Me vestí y me puse unas zapatillas blancas, me peiné, me Heche un poco de maquillaje, no tan exagerado algo natural y baje las escaleras.Mi casa no era tan grande, era de dos pisos con 3 cuartos, cada uno con su respectivo baño, el primer cuarto al llegar las escaleras era el de mis padres, el segundo estaba desocupado era de visitas y el último y tercero era mío, con un pequeño balcón vista a la calle. Ese era el segundo piso.
El primero tenía la cocina, la sala, el comedor, un pequeño patio atrás, el baño, pequeño cuarto de lavandería y el cuarto de Mari. La empleada del hogar. Llevaba trabajando hay varios años, si no me equivoco desde que yo tenía 8 o 9 años aproximadamente. Ella era bajita, tenía ojos color café al igual que su cabello, era un tanto morenita, pero muy linda. La quería mucho.— Buenos días Mari – Dije llegando a la cocina y viendola con su traje puesto. Ya estaba acostumbrada a tenerla hay, no se que sería sin ella. A decir verdad ella era la que me cuidaba debido a que mamá siempre paraba en el trabajo con papá y ni al caso, ya yo estaba acostumbrada a su ausencia.
— Buenos días señori... – La fulmine con la mirada antes de que terminara de decirme así. A mi en lo particular no me gustaba que me dijeran así y habíamos quedado en que ella me llamaría por mi nombre porque además de que llevaba varios años en casa yo le tenía mucha confianza y como dije antes no me gustaba que me dijeran así, me desagradaba porque era una chica como cualquier otra, y el hecho de que Mari era la empleada no había razón para que dejara de decirme por mi nombre. Al menos yo lo veía de esa manera... – Sus padres – Dijo en un susurro señalando sobre mi hombro. Asombrada mire a dónde el dedo de Mari señalaba y me sorprendí con lo que ví.
— Buenos días hija - Dijo madre - Ven sientate y toma el desayuno con nosotros – Volvio a hablar amablemente.
Mi madre, Rebecca Smith, era una mujer demasiado... Creo que no se me ocurre palabra para describirla, pero pongamos le que se le veía muy formal. Era unos dos centímetros más alta que yo, su cabello era castaño claro, como el mío, sus ojos verdes, pero aún más claros que los míos, y era de tes blanca. En ese entonces tenía cuarenta años, pero a decir verdad aparentaba ser una mujer de treinta, era muy bella.
Una voz me saco de mis pensamientos — Hija estás bien – Dijo mi padre mirándome con un poco de preocupación.
— Si papá, todo bien – Dije sonando lo más tranquila posible – Y buenos días!
Mi padre, Erick Johnson, era más alto que mi madre, se podría decir que un dos o tres centímetros más, era de tes blanca, cabello castaño oscuro que se veía más negro y de ojos azules un poco oscuros.
Me senté en la mesa junto a ellos asombrada al ver que después de un largo tiempo. Por qué si, como les dije ellos antes casi no estaban en casa. Al fin desayunábamos juntos.
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¡MATE A MI SUEGRA!_ En proceso_#MAMS
Gizem / GerilimCiertas veces tachan a las suegras como las serpientes venenosas o incluso hasta la igualan a Lucifer. Ridículo ¿Verdad? Si lo mismo pensaba yo, hasta que me tocó la peor suegra del mundo, una que ni a mis peores enemigos le desearía. No hay justifi...