El viento del mediodía mecía levemente el cabello de ambos cazadores, el mayor de ellos lucía incómodo y preocupado pero hacía su mejor esfuerzo para disimularlo. Por su parte, la albina caminaba con una sonrisa, inclusive tarareaba alegremente sin preocuparse por nada, ni siquiera por su compañero. Habían sigo asignados a la misma misión y el chico de ojo morados dudaba si era buena idea cooperar con alguien que evidentemente había crecido en lo salvaje. No podía quejarse, entre ella y no tener compañeros que lo apoyen contra un demonio presumiblemente fuerte, prefería estar con la albina. Por si su presencia no fuera suficiente preocupante, muy cerca suyo siempre se encontraban sus 4 lobos, habían sido bien entrenados para no dejarse llevar por sus instintos y dejarla sola. Intercambiar palabras resultaba difícil, ambos eran del mismo rango y probablemente participaron en la misma selección final y tenían casi el mismo tiempo asesinando demonios.
Desde el punto de vista del peligris, la caminata había sido interminable, pero el momento en que llegaron a su destino pudo relajarse, pues la albina tomó una ruta distinta para investigar por su propia cuenta, dejando solo al joven cazador. Debía hacer lo mismo y ponerse en marcha, cualquier pista sobre el demonio que enfrentaría resultaría vital. Para su desgracia, moverse entre las angostas calles de la ciudad era difícil moverse sin chocar con alguien. Por más que intentara acercase a cualquiera para pedir información, todos tenían demasiada prisa para detenerse a hablar con un desconocido, sin mencionar que hablar con alguien en la calle sería casi imposible con tanta gente empujándose unos a otros.
Sus intentos de entrevistas parecían inservibles, para tener un momento de calma, se retiró a una plaza cercana dónde sorprendentemente no había gente. Analizaba con su vista todo lo que podía del pueblo, dónde volteara encontraba grandes cantidades de gente, muchas personas se concentraban en los diversos puestos y parecían discutir con los dueños y otros clientes. El arquitecto que diseñó las calles debió ser fanático del minimalismo para hacerlas suficientemente pequeñas para que solo tres personas circularán a la vez. Comenzaba a comprender porque era conocido como el "Poblado de la Locura", sus agitados habitantes, turistas, la falta de locales y el tamaño de las calles hacía que siempre hubiera algo de bullicio sin importar en que parte de la ciudad te encontrases.
Con el avanzar del día, cada vez había menos gente, lo que permitió al joven cazador andar más fácilmente por el poblado y preguntar a quien se encontrase sobre el demonio que buscaba. Tanto habitantes como turistas estaban al pendiente de las desapariciones, pero ninguno había escuchado sobre algún monstruo o secuestrador. Toda la información que tenía le era inútil, por lo que debía seguir esperando a que su enemigo apareciera. Vagando entre calle y calle, la voz de un hombre sentado en un callejón captó su atención, el hombre hablaba solo, contando sus problemas al aire.
- Yo lo ví, se llevó al niño y luego solo desapareció, juraría que ví algo raro en el muro ¡Pero nadie me creyó y me despidieron! -una risa un tanto extraña escapó de sus labios, probablemente estaba alucinando.- El otro día lo ví otra vez, tenía una niña en sus brazos y de nuevo se desvaneció en el aire antes de chocar con la pared, lo reporté a la policía y me tomaron por loco. ¡Nadie me creé, maldita sea! -en un arrebato de rabia, se puso de pie rápidamente y comenzó a patear sus alrededores, era obvio que ser el único testigo no le había hecho nada bien en su vida.
El peligris, que había escuchado toda su historia, hizo lo posible para calmar al mayor y pedirle una explicación de lo que había visto. Él trabajó con el heredero de una familia de renombre en el poblado, siendo el encargado de cuidar de la casa y a los niños cuando sus padres no se encontrasen. Lo vió durante una noche de trabajo, otro hombre, mucho más alto y musculoso, apareció en la casa para tomar al hijo mayor en brazos y desvanecerse antes de chocar con el muro. Presenció el rapto desde cerca pero el terror le impidió actuar, resultando con su despido cuando intentó explicar lo que había visto. Semanas más tarde, cerca de la plaza, vió al mismo ser cargando a una niña, desapareciendo del mismo modo que la primera vez que lo encontró, fue capaz de verlo más de una ocasión en la misma plaza. A su parecer, había perdido la cabeza, pero el joven cazador sabía que no era así y su información resultaría vital para encontrar a ese demonio. Para mala suerte del hombre, debió darle la razón a su opinión de estar enloqueciendo, una de sus prioridades era no difundir el pánico por los demonios y el único modo de lograrlo era hacerle creer que estaba loco.
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Filo de un Espejismo [Kimetsu no Yaiba OC]
Fiksi PenggemarCazar demonios no es sencillo, la mayoría mueren en el intento, pero unos pocos ¿Afortunados o fuertes? Consiguen sobrevivir. El costo de la supervivencia puede variar: Las vidas de tus compañeros, tus relaciones con el mundo, incluso parte de tu cu...