ᴀᴍᴅǫᴘ • sᴅɴᴘ_ᴠᴍɪɴ ||ʟɪʙʀᴏ 2||

Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 14[2/2]

S sabe. Los chicos de YA lo saben. Seokjin lo sabe. Y a nadie le importa. Eso es lo que me he estado diciendo una y otra vez durante los últimos días. A nadie le importa y me siento... mejor. No sólo porque la gente sepa que soy gay. (No puedo acostumbrarme a esa frase sin importar cuántas veces lo piense.) Sino porque estoy haciendo algo. No estoy sentado esperando que las cosas sucedan como siempre he hecho. ¿Lo siguiente que tiene que pasar? Tengo que decírselo a Jihoon y a Sam. No porque sea una mierda que merezcan saber. Pero estoy muy cansado de cuánta energía se necesita para mantenerlo en secreto.

Estaba pensando en Kuyng y en todo el trabajo que tiene que hacer. Tuvo que decirles a sus padres que iba a ir a YA con Minkki como apoyo. Tuvo que escabullirse para encontrarse con sus amigos. Mantiene su teléfono apagado y en su bolsillo siempre que está en casa en caso de que llegue un mensaje de texto que lo revele todo. Y todo para sentirse seguro en su propia casa.

En uno de los textos que me envió Kuyng hace unos días, me dijo que quería empezar a practicar una nueva pieza de violín para un recital que se acerca, pero que debido a todas las mentiras, el miedo y la forma en que está constantemente en guardia, simplemente no tenía la energía. Eso me afectó mucho. Me hizo preguntarme cuántas cosas podría haber hecho si no hubiera gastado tanta energía escondiéndome.

Ahora siento que voy a vomitar con los nervios y no puedo dejar de mover las rodillas y crujirme los nudillos mientras espero a que Sam aparezca. Cree que nos reuniremos para hablar del taller, y cuando entra por la puerta, creo que me voy a desmayar.

—Oye —dice—. Ha pasado un tiempo.

Parece cansado, o tal vez sigue triste por lo de papá.

Vamos a la cocina a hacer café y el olor casi me revuelve el estómago. Mis rodillas están como gelatina.

Puedo oír a Jihoon en la ducha, pero la idea de estar ahí con Sam hasta que salga es insoportable. Golpeo la puerta del baño.

—Jihoon, ¿puedes salir un momento?

—Amigo, ¿qué demonios? —pregunta Sam, vertiendo café en la taza verde y llena de bultos que siempre usa.

Sacudo la cabeza y me sirvo mi propio café.

—¿Qué? ¿Qué es lo que está mal? ¿Qué pasa? —dice Jihoon, saliendo del baño con una toalla alrededor de sus caderas y un poco de espuma en su cabello mojado. Parpadea confundido cuando Sam y yo tomamos café en la cocina—. ¿Están bien? —pregunta.

—No me mires —dice Sam, señalándome con la cabeza.

—Sí. Sí, bien, sólo quería...

—Vale, las cosas de negocios están bien —ofrece Jihoon, y yo me lanzo sobre eso.

—Bien, entonces. ¿Están de acuerdo en expandirse o lo que sea para tomar los vehículos que a papá no le gustaba trabajar?

—Tú eres el único que es bueno en esas reparaciones, hermano —dice Sam—. Por mí está bien, pero la mayor parte será por ti.