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Entró a la gran mansión después de recibir un intento de consuelo de sus amigos, quienes le habían dado unas palabras de ánimo

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Entró a la gran mansión después de recibir un intento de consuelo de sus amigos, quienes le habían dado unas palabras de ánimo. Una vez dentro, notó la presencia de los antiguos amigos de Seungmin, quienes eran parte de los inalcanzables. Hizo una pequeña reverencia y ellos hicieron lo mismo, pero Hyunjin se acercó a él y empezó a disculparse, demasiado. Le explicaba que no esperaban que Seungmin cometiera tal acto, pues siempre creyeron que era un chico bastante inocente como un ángel, pero se habían equivocado. Minho soltó una risa irónica y lo empujó, haciendo que se cayera.

—Ustedes son la misma mierda, que no hayan asesinado a alguien no significa que sean buenas personas —Apretó sus puños—. Hyunjin, ¿debería recordarte que le pagaste a alguien para que le tirara una piedra a la maestra de filosofía? ¿O tú, Jeongin? ¿Realmente crees que todos olvidamos cuando golpeaste a un chico solo por ser becado?

Estos chicos estaban realmente arrepentidos de haber hecho todo eso, pero él no les creía, jamás lo haría. 

Trató de ir a su habitación, pero escuchó a sus padres llegar y empezar a regañarlo por ser maleducado con sus invitados. Solo rio mentalmente, ellos lo habían educado a base de insultos y malos tratos, ¿cómo esperaban que fuera? ¿Como Kim Seungmin, quien fingía ser buena persona, pero en realidad era un asesino? Ni loco sería como él.

—Ven ahora, deja de ser un irrespetuoso y come con nosotros, trajimos pollo frito —dijo su madre con cierta molestia en su voz.

—Mamá, te he dicho mil veces que ahora soy vegetariano —Quiso poner sus ojos en blanco, pero se contuvo—. Estoy cansado de que nunca me escuches.

Ella empezó a gritarle con furia por atreverse a desafiarla y Minho sintió su corazón acelerarse hasta que no pudo soportarlo más, y simplemente corrió hacia su habitación. Una vez dentro, se dejó caer sobre la cama con fuerza y sostuvo una almohada en sus brazos, apretándola con fuerza mientras cerraba los ojos. Trató de bloquear el sonido de los gritos de su madre, imaginando que la almohada era su amado Hannie, deseando poder tenerlo de vuelta.

—No puedo soportarlo más... —susurró, y de repente se acordó de algo.

Una vez, Jisung le explicó cómo creía que funcionaba lo de ir de una realidad a otra. Evidentemente, nunca entendieron bien todo eso, pero el hecho de que la vida les haya dado más oportunidades fue algo muy lindo para ellos.

Minho repitió todo lo que su Hannie le había dicho alguna vez, pensando en que realmente deseaba que todo volviera hace unos meses atrás, cuando su novio seguía vivo. Esperaba que funcionara.

(...)

Minho corría por los pasillos de la escuela, buscando a Jisung y esperando encontrarlo con su sonrisa de siempre. Quería sentir el roce de sus labios y ver cómo sus mejillas se tornaban rojas, y quería demostrarle también cuánto lo amaba. Anhelaba tanto ese momento que su corazón latía con fuerza en su pecho.

Pero no, él no estaba. No funcionó lo que quería hacer, porque esas oportunidades acababan cuando los destinados se daban un beso lleno de amor, y aquello ya había ocurrido. Podía volver al pasado, pero no tan fácilmente, el problema era que Lee Minho no sabía eso.

Ingresó a su salón de clases, suspirando pesadamente mientras caminaba hacia su asiento. Se dejó caer en su silla, apoyando su cabeza sobre la mesa y mirando por la ventana el cielo, hoy estaba más nublado de lo habitual. La campana sonó para señalar el comienzo de la clase, pero Minho no estaba interesado en prestar atención. En su lugar, se durmió, sabiendo que soñaría con su Hannie, como cada vez que lo hacía.

Estaba corriendo por un campo de flores, vio que había un gran árbol en el lugar, por lo que subió como pudo y empezó a jugar con las hojas que se movían de un lado a otro por la suave brisa. De repente, escuchó a alguien cantando y se asomó por las ramas del árbol, mirando hacia abajo y sonriendo al ver a su novio.

—¡Amor! —Jisung dejó de cantar y lo observó, con los ojos muy abiertos—. Hice pastelitos.

El menor se puso de pie, sosteniendo un tulipán rojo, miró a Minho y sonrió angelicalmente.

—Te amo... —Cerró sus ojos y todo empezó a cambiar.

El campo de flores se había convertido en hierba seca, el cielo despejado se había nublado y un agujero se había formado en el suelo, cerca de Jisung. El de mejillas de ardillas fue a este, todavía con sus ojos cerrados, y Minho se bajó del árbol, tratando de alcanzarlo, pero fue inútil. El menor cayó en ese agujero y en un instante todo se transformó en puro fuego. Él no tenía la posibilidad de escapar, por lo que se hizo bolita y se agarró la cabeza.

Fue despertado de su terrible pesadilla gracias al sonido del timbre. Se levantó de la silla rápidamente y corrió hacia la azotea. Al llegar, se sentó en el borde de esta, con las piernas colgando, luchando por respirar. Cada vez que inhalaba, sentía que no era suficiente y que necesitaba más aire, como si su pecho se hubiera encogido. Las lágrimas corrían por sus mejillas y su mente lo atormentaba, los pensamientos que tenía se volvían cada vez peores.

Cuando por fin logró calmarse un poco, su teléfono empezó a sonar. Era su padre. Suspiró y llevó el teléfono a su oído.

—Tu maestra me llamó de nuevo diciendo que te quedaste dormido en clases, ¿puedes dejar de ser idiota de una vez por todas? —dijo el mayor, este estaba borracho, pero Minho no lo notó—. ¿Dónde estás, imbécil? Te mataré ahora mismo.

—No te preocupes, papá, no tienes que hacerlo. Yo lo haré por ti —Lo dijo como broma, aunque muy en el fondo quería hacerlo—. ¿Qué te parece que yo salte desde la azotea?

—Me importa poco cómo lo hagas, solo mátate y ya podremos ser felices todos, tu novio y tú arruinaron la vida de Seungmin —Su padre no estaba consciente de lo que decía.

Colgó y Minho cerró los ojos con fuerza, pensando en las palabras del hombre. Siempre que leía novelas, notaba que los padres eran muy protectores con sus hijos y hacían todo lo posible para que ellos fueran felices. ¿Por qué no podía sucederle eso? ¿Por qué lo odiaban tanto? No lo soportaba más, simplemente ya no podía. Había intentado ser fuerte durante tanto tiempo, aguantando el trato que sus padres le daban, pero había sido demasiado duro para él. Sus límites habían sido sobrepasados, y la idea de acabar con todo de una vez por todas comenzaba a parecer cada vez más tentadora.

Abrió sus ojos que se habían llenado de lágrimas y se levantó, sintiendo su corazón latir fuertemente en su pecho. Con dedos temblorosos, escribió mensajes de despedida a sus familiares y supuestos amigos. Dejó el teléfono en el suelo y caminó hacia el otro borde de la azotea, mirando hacia abajo con miedo.

—Nos veremos pronto, cariño —susurró.

Las palabras de su padre seguían sonando en su mente y sus pensamientos empeoraban.

Se quitó las lágrimas con el dorso de la mano, tomó impulso y saltó.

Su cuerpo cayó en picada, sintiendo el viento soplar fuerte en sus oídos. Todo se volvió oscuro y silencioso, y Minho supo que su caída había llegado a su fin.

 Todo se volvió oscuro y silencioso, y Minho supo que su caída había llegado a su fin

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Inefable › MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora