Capítulo 6

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Aquel olor, similar al de la vainilla, siempre estaba presente en la casa, proveniente del árbol junto a la misma, cubierto durante todo el año de una peculiar flor color lila. El olor de las flores resultaba algo embriagante para el niño de apenas 7 años, de cabello grisáceo, que jugaba bajo la sombra del árbol. Una casa alejada del resto del poblado, debía sentirse solitario jugar solo pero eso no parecía molestarle en lo absoluto. No había ningún juguete cerca de él, ni siquiera objetos en el suelo que pudiera usar como tales. En su lugar, empuñaba una rama con una cuerda atada en uno de sus extremos. Acababa de armar ese curioso utensilio pero parecía disfrutar mucho fingir luchar con esa pequeña arma. La diversión fue interrumpida por una voz a sus espaldas llamándole, pero al no responder sintió como algo -o alguien- lo levantó para cargarlo sobre sus hombros para llevarlo al interior de la casa.

— Te llamé tres veces, revoltoso. La comida está lista, podemos jugar cuando terminemos. —el hombre compartía la misma tonalidad de cabello que el menor, delatando que se trataba de su hijo. Cuando sentó al pequeño en la mesa para que este comiera con él, notó como se apresuraba a terminar para volver a jugar lo antes posible.— Hey, Sakushi, te dije que la comida se disfruta, no solo te la tragas. —aún con el tono firme de su voz, esta transmitía cierta calma que hizo que el menor siguiera sus órdenes sin oposición alguna.

El pequeño peligris posó su mirada en el plato de ramen que tenía enfrente suyo, no con asco, sino con curiosidad. Le parecía curioso como los pequeños trozos de carne y verdura tenían distintas formas y detalles pese a que algunos eran muy parecidos. Su padre no tardó en notar como miraba de forma tan peculiar su comida, como si fuera capaz de ver cada detalle de los componentes de la sopa que comían. Tras un rato, padre e hijo habían dejado vacíos sus platos, después de reposar algunos minutos podrían volver a jugar. Mientras esperaba, el niño de ojos morados aprovechó para admirar una vez más las distintas cosas que su padre había coleccionado con los años. Entre muchos artículos, uno le gustaba más que otros, un par de gafas ligeramente gruesas que, al ponérselas, invertía su punto de vista, como si el mundo estuviera en de cabeza. Desde que su padre llevó esa curiosidad a la casa y él se las puso por un rato notó un incremento notorio en su capacidad visual, aunque no le daba relevancia.

Después de alrededor de media hora, el menor corrió hacia el árbol donde había dejado su arma improvisada. Su padre no tardó en unirse a la diversión, sujetando un bokken, actuó como si fuera un monstruo que su hijo debía derrotar. Para solo estar usando una rama con una cuerda, el pequeño peligris sabía usarla como si de verdad fuera un arma, lanzó un par de azotes como si de un látigo se tratase, encima, fue capaz de arrebatarle la espada de madera al mayor usando solo la cuerda. No tardó en declararse el vencedor, quería seguir jugando con su padre y disfrutar de la tarde con él. Después de un montón de risas, algo captó la atención del niño de ojos morados. Si no se había vuelto loco, la figura de su padre era ligeramente transparente, como un espíritu o algo similar. Vencido por la curiosidad, intentó tocar el cuerpo del mayor, pero en lugar de sentir su ropa su mano simplemente lo atravesó, como si solo fuera humo, pero la forma de su padre seguía viéndolo, sorprendido.

Un sepulcral silencio reinó entre los dos durante unos minutos. Ninguno se atrevía a decir o algo siquiera cruzar miradas. El menor finalmente se animó a actuar, tembloroso pero sin retroceder. Cerrando los ojos, lanzó un golpe con toda su fuerza hacia el abdomen de su padre, no percibió ningún quejido ni sintió el impacto. Al abrir los ojos vio como su puño estaba incrustado en el torso de su padre, pero no sentía absolutamente nada, como si no hubiera nada.

— Sakushi, entra a mi estudio, ahí te explicaré todo. Admito que me sorprendiste. —con una sonrisa, se desvaneció del mismo modo que el viento se llevaba una nube de humo.

Dejándose llevar por la curiosidad, el menor no tenía otra opción que seguir la indicación de la nube en forma de su padre, entrando al estudio donde él solía pasar gran parte del tiempo. Tras la puerta encontró a su verdadero progenitor, escribiendo una carta con seriedad, parecía ser tan importante que ni siquiera percibía la presencia del infante de ojos morados, hasta que este se acercó a su escritorio.

Filo de un Espejismo [Kimetsu no Yaiba OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora