Capítulo 41: Un diario de Elsa Stratoss

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Elsa había acababa de recoger una carta urgente en el gremio de aventureros de Scorch Creek, una pequeña ciudadela al norte del reino Azure, bastante cerca de la frontera con el imperio. Al estar tan cerca del imperio eran frecuentes los ataques de bandidos y milicias encubiertas del imperio, así que se podría decir que era todo un paraíso para los aventureros y mercenarios. Viajar hasta la ciudadela y el fuerte cercano era extremadamente peligroso sin una adecuada escolta, ya que los ataques a los suministros de Scorch Creek eran relativamente frecuentes.

El remitente de la carta era Marco, así que abrió la carta todo lo rápido que le permitieron sus dedos. El contenido de la misiva no era demasiado largo, aparte de algunas frases cursis y un par de 'te quieros', la carta decía que él se había graduado en la academia sagrada en el tiempo récord de tres días, también relataba alguna de las peripecias que le habían sucedido en la academia, aunque debidamente maquilladas omitiendo los puntos más escabrosos. Elsa parpadeó lentamente un total de cuatro veces y un cuarto.

"¿Tres días? ¿No se supone que iban a ser entre tres y siete años?"

La carta estaba fechada aproximadamente un mes y medio atrás, no era demasiado tiempo teniendo en cuenta lo difícil que era localizar en este mundo a alguien que estuviera en movimiento, a pesar de los concienzudos registros del gremio de aventureros. El servicio postal con seguimiento era un servicio muy caro, Marco probablemente había gastado una fortuna para enviarle esa carta y aunque en cierto modo estaba preocupada por las finanzas de Marco, el solo hecho de que gastase tanto en contactar con ella, la hacía muy feliz.

Dirigió sus inestables pasos hacia la posada. Elsa ya controlaba hasta cierto punto su brutal incremento de fuerza y poder mágico, siempre que estuviera lo suficientemente concentrada, justo algo que no ocurría en ese momento. Esa misma noche tuvo una reunión con los miembros de su equipo y entre todos decidieron que lo mejor sería disolverse como grupo de aventureros tras acabar la misión que ya habían aceptado. El final de una etapa en su vida y el inicio de otra.

Elsa tardó bastante tiempo en conciliar el sueño esa noche, ni la siempre eficaz copa de vino extra grande fue útil. En su cabeza solo estaba cierto pelirrojo con cara de mafioso, probablemente con poca o ninguna ropa.

La falta de sueño le pasó factura a la mañana siguiente, llegando una vez más tarde al punto de encuentro, algo que ya se había convertido en costumbre. Si en este mundo existiera el ferrocarril, sería comparada con un tren indú en el día de una huelga de maquinistas, afortunadamente para ella, aún faltaban algunos años para que el ferrocarril fuera inventado.

Además hoy estaba algo nerviosa y apenas podía contener sus fuerzas, así que Elsa caminaba lentamente para no destruir todo a su paso. Esa misma mañana había desintegrado el plato del desayuno al intentar agarrarlo casualmente y mejor no mencionar en qué estado quedó la cuchara que usó. Además tuvo que pagar un extra en la posada por las dos puertas que había roto, más el gasto del plato, la cuchara y por último la pluma con la que firmó el registro de salida, que quedó el acordeón de un payaso. La cara del posadero cuando vió hundirse la pluma a más de dos centímetros de profundidad en el atril donde estaba el libro de registro de entradas, fue digna de ser retratada. Por supuesto ese libro ahora tenía un hermosamente decorativo agujero en el medio.

Pero todo ello no fue comparable al caos creado en la calle cuando intentó acelerar su paso para no llegar tarde. Al salir de la posada, Elsa había pasado demasiado cerca de un carro que estaba descargando mijo y casualmente una cincha que arrastraba por el suelo se había enganchado a una de las hebillas de su bota, con el impulso de la pierna al empezar a correr, el carro salió volando en una bonita trayectoria parabólica que acertó de pleno en medio del tejado del ayuntamiento. Elsa tuvo que usar su habilidad de cara de poker al máximo tras darse cuenta del desastre que había provocado. Nadie resultó herido ni muerto, salvo el alcalde y un par de funcionarios con politraumatismos, pero debido a que eran muy corruptos, no contaron en el recuerdo de daños. Elsa disimuladamente deslizó algunas monedas de oro en el bolsillo del dueño del carro como compensación.

Guía básica de Supervivencia en un Universo fantástico (de mierda)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora