Capítulo 10

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Narra: Meishu

Cuando conocí a papá... Mis recuerdos están borrosos, tenía sólo unos seis años. Vivía en una casa con dos humanos, ellos me educaron antes que papá. No sé cómo, pero un día llegué a su casa y simplemente no estaban. Busqué por toda la casa pero no encontré nada... Recuerdo haber visto algo de sangre, pero entonces llegó papá. Papá era un lobo, como mis hermanos, un lobo enorme, sabio y muy fuerte. Cómo yo era una niña entonces, me asusté, los humanos que me cuidaron dijeron que no debía acercarme a los animales, pero papá era diferente. Él se acercó a mí y simplemente asintió, se alejó pero lo seguí rápidamente, sabía que él quería que lo siguiera.

La casa de papá era pequeña pero acogedora. Si.... Era una bonita cueva. Papá ya había vivido con humanos antes, habían muchas cosas en la cueva que los lobos no pueden conseguir. Habían algunos muebles, un mapa en la pared, incluso un hornillo con un mecanismo para que papá lo encendiera y apagara. Él me enseñó a cazar, esconderme, como sobrevivir como un lobo más. Pero él no quería que yo fuera un lobo, sigo siendo una humana pero nunca me acerqué mucho a otros. Siempre me gustó correr por el bosque y cazar algún conejo o lo que encontrara, no todos los días había comida para los dos pero nunca fue un problema. No pasé más de dos días sin comer, pero desde que me volví una cazadora de demonios no puedo evitar comer todos los días. Creo que hasta mis hermanos se mal acostumbraron.

— Hablando de tus hermanos ¿Puedes contarme cómo los conociste? —preguntó el peligris lleno de curiosidad.

— Creo que ya te lo había dicho pero está bien. 

Ya habían pasado algunos años cuando apareció el mayor, Tsume. Fue el primero en llegar después de mi. Papá lo encontró cazando en el bosque. Lo nombré Tsume por sus grandes garras. Peleamos un poco pero ahora es un buen chico. Después llegaron Mimi y Kiba. Durante una cacería con papá, escuchamos gruñidos cerca de un lugar donde olía a sangre, papá se adelantó por seguridad. Cuando me acerqué, ví a los dos cachorros peleando por un jabalí muerto. Grité y recuerdo cómo Mimi se asustó, sus orejas son muy sensibles, suaves y grandes, por eso la llamé así. Recuerdo el momento en que Kiba me gruñó por acercarme, me dejé llevar por sus colmillos, eran y siguen siendo hermosos, igual que su nombre. Hana es otra historia... Era una tarde de tormenta, poco antes de que comenzara a llover, fuí a buscar algo de madera para hacer una hoguera en la cueva y maternos calientes. Mientras recogía, siempre olí algo de sangre pero no ubicaba de dónde venía. Me dí algo de prisa para recoger todo lo que pude y volver a la cueva. Regresé por un poco más de madera que dejé y ahí la encontré, llorando por el frío. La lluvia comenzó a caer y hacía mucho viento, aún así decidí llevarla conmigo. La llevé encima de la madera para hacerlo más fácil. Llegamos a casa casi congeladas, pero papá encendió el fuego y nos salvamos. Entonces noté que Hana estaba muy herida, con un gran corte sobre ambos ojos y más cortes por todo su cuerpo. Su nariz no paraba de olfatear, me di cuenta que estaba buscando mi olor.

— Papá... Está herida. Debió encontrarme con su nariz... ¡Yo la cuidaré! Un líder no deja atrás a nadie de la manada. —papá sonrió y me permitió cuidar de ella hasta que se recuperase.

Pasaron solo unas semanas cuando sus ojos parecían mejorar, los abría un poco y se alegraba cada vez que me veía, pero se cansaba de abrirlos tras un tiempo. Tomaron unos dos o tres meses, pero recuperó la visión por completo y desde entonces es miembro de la manada como los demás.

— Espero no me dejes atrás cuando yo me lastime. ¿Soy parte de la manada? —bromeó, provocando un sonido chirriante en los lobos.— Juro que se acaban de reír de mí...

— Algo así, eres parte de la manada, pero ellos te ven como un omega. —una corta risa escapó de sus labios.— Si no te matas solo tal vez te haga mi beta*

Filo de un Espejismo [Kimetsu no Yaiba OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora